Sería poco menos que absurdo llegar a asegurar que el gran fracaso de los líderes de la oposición venezolana estuvo basado en la ignorancia: en la ignorancia con respecto al poderosísimo enemigo que a un grupo de dirigentes le tocó enfrentar en una Venezuela donde casi todos éramos felices… y no lo sabíamos.
Esa ignorancia se hacía extensiva a connotados periodistas venezolanos, dentro y fuera de Venezuela. Uno de ellos, Julio César Camacho, le aseguró a su audiencia de Unión Radio en Miami, que siempre saldría un líder, del lugar que uno menos imaginara. Para muestras, puso como ejemplo la aparición de la líder que destronó a los Ortega en Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro. Más adelante, en este libro, veremos cuál fue la participación de esta títere y cuál fue su verdadero liderazgo político dentro del sandinismo.
No solamente existía una profunda y generalizada ignorancia con respecto al enemigo del patio, el grueso de la población no tenía la más mínima idea de la realidad regional, sobre todo, en cuanto a la que se refiere a los regímenes donde impera el castro-estalinismo internacional.
De repente florecieron movimientos políticos “empíricos”, dirigidos por individuos quienes jamás habían hecho política, mucho menos combatido una dictadura y, menos aún: se habían enfrentado al castro-estalinismo en forma alguna. Ese fue el caso, entre otros, del Bloque Democrático.
El Bloque Democrático estaba dirigido, en un principio, por dos grandes ilusos: el ingeniero Alejandro Peña Esclusa y el abogado Alfredo García Deffendini. Ninguno de los dos tenía idea de qué cosa era lo que estaban enfrentando. El primero se había quedado pegado en el tema del “Foro de Sao Paulo”, que ya hacía tiempo había dejado de tener incidencia en la región. El segundo venía de haber formado parte de aquel garabato llamado “Coordinadora Democrática”.
El Boque Democrático estaba conformado por individuos de “línea dura”: los llamados “radicales”. Mantuvieron una posición muy clara con respecto al referéndum revocatorio (que se llevó, finalmente, a cabo el 15 de agosto de 2004). Luego de haber publicado ni-se-sabe cuántos comunicados en la prensa local donde alertaban a los venezolanos que el tal referéndum era un “trapo rojo”, una “gran estafa”, todos y cada uno de ellos firmaron para solicitarlo y terminaron votando en él. Algo así como “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”.
Luego de los eventos de los “Paracachitos de Daktari”, el “bloque” se disolvió y cada uno agarró por su lado. El Dr. García Deffendini organizó un grupo similar al que llamó “Frente Patriótico”. Sin embargo, así como sucedió con el “Bloque Democrático”, los miembros de estas dos organizaciones, dirigidas por el Dr. García, jamás fueron tomados en cuenta ni por la gran prensa nacional ni por el mismo pueblo opositor. Sus propuestas no estaban claras, aunque algunas (no todas) fuesen basadas en factores adecuados, que ni ellos mismos – a ciencia cierta – entendían.
Por ejemplo, el Dr. García Deffendini, JAMÁS entendió la diferencia entre “abstención” y “no-participación”. JAMÁS entendió los postulados del Dr. Gene Sharp y se lo apostó todo a una teoría descabellada en la cual aseguraba que con la abstención se lograba una IMPLOSIÓN MILITAR, una teoría de su propia inspiración que no tenía basamentos históricos algunos.
Justamente, por no entender los postulados del Dr. Sharp, cometió el error (y gastó una pequeña fortuna en el estéril proceso) de viajar por Europa y Estados Unidos, “alertando” a los líderes demócratas de muchos países del primer mundo sobre la condición dictatorial de Hugo Chávez, algo que cada uno de esos líderes sabía. Sharp nos alerta sobre la indiferencia de la “comunidad internacional”, a menos que estén dadas ciertas condiciones que jamás han formado parte del escenario político venezolano.
El caso del ingeniero Peña Esclusa es un tanto similar. Luego de haberse llevado a cabo la ruptura dentro del “bloque”, Peña Esclusa continuó su campaña solitaria, manteniendo una teoría basada en el “Nuevo Orden Mundial”, un concepto abstracto que para muchos es fantasioso y que viene rodando desde hace muchas décadas. Tanto Peña como García, cargaban con la “chapita” (la fama) de radicales y, ambos dos, han gastado mucha pólvora disparando al aire a patos que no están en la zona. En vez de aprender de las experiencias de otros pueblos y de los estudios de grandes pensadores de la materia, como es el caso del Dr. Gene Sharp, entre otros intelectuales del “ramo”, decidieron aprender sobre la marcha, disparando teorías que nadie comprendía ni compartía. En ese entendido, el régimen los ha dejado tranquilo a ambos, sabiendo que sus prédicas son inocuas y sus liderazgos no revisten peligro alguno.
Si bien las comparaciones, en la mayoría de los casos son odiosas, cuando evaluamos a estos regímenes, tenemos que entenderlos apoyados en un caudal de experiencia y de conocimientos sobre eventos que se han repetido, con impresionante exactitud en otras latitudes, en las cuales la mano de Castro ha sido predominante para lograr la destrucción, la opresión y la mantenencia – eterna – del tirano en el poder. No tenemos que irnos al pasado y buscar similitudes de los procesos en Angola o en Nicaragua. Podemos ver hacia adelante y observar cómo en Bolivia el presidente Evo Morales copia las pautas de la revolución “bonita” bolivariana de Hugo Chávez, muy apegado al “Manual del Castro-Estalinismo Moderno”. Ya, hoy en día, los venezolanos deberíamos tener suficientes horas de vuelo como para asesorar a los bolivianos en materia de engaño. Ahí tenemos al Evo, quien días después del referéndum del 15 de febrero de 2009, se embulló a hacer lo propio en Bolivia y a montarse en la bicicleta de la re-elección indefinida o eterna. Quien incursiona en la historia, puede que pierda un ojo… pero quien la ignora, puede terminar perdiendo la cabeza.
El proceso de Castro en Venezuela no es similar al de Castro en Cuba, pero sí al de Castro en Angola y al de Castro en Nicaragua… como ya se nota que será el de Morales en Bolivia… aunque en ese país bolivariano no se ha podido instaurar, por ahora, la “oposición conchupante” (o la "Oposición Bellaca", como no hace mucho comenzó a llamarle Rafael Poleo), al menos, en todo el territorio nacional, como sí se pudo instalar (esa oposición traidora) en Angola, Nicaragua y Venezuela.
En 1975, cuando Portugal le otorgó la independencia a Angola y liberó de la cárcel al marxista Antonio Agostinho Neto Kilamba, ya había comenzado en ese rico país africano una guerra civil achuchada por Castro y los soviéticos.
Angola es un país muy parecido a Venezuela, por cierto. Con 1.246.700 km cuadrados y poco más de 12 millones de habitantes, es rica en petróleo y diamantes: un bocatto di cardinale para el castro-estalinismo, el cual terminó adueñándose del país como ahora se ha adueñado ya de Venezuela.
Estalló la guerra entre el MPLA (Movimiento para la Liberación de Angola) con Agostinho Neto al frente y los cubanos detrás. Por el lado contrario estaba Jonas Malheiro Savimbi con su movimiento UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), apoyado — tímidamente — por EEUU y con mayor fuerza por Suráfrica.
La guerra se comenzó a disipar en 1991, tras más de 15 años de hostilidades fratricidas. Agostinho Neto (quien se había proclamado presidente de Angola el 10 de noviembre de 1975) llevaba ya 12 años de muerto y en su lugar — al frente del gobierno — se había levantado un marxista llamado José Eduardo Dos Santos, tan incondicional a Castro como lo es hoy Chávez.
En 1991 Dos Santos y Savimbi firmaron un tratado donde aceptaron convertir a Angola en un estado multipartidista y acudieron a unas elecciones que, según la UNITA, fueron trampeadas por el “oficialismo” castro-estalinista. Ahí comenzaron, nuevamente, las hostilidades, las cuales no terminaron hasta que Savimbi muere en el año 2002, víctima de una emboscada en la provincia de Moxico.
A partir de la muerte del líder de la UNITA, comenzó un macabro proceso político bien interesante, el cual ya se venía aplicando con mucha eficiencia en Nicaragua y hoy es la espina dorsal de la “revolución bolivariana” en Venezuela.
Es un sistema infalible que tiende a eternizar a los gobernantes autócratas en sus respectivos países bajo un manto de legalidad y democracia, con la necesaria ayuda de la “oposición genuflexa” que ellos llaman “responsable”; nosotros le llamamos apátrida, conchupante, colaboracionista y traidora y a Rafael Poleo le ha dado, últimamente, por llamar, “oposición bellaca”.
Lo que quedó de la UNITA se convirtió en un partido político, ya sin la dirección de su líder, que ahora estaba muerto, Jonas Savimbi. El movimiento bélico se politizó y fue absorbido por este mordaz sistema que lo controla todo, incluyendo a la oposición. Fue exactamente lo mismo que sucedió con “La Contra” nica, puesto que al finalizar la guerra, luego del “triunfo”, el ejército anti-sandinista se desmanteló y con los restos que quedaron de él se creó un partido político llamado “Partido Resistencia Nicaragüense”, el P.R.N., repleto hoy de conchupantes.
El resultado no puede ser más evidente y exitoso. Los hermanos Ortega han controlado Nicaragua, aún fuera del “poder”, desde 1985. Han mantenido el control del ejército nicaragüense (sandinista) y de la policía de Managua, aún desde la “oposición”. Luego de eliminar físicamente a sus verdaderos enemigos (más de 600), “absorbieron” a los dirigentes opositores de menos peso y con ellos han gobernado como les ha dado la gana. Lo mismo ha venido haciendo Chávez en Venezuela… y José Eduardo Dos Santos en Angola, desde que desapareció la verdadera oposición en ese país africano, contaminado por el castro-estalinismo.
En la Cuba de Castro — el inventor de todo este macabro sistema que hoy se presenta renovado, mutado y adecuado a los tiempos — se infiltraba a los movimientos opositores para destruirlos; todos sus miembros terminaban en el cementerio, en el exilio o en la prisión. Castro eliminaba un foco contrarrevolucionario y la contrarrevolución creaba cinco más. Al final, sin embargo, todos fueron diezmados. En el nuevo sistema, bajo el “Socialismo del Siglo XXI”, los movimientos y partidos opositores se infiltran, pero sus miembros no son eliminados ni sacados del juego: son convertidos en conchupantes y se les da un lugar dentro del libreto a seguir, para sobrevivir y seguir cultivando una parcela política, aunque ésta sea mínima.
Son eliminados, únicamente, aquellos líderes que van surgiendo, que no dan muestras de quererse dejar absorber y que pudieran ser un potencial peligro, a futuro, para el régimen. El resto de la dirigencia opositora, se pliega. Un sistema infalible.
Ni en Angola, ni en Nicaragua ni en Venezuela se permite una verdadera disidencia. ¿Alguien puede pensar que Chávez perdonaría al General Baduel, su compadre, si éste de verdad-verdad lo llegase a traicionar? ¿Un individuo que pudiera llenar una biblioteca con informes sobre el “máximo líder” bolivariano? Lo mismo se pudiera aplicar a Luis Miquilena, Ismael García y a cualquiera que habiendo estado a su lado, decida brincar la talanquera. No duden que habrá quienes la salten de verdad, pero esos no podrán caminar libremente por las calles de Venezuela.
Para el momento del cierre de esta segunda edición, el General Raúl Isaías Baduel llevaba un mes, supuestamente, en prisión. Todavía no está clara la razón de su “encarcelamiento”. Dicen que por corrupción. Desde su “prisión” – si es que en verdad está preso y no es un mareo más – le declaró al New York Times alegando que “Chávez no tiene el apoyo que cree tener dentro de las Fueras Armadas”. Sin embargo, persiste en convocar, ya mismo, a una asamblea (constituyente), para “reescribir” la constitución de Venezuela, como primer paso para “reintroducir controles” al poder de Hugo Chávez.
¿Sería el C.N.E. el organismo que supervisaría y organizaría las “elecciones” para escoger a los individuos que llevarían a cabo esa “constituyente” propuesta, con insistencia, por el General Baudel? ¿Sin depurar el Registro Electoral Permanente (REP)? ¿Sigue creyendo el General Baduel en la transparencia del C.N.E.? ¡Por favor! A esa constituyente debemos ir, no cabe duda, pero una vez que Chávez esté bajo tierra o, en su defecto: ¡bajo llave!
Ese mismo periodista, Julio César Camacho, director de Unión Radio en Miami, está esperanzado porque ahora, con la baja en los precios del petróleo, se le va a poner la cosa chiquita a Chávez. Ya veremos cómo el régimen le sacará punta a esa desgracia. Habrá menos dinero para el pueblo, eso sí, lo cual es estupendo para los planes del castro-estalinismo. Siempre habrá dinero para el proceso y para que la cuerda de sátrapas que destruye a Venezuela se siga enriqueciendo y, si no, que vayan a Cuba a ver qué sucedió cuando Castro, intencionalmente, destruyó la industria azucarera, la industria del turismo… del tabaco, del ron y todo aquello que producía bienes y servicios en la isla. Aún después de la caída de la Unión Soviética, cuando se le acabó la teta a Castro, el pueblo siguió en una pobreza más que crítica: miserable, pero el régimen no cayó. Siempre existió la excusa del “bloqueo” para amansar a los más guapos y seguir anestesiando a la mayoría de los cubanos, quienes muy pronto comenzaron a esperanzarse con el día en que se pudieran montar en una balsa para llegar a los “mayamis”.
Cuando la cosa se ponga chiquitica en Venezuela, Chávez siempre podrá decir que es una cuestión global, que el mundo entero está en crisis… comenzando por “El Imperio”, donde ya estamos al borde de una depresión económica jamás vista. De hecho, ya Chávez ha comenzado a resaltar la crisis norteamericana, como para ir abriendo boca y establecer una matriz de opinión que sirva de excusa para justificar sus macabros y atroces planes de total destrucción del país. No nos olvidemos que él no cuenta con la formidable herramienta de un “bloqueo”.
¿Y qué pasó en Nicaragua? Habiendo sido el país de Rubén Darío el granero de Centro América, una nación pequeña en donde se vivía bien y del cual sus habitantes jamás emigraron masivamente, se convirtió en una de las naciones más pobres de América, peleándoles el puesto a Cuba y a Haití, con una cultura – ya establecida a través de las décadas – de éxodo masivo, que obligó al Congreso de Estados Unidos a promulgar la Ley Nacara, como un ajuste de estatus legal en el país para los nicaragüenses y aliviar así la grave crisis que ese éxodo significaba para los países de Centro América. ¿Se acabó el sandinismo en Nicaragua? Ya veremos, más adelante en este libro, qué pasó en el país nica.
Durante el año 2002 y parte del 2003, cuando mi campaña cibernética había tomado cuerpo en Venezuela a través de la Internet, comencé a reunirme en tertulias que diariamente se organizaban por las tardes (en el quiosco que se encuentra al lado de la piscina del Hotel Tamanaco, en Caracas) con la mayoría de los miembros de la oposición. Ahí nos reuníamos todos: adecos, copeyanos, miembros de Primero Justicia, etc. La supuesta crema y nata de la oposición venezolana, muchos de los cuales pertenecían a aquel garabato político que pasó a la funesta historia contemporánea de Venezuela con el nombre de La Coordinadora Democrática.
Hubo un evento que comenzó a modificar la manera en la cual evaluaba la actitud de la gran mayoría de los líderes de la oposición venezolana: el utópico Referéndum Consultivo, programado para llevarse a cabo en febrero del año 2003, suspendido por el Tribunal Supremo de Justicia en enero del año en el que se suponía se llevaría a cabo.
Hasta que se comenzó a manejar aquel ejercicio anestésico, pensaba que había una gran dosis de ignorancia e ingenuidad entre los líderes de la oposición venezolana, sin embargo, durante aquellas tertulias en el Hotel Tamanaco, pude comprobar que en casi la totalidad de los dirigentes de la oposición, existía una certeza de que tal absurdo jamás tendría un final feliz.
A través del Referéndum Consultivo, una herramienta contemplada en la constitución que en 1999 Chávez ordenó hacer a su medida y para cubrir sus intereses de entonces, se les pediría a los electores venezolanos si consideraban que el-para-entonces presidente legítimo de Venezuela, debía renunciar a su cargo, o si – por el contrario – debía mantenerse en el poder en Miraflores.
Chávez se burlaba descarada y abiertamente de las aspiraciones de aquellos líderes de papel, que no daban muestras de entender el daño que se le hacía a la moral de la oposición nacional cada vez que se inventaba una maroma para intentar propinarle un golpe al régimen. Seguía así el juego político cargado de pugilato, amenazas, recriminaciones, insultos y todos aquellos elementos que le dan vida al nuevo estilo conflictivo, dictatorial y autocrático impuesto por la revolución. Mientras ambos bandos pretendían engañarse, el régimen acumulaba tiempo para trabajar en ese plano del país nacional que muy pocos entienden y conocen de su existencia, donde se consolida o se pierde el poder de un régimen dictatorial, opresor y tiránico.
Primero Justicia, movimiento que se abrogó el liderazgo de aquel intento de referéndum y lo hizo su bandera temporal, colocó un inmenso almanaque en el distribuidor de Altamira, en la Autopista Francisco Fajardo de Caracas, donde se llevaba una cuenta regresiva hacia el día en que – según ellos – se llevarían a cabo los comicios.
La Iglesia Católica intervino en aquel asunto terrenal del Referéndum Consultivo, paseando por la Autopista de Prados del Este, en Caracas, a todas las estatuas de vírgenes conocidas y desconocidas por sus feligreses. Una de ellas, la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, iba a la vanguardia… como si alguna vez los cubanos hubieran recibido apoyo celestial, en materia política, emanado de la Madre de Cristo.
Al sacar al seremillón de vírgenes a la arena política, la Iglesia se exponía así a la merma de fe que el pueblo venezolano pudo haber depositado en sus santos y vírgenes más venerados y adorados y Chávez se haría dueño de la imagen que reviste a los mortales todopoderosos: ni la fuerza Divina haría que aquel referéndum se diera… como en efecto sucedió, incrementando lo que muchos han querido llamar la depresión colectiva del pueblo opositor venezolano y disminuyendo las esperanzas que ese pueblo puso en sus dirigentes, quienes no parecían dar pie-con-bola a la hora de hacerle daño al régimen de oprobio que cada día se mostraba más insolente, blasfemo e insultante.
En una oportunidad le pregunté a Julio Borges, uno de los creadores de aquella maroma sin sentido, si él creía que el tal Referéndum Consultivo tendría un final feliz. Me respondió que no, pero que había que hacer algo. Como el médico que le tiene que recetar - algo - al paciente enfermo de dengue hemorrágico y lo que le receta es aspirina.
La tarde en que la Iglesia paseaba a las vírgenes por la Autopista de Prado del Este en Caracas, para que le ablandaran el corazón a Chávez con respecto al Referéndum Consultivo y lo aceptara, me encontraba con mi amigo, el Padre (jesuita) Mikel de Viana, en una reunión del Bloque Democrático, en la urbanización de Altamira, en Caracas. Le pregunté a Mikel si él, como sacerdote católico, creía que esas vírgenes nos iban a resolver la tragedia que ya se veía venir en nuestra patria y me respondió textualmente… textualmente: “Robert, la equivocada manera de venerar a la Virgen de Coromoto (patrona de Venezuela) y la falsa creencia en María Lionza (una diosa del folklore venezolano), tienen fuñido a este país.” (sic) Supongo que de Viana quería decir que no había que poner las esperanzas, en materia política, en nuestra virgen… o, en su defecto, en alguna fuerza esotérica folklórica e idólatra. Algo así como “ayúdate, que yo te ayudaré.”
Tal vez inspirado por estas palabras de mi amigo Mikel, esa noche escribí y publiqué en mi red un ensayo que titulé “Reto a Dios”, en el cual retaba al Ser Supremo, sin duda un sacrilegio imperdonable, a que extendiera su mano todopoderosa e hiciera que Chávez aceptara ir al fulano referéndum, a sabiendas de que Dios no se metería en tales asuntos terrenales y mucho menos siendo estos asuntos políticos. Al día siguiente lancé mi artículo por la red y en la noche tenía cientos de solicitudes donde lectores solicitaban ser retirados de mi base de datos, evidentemente ofendidos por mi insolencia.
Mikel de Viana fue sacado de Venezuela por la Iglesia, para que no sucediera con él una desgracia. Hoy, tal vez, se muere de tristeza en España, lejos de su patria y de la lucha política. No ha sido el único sacerdote digno que se le ha enfrentado al régimen de oprobio de Chávez, pero sí uno de los más combativos y sinceros. En la tarde del 11 de abril de 2002 (día de “La Masacre de Miraflores”) convocó por la radio a todos los venezolanos a que tomaran las calles del país y a que no regresaran a sus hogares hasta no recuperar la Libertad. Siempre abogó por la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida y repudió el llamado a las urnas, por estar seguro de que por ahí no iríamos a ningún lado bueno.
Luego del desinfle de aquel globo de humo en el cual se convirtió el tal Referéndum Consultivo, Julio Borges, el máximo dirigente del partido Primero Justicia declaró: “No tenemos un poder judicial sino una sucursal de lo que es en este momento el gobierno, que no quiere elecciones, desmanteló el poder electoral, no le importa la voluntad de la gente, no le importa el paro, lo que le importa es mantenerse en el poder.” (sic).
Si alguna vez Julio Borges ha dicho alguna verdad en su vida, fue aquel día en que le pegó en el centro a la diana. Sin embargo, ¿es que Borges no sabía que no había un poder judicial y que al “gobierno” (al régimen) no le importaba un bledo la voluntad de la gente si no mantenerse – eternamente – en el poder? ¡Claro que sí!
El haberse lanzado con tamaña ocurrencia no tuvo justificación alguna. Si hubieran tomado la decisión, parcializada y politizada, del Tribunal Supremo de Justicia para alebrestar al pueblo de una manera sostenida en una decidida estrategia de desgaste entre el colectivo y el oficialismo, hubiera tenido algún sentido, así hubiera terminado en fracaso. Pero no se contempló tal cosa. Los propios promotores del Referéndum Consultivo sabían, perfectamente bien, que aquello sería como echarle una cucharadita de sal a una piscina olímpica con la pretensión de salarle el agua. Con cada derrota, la oposición retrocedía en el tiempo y el régimen ganaba espacio. La dirigencia opositora ha sido muy eficiente en ponerle a Chávez, en bandeja de plata, las herramientas requeridas para poderse atornillar eternamente en el poder por la vía “democrática” y, sobre todo: “pacífica”.
De ahí en adelante, a pesar del vasto conocimiento que Borges demostró tener del régimen y de sus intenciones en materia comicial, él mismo tomó la iniciativa de organizar a la oposición en todas las demás elecciones y referendos que a continuación se montaron en Venezuela. ¿Qué había cambiado de entonces a hoy, febrero de 2009? ¡Absolutamente nada!
Por los meses de la diatriba en torno a aquel pretendido Referéndum Consultivo, los miembros del C.N.E. (Consejo Nacional Electoral) estaban en una situación transitoria, a expensas de que el Congreso (o la Asamblea Nacional) nombrara a las nuevas autoridades permanentes. Aquel C.N.E. era menos chavista… digámoslo así, que el que se conformó – inconstitucionalmente – después… y eso que todavía teníamos a la antigua Asamblea, repleta de opositores, como repleta de opositores está hoy la Asamblea de Nicaragua.
A partir de entonces, el C.N.E. se radicalizó, descaradamente, a favor del régimen y lo mismo hizo el Tribunal Supremo de Justicia, con la vieja Asamblea (la que no estaba repleta de chavistas) y todo. Si para enero de 2003 Julio Borges consideraba que los venezolanos no contaban con un poder judicial imparcial y probo; que para entonces el régimen ya había desmontado el Poder Electoral y que a Hugo Chávez le importaba un comino la voluntad de la gente: ¿qué le hizo cambiar de opinión como para seguir insistiendo por la vía electoral, en especial cuando las condiciones, en vez de mejorar, empeoraron?
Faltando días para el referéndum del 15 de febrero de 2009, Julio César Camacho entrevistó, para Unión Radio en Miami, al connotado periodista internacional – de la cadena Univisión – Jorge Ramos, gran conocedor del proceso venezolano. Éste le dijo que no importaban los resultados de ese referéndum: ganara el “NO” o ganara el “SI”, no habría forma de sacar a Hugo Chávez del poder por la vía electoral. Recordó que Chávez era un golpista que había intentado apoderarse de Venezuela por la vía del golpe de estado y que no había fuerza real alguna en nuestro país para parársele frente al ya-dictador Chávez. Era evidente que Ramos estaba más claro que la mayoría de nuestros analistas políticos venezolanos, aunque lo más probable era que todos nuestros dirigentes de la oposición coincidieran con el periodista mexicano (considerado dentro de los 25 hispanos con mayor influencia en Estados Unidos) en todos sus puntos con respecto a Hugo Chávez y a sus pretensiones de eternizarse en el poder. Las condiciones electorales para esta última maroma comicial del régimen, habían empeorado considerablemente, comparadas con las existentes en el país antes de enero de 2003, seis años atrás. El poder de Chávez, por el contrario, se había incrementado en todos los ámbitos.
Era evidente, claro y lógico suponer que si el pueblo venezolano no contaba con un poder judicial independiente y que si el máximo organismo comicial (el C.N.E.) fue desmantelado antes de enero de 2003, hasta tanto no se modificase ese escenario, no se podía llevar al pueblo a unas elecciones en Venezuela, entre otras cosas, porque a la hora de acudir al Tribunal Supremo de Justicia para un arbitraje, estaríamos acudiendo a lo que Borges llamó una “sucursal de lo que es ahora este gobierno” (sic). Es más, si como se dijo inmediatamente después del referéndum del 15F2009, de ser cierto el supuesto negado en el que se aseguró que Chávez todavía tenía “mucho pueblo”, menos debimos haber ido a esos comicios y para evitarlo – con nuestro pueblo en las calles – teníamos la excusa que esa consulta ya se había hecho y la había perdido Chávez, con todo y su pueblo: tendría que irse en el 2012… de aquí a allá, veríamos.
Por supuesto que Julio Borges no estaba hablando entonces de la boca para afuera. Estaba declarando una verdad más grande que un inmenso templo. El problema es que al pasar los meses, y luego los años, fue el mismo Borges quien, junto al resto de los líderes más connotados de la oposición, aceptó las batallas sucesivas en el campo electoral y, para colmo, en circunstancias muchísimo más adversas y menos favorables, donde el régimen se había fortalecido al máximo, tanto en lo político como en lo militar… y había ya corrompido todas y cada una de las instituciones del Estado y a un inmenso sector de la población. ¿Entonces?
La trampa en torno a la vía electoral era difícil de desmontar. Por el lado que escogiéramos recibiríamos palo del bueno. Las confesas irregularidades del C.N.E. eran tales que le servían al régimen para incrementar la abstención electoral. El discurso incendiario y la violencia que siempre se desataba, en menor o mayor grado, antes de cada una de estas elecciones, contribuían a configurar el gran fraude. Los líderes de la oposición siempre supieron que esa gran trampa no se podía combatir desde las mesas electorales, sin embargo, les hicieron creer a sus seguidores, millones y millones de venezolanos, que el régimen se vería imposibilitado de trampearnos, si vigilábamos y defendíamos los votos inmediatamente después de cerradas las urnas. Eso era tan falso como un billete de cuatro pesos. Para empezar, los líderes de la oposición debieron haber conocido mejor a esos electores y saber que después de votar, la inmensa mayoría de ellos se iría a sus respectivos hogares a enchufarse en Globovisión, para ver cómo iba la cosa, como en efecto sucedió. Ya para las 7:30 de la noche, del domingo 15 de febrero (de 2009), el pueblo estaba “recogido” en sus casas, tal como pudimos escuchar por los boletines noticiosos que nos llegaban a Miami desde la estación Unión Radio en Caracas, boletines que no ponemos en duda, porque vivimos experiencias similares estando en Venezuela, de cuerpo presente.
A lo largo y ancho de ese tortuoso camino donde se había aceptado la vía electoral como campo de batalla, se presentaron mil y una excusas para embasurar al país, convulsionarlo políticamente y crear un estado absoluto de ingobernabilidad, todo bajo el real y justificado pretexto de querer votar debidamente y de negarnos a acudir a las urnas hasta tanto no se dieran las condiciones que pautaban la constitución y las leyes. Todo hubiera sido válido, con tal de evitar medirnos en el campo electoral, bajo las condiciones que el régimen había establecido, las cuales jamás hubieran sido modificadas. En unos comicios bajo condiciones total y absolutamente desiguales y con escaso tiempo para “prepararnos” mejor, donde gran parte de los electores potenciales de la oposición le habían perdido la confianza al máximo árbitro electoral y el respeto a la dirigencia opositora de Venezuela, era más que evidente que no podríamos votar para salir de Chávez, sino que habría que salir de Chávez, para poder votar… y para eso, tendríamos que salir, primero, de esa dirigencia opositora que siempre se ha mostrado tan complaciente y permisiva con el régimen.
Las firmas recolectadas para solicitar aquel intento de Referéndum Consultivo estaban depositadas en unos galpones del este de Caracas. Una tarde, una turba del oficialismo se dirigió al lugar donde estaban depositadas las cajas contentivas de dichas firmas, con la aparente intención de secuestrarlas, lo que generó un gran alboroto. Los dirigentes de aquel movimiento referendario llamaron, a través de las cámaras de Globovisión, a todos aquellos ciudadanos opositores que estuviesen dispuestos a defender las firmas del robo de los antisociales enviados por el régimen para sembrar desconcierto, zozobra y desamparo, robándose las firmas y evitando que la convocatoria se diera… un vandalismo innecesario, pues el referéndum no iría con firmas o sin ellas. Era todo parte de aquel interminable show que comenzó el mismo día en que Hugo Chávez se encaramó en el poder en Venezuela. Peor aún: un show del cual participaban esos dirigentes de la oposición, a sabiendas de que todo era una farsa.
Esa misma tarde llamé a algunos miembros de la Coordinadora Democrática, mis compañeros de tertulia en el Hotel Tamanaco y les sugerí que dejaran que se llevaran las firmas – las cuales no servirían para nada – y ante el descarado e impune vandalismo, alebrestáramos al pueblo para crear el necesario ambiente que diera pie al comienzo de una sublevación colectiva a nivel nacional. Por supuesto, la propuesta no encontró el más mínimo apoyo por parte de ninguno de ellos. Las firmas fueron defendidas y, más tarde, entregadas con bombos y platillos ante el C.N.E., organismo que le otorgó el valor que tienen, en nuestros baños, los rollos de papeles sanitarios.
Lejos de aprovechar todas las irregularidades en torno al Poder Electoral, los líderes opositores se dieron a la tarea de anestesiar a sus millones de seguidores con el cuento de no caer en provocaciones… de luchar por la vía democrática y civilizada. Prometieron triunfos en las urnas, si se lograba la unidad, pero todos ellos sabían que por ahí no se lograría nada bueno y así lo conversábamos en muchísimas oportunidades, fuera de cámara, claro está. Entre la evidente falta de fe en nuestros líderes, que cada vez se hacía más palpable y peligrosa y la falta de confianza en nuestras máximas autoridades electorales, lo único seguro que se podía esperar, para arrancar, sería una inmensa ABSTENCIÓN. Era como si a David le hubiesen quitado las piedras y su honda, antes de pelear con el gigante Goliat… y le hubiesen vendado los ojos, además.
La vía electoral no es la ÚNICA VÍA para enfrentar a una tiranía. De hecho, es la menos recomendada, como veremos más adelante en este libro, y requiere de ciertas condiciones que jamás se han dado en la Venezuela de Chávez, en parte, porque la dirigencia opositora jamás ha tenido la voluntad política de crearlas a través de un liderazgo sincero, valiente, digno y patriótico. Mucho se nos vendieron las experiencias de Chile y de Nicaragua, para que nos diéramos cuenta de que los dictadores salían con votos. Pero no nos pintaban los panoramas existentes en ambos países, previo a esos procesos electorales exitosos, para que aquellos comicios tuvieran algún sentido… y alguna opción de triunfo en Venezuela.
En una oportunidad, cuando protesté por la manera ingenua y “comeflórica”, empleada por la dirigencia de la oposición para enfrentar al régimen, se me respondió: “¿y qué vamos a hacer, Robert, si no tenemos con qué enfrentarnos a Chávez? Era evidente, entonces, que nuestros líderes no habían oído hablar de la resistencia cívica no-violenta, ni del Dr. Gene Sharp, padre de esa corriente estratégica de lucha que le resolvió la vida a Serbia y a Ucrania ante situaciones similares (o peores) a las existentes en la Venezuela de Chávez. El famoso ensayo del Dr. Sharp, “De la Dictadura a la Democracia”, publicado en todos los idiomas del mundo, incluyendo a varios dialectos africanos, que se podía (y se puede) bajar de la Internet sin pagar un solo centavo, no había llegado a Venezuela, todavía. Luego me cansé de enviarles copias a cada uno de aquellos dirigentes, pero: o no se las leyeron, o no las entendieron… o no quisieron aplicar el contenido de las propuestas del fundador del Instituto Albert Einstein de Boston, que luego Chávez tanto atacaría.
Era evidente el lamentable cuadro de ignorancia entre la dirigencia de la oposición en cuanto a los patrones de lucha bajo la estrategia de la verdadera resistencia cívica. Por ejemplo: era lógico, entendible y aceptable que quisiéramos participar en elecciones, pero no ante un poder judicial que entendíamos como “una sucursal de lo que es ahora el gobierno”. No ante un C.N.E. totalmente entregado al régimen y bajo la supervisión de un “Plan República”, implementado y dirigido por militares que obedecían a los intereses de un régimen totalitario. Por un lado nos empeñábamos y nos esforzábamos en alertar al mundo – a la comunidad internacional – de lo que estaba sucediendo en Venezuela y por el otro acudíamos a las urnas, aceptando – tácita y previamente – las condiciones y al máximo árbitro comicial, en el cual nadie en el país confiaba. Las irregularidades y los abusos del C.N.E. eran tan evidentes, que faltando un par de días para el referéndum del 15F2009, ese organismo se vio en la necesidad de expulsar del país a un diputado español, luego de que éste expresara su asombro ante tantas anomalías, las cuales dijo no haber visto jamás en su vida como político y parlamentario europeo.
En el pasado referéndum del 15 de febrero (de 2009), la desconfianza en ese árbitro comicial era más grande que nunca. ¿Cómo se entiende que el llamado Poder Electoral hubiese sido tan transparente como para declarar la derrota del régimen en el referéndum del 2D2007 y, sin embargo, para los comicios del 15F2009 se mostrara tan aberrante y arrebatadoramente vendido a Chávez? Para pocos venezolanos, la respuesta se encontraba en el show que el régimen montó para hacerles creer a los venezolanos – y al mundo – que Chávez había aceptado su derrota bajo una fuerte presión. Jamás nos cansaremos de repetir que aquella jugada tan noble de reconocer la derrota del referéndum del 2 de diciembre de 2007, obedeció a una estrategia para darle vida a la vía electoral, para subirle la credibilidad al C.N.E. e ir legitimando un caudal de votos para cuando la olla estuviera hirviendo, luego… en febrero de 2009, como en efecto sucedió. ¿Dónde estaba esa misma fuerza para evitar que se volviera a votar la misma propuesta que ya habíamos llevado a las urnas, cuyos resultados, gracias a ella (a “la fuerza”), Chávez se vio obligado a reconocer?
En el año 2002, se montó en Venezuela una impresionante obra teatral tragicómica entre algunos miembros de la oposición y el régimen autoritario-ya de Hugo Chávez: “La Mesa de Negociaciones y Acuerdos”, moderada por el ex presidente de Colombia, César Gaviria Trujillo. Fue mucha catibía la que se propuso, se debatió y se comió allí. El pueblo, una vez más, se esperanzó. Todo el mundo metió la mano, incluyendo el ex presidente Jimmy Carter, quien se dio el tupé de proponer los siguientes puntos para re-establecer la paz y la armonía en el país:
1. La oposición debe anunciar la finalización del paro. El Gobierno debe anunciar que no habrá represalias contra los trabajadores públicos que recurrieron a sus derechos sindicales. Quienes sean encontrados culpables de sabotaje o de otros delitos, deberán ser penados conforme a la ley.
2. El Presidente debe garantizar su disposición para que el referéndum revocatorio sea realizado no más tarde del día 19 de agosto de 2003 (se celebró un año más tarde).
3. La Mesa de Negociaciones y Acuerdos terminará el “Borrador de Acuerdo” que se encuentra actualmente bajo análisis, agregando la siguiente propuesta con el fin de resolver la cuestión electoral:
a. La Mesa buscará que el Tribunal Supremo de Justicia ratifique su sentencia anterior acerca de que la mitad del período presidencial se cumple el 18 de agosto de 2003. La oposición deberá obtener las firmas requeridas, según lo especifica la Constitución. El Presidente también deberá garantizar la seguridad y todos los recursos financieros necesarios. (Al final, el dichoso referéndum se llevó a cabo un año después, el 15 de agosto de 2004).
b. La Asamblea Nacional debe ser reestructurada si no se logra un acuerdo y ambas partes deberán aceptar, entonces, que el Tribunal Supremo de Justicia los designe. (El acuerdo fue logrado, por lo que la Asamblea Nacional siguió intacta).
c. Se debe crear una “Comisión Conjunta”, compuesta por venezolanos y expertos extranjeros, para supervisar todas las etapas de estos procesos electorales. Sus tareas incluirían: proveer asistencia técnica, monitorear el proceso electoral, y controlar la objetividad de la cobertura de los medios masivos de comunicación. (Esa “Comisión Conjunta” se creó y el organismo internacional de expertos que se escogió para tal supervisión, fue la Fundación Carter, con el funesto resultado que todos conocemos, ya que fue esa fundación la que le dio el aval internacional al Referéndum Revocatorio).
d. Se debe tener todos los preparativos listos de manera que si el referéndum requiere luego la realización de elecciones, las mismas puedan hacerse no más tarde del 19 de septiembre de 2003, pudiendo todos ser candidatos. (Por supuesto, los preparativos no fueron necesarios, porque Chávez ganó el referéndum en lo que se conoció como “El Mega Fraude”).
e. Se debe acordar que todos los referendos revocatorios para los que se hayan recogido firmas (gobernadores, alcaldes o diputados) se realizarán el mismo día que el referéndum presidencial - 19 de Agosto de 2003. (Jamás un alcalde o un gobernador fueron revocados mediante elección revocatoria alguna porque nunca se convocó este tipo de consulta para ellos).
4. Asimismo, la “Mesa de Negociaciones y Acuerdos” deber garantizar que se traten los siguientes temas en el Acuerdo:
a. Los derechos humanos básicos consagrados en la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”, la “Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre” y la “Convención Americana sobre Derechos Humanos”, así como todos los demás derechos y garantías de los que gozan los ciudadanos venezolanos a partir de la Constitución de 1999, que deberán ser garantizados a todos los participantes del proceso, independientemente de sus lealtades políticas en los hechos ocurridos durante la crisis reciente.
b. Los mecanismos y los tiempos necesarios para la renovación de los poderes públicos - el Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Ciudadano (Fiscal General, Contralor General y Defensor del Pueblo).
c. El gobierno y la oposición acordarán antes de que se realicen las elecciones generales que, luego de que éstas se hayan llevado a cabo, se lanzará un proceso de consulta nacional con los líderes claves y cuyo propósito será la reconciliación de las diferencias existentes y la promoción de la justicia social. Dicho proceso de consulta puede ser organizado por representantes aceptables de la comunidad internacional, inclusive por aquellos que patrocinaron la “Mesa de Negociaciones y Acuerdos”.
Era más que evidente que aquella propuesta del ex presidente Jimmy Carter estaba revestida de una impresionante ignorancia de la realidad nacional, a menos que la misma obedeciera a una agenda oculta para el grueso de la población venezolana… y para el mundo.
Ninguna de sus propuestas tuvo fiel cumplimiento, pero lo peor fue que en agosto de 2004, cuando por fin se llevó a cabo aquella cosa que se llamó Referéndum Revocatorio, el propio Jimmy Carter aprobó ese proceso comicial, a pesar de que ninguna de sus propuestas había sido tomada en cuenta, lo que debió haberle obligado a pronunciarse en cuanto a que en Venezuela, para aquel momento, no estaban dadas las condiciones para que prevalecieran la paz y la armonía, factores fundamentales para poderse llevar a cabo unas elecciones transparentes en país democrático alguno.
El fulano acuerdo, emanado de las negociaciones de la mesa, fue firmado por algunos de los miembros de la oposición con el pañuelo en la nariz. Hubo uno que hasta se persignó frente a las cámaras de televisión, en cadena nacional, antes de estampar su firma. Una vez más, en lugar de advertirle al país que aquello era un absoluto adefesio y una soberana burla, se le dio un mateo protocolar y chirrín-chirrán… jamás se volvió a mencionar. La impresionante alharaca que en un inicio produjo ese show mediático montado por el régimen y por los entonces-líderes de la oposición, se esfumó como si en Venezuela jamás se hubieran llevado a cabo tales eventos, supuestamente, conciliatorios.
En el Restaurante La Cacerola de la urbanización El Placer, en el municipio de Baruta (Gran Caracas), me encontré sentados en una mesa al Dr. Américo Martín en compañía de una famosa politóloga llamada Vilma Petrach. Américo Martín era uno de los miembros principales de la fulana mesa y ex comandante guerrillero que obedecía órdenes de Castro durante la guerra de guerrillas que tanto daño y muertes le produjo a Venezuela en las décadas de los sesenta y setenta.
No me pude contener y me dirigí hacia donde estaban ambos almorzando y le reclamé a Américo su participación en aquella farsa nacional, con repercusión internacional. El Dr. Martín, evidentemente asombrado por mi reclamo furtivo, me aseguró que esa era la manera de lograr la victoria y que tenía que entender que había una estrategia detrás de todo aquello. Luego de esa conversación, salí convencido de que nuestros líderes tenían una poderosa carta oculta bajo la manga de alguno de ellos.
Al cabo de los años coincidí en el exilio de Miami con el Dr. Martín, aunque él se dejó de eso (de insistir en su asilo político) y decidió regresar a Venezuela para seguir en la pachanga de siempre: organizando elecciones y estrategias. Era más que evidente que no había carta alguna bajo la manga de nadie: ¡puros cuentos chinos!
La Dra. Petrach también se asiló en Miami y hasta el momento de entrar en imprenta este libro, seguía manteniendo su status de asilada política en Estados Unidos. Tanto el Dr. Martín como la Dra. Petrach habían decidido el exilio al sentirse amenazados por el régimen, luego de haber firmado el famoso “Manifiesto de Miraflores”, donde – supuestamente y según el régimen – se le daba apoyo a la presidencia de Don Pedro Carmona, quien pretendió suceder a Chávez tras los eventos del 11 de abril (de 2002), en donde se nos aseguró que el sátrapa había renunciado. Al final de cuentas, ninguno de los más de cuatrocientos firmantes de aquel histórico documento, sufrió persecución real alguna.
En medio del proceso de diálogos y de acuerdos, se intentó constituir una nueva bufonada llamada “Grupo de Amigos de Venezuela”, compuestos por varios países amigos. Chávez le dio un soberano zapatazo matando a ese grupo al nacer, durando lo que dura un merengue a las puertas de un colegio. Era evidente la intención de marear al grueso de los venezolanos para que perdiera la noción de la realidad. El país nacional se encontraba en una verdadera montaña rusa, pero a otro nivel no estaba sucediendo absolutamente nada: los líderes de la oposición y el régimen se pagaban y se daban el vuelto, mientras ese pueblo – engañado a más no poder – sonaba sus cacerolas y aguantaba sol y sed en largas marchas que jamás llegaron a sus programados destinos… y en los intervalos de descanso, se sentaba a ver el programa en Globovisión del Lic. Leopoldo Castillo, “Aló Ciudadano”, donde éramos guaraleados otro tanto, para poder irse a la cama sin tener la más mínima idea de lo que verdaderamente estaba ocurriendo en Venezuela y creyéndose, de verdad-verdad, que se estaba luchando por la patria.
En el medio de aquellos absurdos utópicos, se programaba todo tipo de “eventos patrióticos”, como ciclo-marchas, caimaneras (partidos improvisados entre Soberano Vs. Escuálidos) de futbolito en las autopista, calistenia y bailoterapia… también en el medio de las autopistas; comparsas de samba, pitorreo, caravanas y paremos de contar. Nuestras bellísimas chicas se pintaban sus caras con los colores patrios y mostraban sus ombligos. Hubo hasta un famoso monito titi a quien disfrazaban, en las marchas, con la bandera tricolor. En esos eventos pacíficos, valientes, democráticos y patrióticos que sacarían de Venezuela al régimen castro-estalinista de Chávez, estaba la mano de Elías Santana y su ONG, “Queremos Elegir”… organización no gubernamental que pasó a mejor vida y que hoy recordamos con nostalgia, como recordamos las famosas fiestas decembrinas con las orquestas de La Billo Caracas’ Boys y de Los Melódicos.
Llegó un momento en que mis escritos, todos, estaban dirigidos a criticar aquellas marchas carnavalescas, llenas de una alegría desbordante, serpentinas, confetis y raca-racas… aquellos ejercicios de calistenia que, para combatir al régimen, nos imponía Elías Santana (quien tuvo sus 15 minutos de gloria) y su combo de “comeflores”. Un día recibí una llamada telefónica de un personaje que hoy está en exilio conmigo, con quien desayuno de cuando en vez en la Calle Ocho, quien me explicó que con aquellos eventos, “se estaba calentando la calle”.
Mientras todo esto ocurría del lado de nosotros los escuálidos, oligarcas, pacíficos, “comeflores” y demócratas, las FARC instalaban hospitales y campamentos dentro del territorio nacional, se crearon el FBLN (Frente Bolivariano de Liberación Nacional), los paramilitares de los Tupamaros y de La Piedrita… los escuadrones motorizados de Lina Ron y de otro tercio por ahí, cuyo nombre no recuerdo. La guerrilla colombiana secuestraba ganaderos en los estados fronterizos; se constituía la milicia, que en Venezuela le llaman “La Reserva”; nos inundaron al país de cubanos castristas que depredaban, impune y descaradamente, las riquezas de nuestros suelos y se las llevaban a Cuba, día-a-día por el puerto de Guanta, en el oriente de Venezuela. Se organizaban los Círculos Bolivarianos (similares a los CDR cubanos, “Comité de Defensa de la Revolución”); Chávez buscaba presupuesto para comprar todo tipo de armamento bélico… el narcotráfico a millón, el hampa desatada… y nosotros bailando y haciendo ejercicio en pro de la libertad. ¡Insólito!
Casi al final de aquel tareco apodado “Mesa de Negociaciones y Acuerdos”, comenzó otro más absurdo aún: El Paro General, que luego se convirtió en indefinido. Los miembros convocantes al paro debieron haber tomado en consideración que no sería un paro, que no sería general y que mucho menos sería indefinido.
Pero hay más. En uno de los reportes que al final de cada día eran ofrecidos a la prensa nacional por parte del moderador de aquella mesa, César Gaviria Trujillo, le jaló las orejas al régimen por aupar lo que ya se perfilaba en el país como un paro general. Para muchos – Gaviria incluido – era más que evidente que el propio régimen estaba interesado en aquella huelga nacional. ¿No se dieron cuenta nuestros líderes? “A falta de un bloqueo, bueno es un paro”, pareciera haber pensado Hugo Chávez ante aquel “flaicito” al pitcher.
Así como Castro siempre le había echado mano al bloqueo norteamericano para justificar su inducido desastre económico en la isla de Cuba, Chávez le echaría mano al paro para justificar lo que vino después. La culpa de todos los males de Venezuela la tendría, por un ratico, el paro… ¡y los golpistas! Luego: “El Imperio”, Bush (su socio), la baja de los precios y la crisis económica mundial “global”.
Es muy cierto. Un paro general, sostenido e indefinido hubiera acabado con todos nuestros males de entonces, pero los líderes de la oposición no estaban dispuestos a llevar a cabo un paro-paro, de verdad-verdad… y el pueblo no supo cómo pararse ni mucho menos, cómo paralizar al país de una manera generalizada y sostenida: no había nacido todavía el concepto depurado de “La Guarimba”, una de las evidentes pesadillas de Chávez.
Lo que terminó habiendo en Venezuela fueron unas prolongadas vacaciones colectivas, remuneradas para muchos, no-remuneradas para otros. Por ejemplo, algunos colegios privados obligaron a los padres y representantes a cancelar a los maestros los salarios caídos producidos por el paro; los bancos y los supermercados abrían unas horitas nada más. La mayoría de los buenos restaurantes – al menos en Caracas – hicieron su agosto con clientes huelguistas que por las noches iban a evaluar los resultados del paro, mientras devoraban grandes cantidades de comida y bebidas alcohólicas. La gasolina escaseaba, pero la misma Guardia Nacional se metió en el negocio de su distribución en el mercado negro. Al finalizar el paro no sabíamos qué hacer en nuestra finca con tantos pipotes repletos de gasolina.
Al fracasar aquel paro que no fue paro, se perjudicó la opción de la sublevación activa, generalizada y sostenida… de verdad-verdad y el régimen salió victimizado. ¿No supieron predecir, los líderes de la oposición, las consecuencias de un posible fracaso antes de convocar al pueblo a aquel paro, como, evidentemente, era la intención del régimen? ¡Quién sabe quién maquinó aquel paro!
Si ese paro se le hubiera montado a Rafael Caldera, hubiera caído en menos de una semana. Pero un paro así no le hizo ni coquito al régimen insolente de Hugo Chávez. Eso lo debió haber contemplado la dirigencia de la oposición. En su momento y antes de que se produjera el fracaso, lo advertimos y lo publicamos en un artículo titulado, precisamente, “El Paro”. En su momento, también advertimos que ante la posibilidad de perder el referéndum del 15 de febrero de 2009, en “buena lid”, teníamos que haberlo evitado, echándole mano a la montaña de excusas que teníamos frente a nuestras narices, ya que todo estaba en contra de la verdadera oposición: ¡todo!
Lo mismo sucedió con la huelga de PDVSA donde miles de familias quedaron desamparadas, y lo que fue peor: le entregamos al régimen, mansamente, la empresa más estratégica e importante del país. En su momento y ante los concurrentes de PDVSA en la llamada “Plaza de la Meritocracia”, lo denunciamos sin pelos en la lengua… luego lo publicamos en la red y en varios periódicos del país, en un artículo titulado “Hablando Claro”. Muchos decían que Chávez no se podría dar el lujo de despedir a MILES de empleados de PDVSA… y se lo dio. Otros decían que al ser PDVSA la caja chica del régimen, Chávez no se atrevería a perjudicarla… ¡y la perjudicó! El régimen incrementó la deuda que se encontró en PDVSA de $ 2mil millones a $ 20mil millones, perdiendo dinero a manos llenas, derrochando, robando y repartiendo. Para la fecha en que terminamos de escribir este libro, los bonos de PDVSA estaban por el suelo, con un valor casi similar al que tenían los marcos alemanes recién terminada la Segunda Guerra Mundial.
No es hoy, años después del desastre, que nos alentamos a las críticas. Mucho que lo hicimos en su momento y DESDE la propia Venezuela. Fui invitado en varias oportunidades a dar conferencias sobre el castro-estalinismo, tanto en INTEVEP (en Los Teques) como en Chuao, en la “Plaza de la Meritocracia”, donde se reunían los disidentes de PDVSA. Ahí siempre hablé claro y dije que por esa vía no deberían de ir los tiros. Que había que sublevar al país nacional y que Chávez se alzaría con la primera empresa del país, como en efecto hizo… y que al final se alzaría con el país entero: ¡como acaba de hacer el 15 de febrero de 2009! Cada vez que le hablaba a la gente de PDVSA, al final de mis conferencias, recibía cualquier cantidad de comentarios que me hacían pensar que, en el fondo (y no muy hondo), muchísimos de ellos estaban de acuerdo con lo que yo decía y proponía y, lo que era peor, estaban pensando que había sido un inmenso error haber buscado aquella estéril e inocua confrontación, aunque yo siempre les dije que más tarde, o más temprano, si no nos sublevábamos todos, todos perderíamos todo… y que al final todos seríamos afectados como serían afectados ellos.
En unas de las conferencias para los disidentes de PDVSA, narré una anécdota sobre Fidel Castro. Resulta que en su Luna de Miel por Estados Unidos, Castro se reunió con su cuñado, Rafael Díaz-Balart, quien vivía entonces en la ciudad de Nueva York. Por aquellos días se produjo un asalto a un banco, al más puro estilo de las películas de Hollywood. Fidel Castro le hizo a su cuñado el siguiente comentario: “no hay que robar a los bancos… ¡hay que robarse los bancos!” Con la huelga de PDVSA, los disidentes ayudaron a Chávez, no a robarle a la principal empresa del país, como seguramente lo hacían los gobiernos anteriores, sino a robarse la institución completa, como Castro, años más tarde, se robaría todos los bancos de Cuba y, luego, la isla entera.
Era más que evidente que aquella huelga de PDVSA no llegaría a nada saludable para la oposición, aunque el grueso del pueblo opositor se emocionó con ella. En una oportunidad llegamos a pensar – y así lo publicamos – que aquella huelga había sido cocinada por el régimen. Chávez, al final, se quedó solito con PDVSA y se sacudió de miles de empleados que se habían identificado con la oposición. Aquella huelga terminó siendo para PDVSA lo que la Plaza Altamira fue para las Fuerzas Armadas, es decir: un excelente ejercicio de depuración. Peor aún: aquellos líderes de la oposición dentro de PDVSA, que cayeron en la trampa del régimen y provocaron, indirectamente, la desgracia de tantas familias de “petroempleados”, siguieron ejerciendo un liderazgo nacional, convirtiéndose en héroes, cuando en países como Japón, hubieran tenido que hacerse el harakiri.
Justamente, comenzando el año 2003, todos los jueves transmitía desde Venezuela el programa radial “Mesa Redonda”, que desde hacía muchos años dirigía (y todavía dirige) en Miami el periodista cubano Armando Pérez Roura. Uno de esos programas lo hice con Enrique Mendoza, desde sus oficinas en la Quinta La Unidad, sede de la hoy-desaparecida Coordinadora Democrática.
Luego de la entrevista, ya fuera del aire, nos pusimos a conversar. Mendoza me mostró un video que había recibido sobre el proceso opositor cubano, donde aparecían las multitudinarias marchas que los cubanos hicieron al principio de la revolución, para protestar por los desmanes, el engaño, la traición y el incumplimiento de Castro. Incluso, se mostraba – en el video – una procesión de punta a punta de la isla, con la virgen de la Caridad del Cobre a cuestas. El mismo Mendoza me comentó lo mucho que aquellas protestas se parecían a las que los venezolanos se habían acostumbrados a llevar a cabo en Venezuela, pero sin la algarabía de fiesta… las madres cubanas vestidas de negro y con caras largas: en silencio, llorando a sus hijos muertos en el paredón de fusilamiento.
Al final de nuestra reunión, y cuando ya me estaba montando en el carro para regresar a mi casa, Enrique Mendoza no se pudo aguantar y me preguntó: “¿Tú ves la cosa muy jodida, no Robert?” Le iba a responder, pero me contuve. Esa pregunta me la estaba haciendo el máximo líder de la oposición, el mismo a quien yo le había dicho al aire, una hora antes, que “estaba hediondo a presidente…” ¡No era nada lo del ojo, y lo llevaba en la mano!
La ignorancia con respecto al enemigo ha sido generalizada. Cubanos de vieja data en la lucha contra el castro-estalinismo, han perdido la brújula en el largo camino por el mundo, a raíz de la toma del poder de Castro en la isla.
El escritor cubano, Héctor Carbonell Arenas, escribió un libro en el año 2002 titulado “Bolívar en Llamas”, ISBN 1-890829-19-6, en el cual dice muchas, muchísimas verdades. Sin embargo, a partir de la página 53 se encuentra un capítulo titulado “RECOMENDACIONES AL EJECUTIVO NACIONAL”. El mismo comienza de la siguiente manera:
“No obstante, sería incongruente no hacer algunas sugerencias, que de ser aplicadas, estoy seguro le devolverían al pueblo venezolano su confianza en un destino mejor y le permitirían al Presidente Chávez terminar su mandato en paz.”
A continuación expone una serie de sugerencias sobre el desempleo, el fortalecimiento de las relaciones con nuestros socios comerciales naturales, la importancia de la descentralización, el cese del fraccionamiento de la sociedad venezolana entre ricos y pobres, la garantía de la pulcritud e independencia del poder judicial, la privatización de todas aquellas empresas que están dando pérdidas en mano del Estado, el aumento de la garantía de Fogade para los depósitos bancarios del público (algo así como el FDIC en Estados Unidos), la reducción – razonable – de los impuestos, la definición de los fondos de pensiones, la separación de los delincuentes primarios de los reincidentes y el mejoramiento del sistema educativo.
El Dr. Carbonell Arenas, quien cumplió condena política en la Cuba de los Castro y vivió muchos años en Venezuela, selló ese capítulo de recomendaciones a Chávez de la siguiente manera: “Por último, sacúdase de tantos marxistas frustrados que pululan a su alrededor como caimanes en boca de caño. Carlos Marx aborreció a Simón Bolívar, lo tildó de cobarde y corrupto. Ningún bolivariano de corazón puede ser marxista. Y, por favor, olvídese de Ezequiel Zamora, que vivió denunciando a los oligarcas, pero tuvo esclavos y terminó su vida siendo un latifundista de la alta sociedad.”
Es evidente que el amigo Carbonell tenía muy buenas intenciones cuando escribió su libro y estaba muy lejos de pretender percibir con él algún beneficio político, dentro o fuera de Venezuela. Su buena fe está más que garantizada.
No se entiende cómo un cubano que vivió el castro-estalinismo en su país y que conoció, de cuerpo presente, cómo Castro utilizó la miseria creada por él en Cuba como una herramienta a su favor, para provocar el éxodo masivo de la clase media durante décadas (hasta que acabó con ella) y para mantener a los cubanos que se quedaron en la isla en una miseria más que crítica, buscando el hueso cada día con el cual cocinarle el caldo de la noche a su familia, pudo haber pensado que Chávez le haría caso y que si había fracasado en darle paz y prosperidad a su pueblo era porque no había sido bien asesorado y no porque era (es y será) parte de ese absurdo manual para amasar el poder eternamente… incluso, hasta después de muerto!
Un ex alcalde venezolano con muchas horas de vuelo en el ruedo político nacional, ex diputado al Congreso y ex asesor de Francisco Arias Cárdenas cuando éste hizo el paripé de lanzarse como candidato presidencial en función de gallo tapado, me aseguró, el 31 de diciembre de 2003, que Chávez tenía sus días contados porque no estaba mejorando, para nada, el desastre económico que heredó del nefasto presidente Rafael Caldera. Hoy ese experimentado político vive asilado en Miami y fue uno de los que conformó, hace poco, el “Bloque del No”, para darle vida y legitimidad al hiper-mega fraude del 15 de febrero de 2009, en lugar de participar en bloque para evitar que tal burdo montaje comicial se llevara a cabo para insistir en un tema que ya había sido votado con anterioridad, como fue la propuesta que un puñado de venezolanos de Miami le hicimos al exilio y al pueblo de Venezuela desde Estados Unidos, evento que se realizó – sin mayores éxitos – el 31 de enero (de 2009) en los salones del antiguo Hotel Radisson de Miami, auspiciado por la Fundación Interamericana por La Democracia y con la participación de miembros del exilio nicaragüense y cubano.
Pareciera ser que el grueso de los políticos y del mismo pueblo opositor venezolano, todavía no ha llegado a la conclusión que un capítulo de ese “Manual del Castro-Estalinismo Moderno”, trata – justamente – de cómo destruir las economías de los países arrebatados por ese sistema. Si para mejorar la economía, el mundo está de acuerdo en promover la mayor descentralización posible, los tiranos al frente de un país regido por un sistema castro-estalinista (con sus pertinentes actualizaciones), son inducidos, por ese manual, a centralizarlo todo en sus propias manos… ya no en la capital del país, donde radica el poder político y militar más absoluto.
Si estuviésemos ante un gobierno malo más, dentro de aquello que a Chávez le dio por llamar la “Cuarta República”, sería muy conveniente remachar en el fracaso económico del equipo gobernante bolivariano. Pero ante un régimen donde la política había dejado de tener sentido alguno, insistir en ese punto era poco menos que arar en el mar. Aquí no había que demostrarles a los electores venezolanos que Chávez era (y es) un desastre para el país, porque a la hora de contabilizar esos votos, no importaba por qué o por quién se votó, es el régimen quien, a través del C.N.E. decide los resultados. ¿Qué sentido tiene llevar a cabo una campaña electoral? Todo ha sido un burdo engaño.
Las cifras económicas, por ejemplo, del antes y del después de Chávez, así como del antes y del después de Castro, están al alcance de un teclado en cualquier computadora que tenga acceso a la Internet. Sería, además, una sencillez incalculable el tratar de divulgar los fracasos económicos y el resto de los desmanes del régimen de Venezuela y Cuba ante la llamada comunidad internacional, porque allá afuera saben - perfectamente bien - cómo encontrar estadísticas micro y macroeconómicas de cualquier país del mundo y saben, además, cuales son los regímenes de pacotilla que ocultan o maquillan sus cifras más allá de lo creíble.
Escuchando a Chávez, en una entrevista que Venevisión le hiciera pocos días antes del referéndum, me dieron ganas de pedirle perdón y de regresar a Venezuela… ¡un país de ensueños! El desempleo casi en cero, el crecimiento del PIB por las nubes y una democracia como jamás ha existido en el planeta Tierra. Fíjense que Chávez le preguntó al periodista que lo entrevistaba si él conocía alguna democracia en el mundo que en diez años de gobierno hubiera llevado a cabo once procesos comiciales. ¿Qué tal? Claro, todos esos procesos fueron posibles gracias a la oposición genuflexa, conchupante, apátrida, traidora y cómplice. Si Chávez hubiera sido peruano, ucraniano, filipino, serbio, argentino o chileno, no hubiera podido darse ese inmenso lujo, porque los dirigentes opositores de esos países demostraron que no estaban dispuestos a bailar al son que sus respectivos dictadores (o presidentes chimbos) tocaban, sobre todo en materia electoral. Gracias a todos esos comicios, por demás fraudulentos, ahora Chávez se puede llenar la boca y dar muestras al mundo de lo participativa que es su democracia. ¡Ná tan buena…! Bueno hubiera sido cilantro, carajo… pero no tanto. No dudo que muy pronto, el sátrapa emule a su mentor – Castro – y le termine preguntando a su pueblo: “¿Elecciones para qué?”
No se extrañen, sin embargo, que ahora en Cuba comiencen a hacer elecciones “transparentes”, “debidamente” supervisadas por Jimmy Carter y con la participación de algunos conchupantes que ya hace rato los están promoviendo entre algunos “disidentes” medio dudosos. Cuando esa “oposición bellaca” se conforme en Cuba, lo cual no duden que será más pronto que tarde, veremos – entre los dirigentes de esa “oposición” – al otrora Comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, quien no podrá ser candidato a la presidencia por no haber nacido en Cuba.
Todo será en función de “democratizar” a Cuba y de ayudar así a que el gobierno norteamericano normalice sus relaciones con la isla, buscando acaparar a ese mercado virgen de 12 millones de futuros consumidores que se encuentra a tiro de piedra de la costa sureste de Estados Unidos, nada más que a 90 millas de distancia. Los cubanos, gracias a esa “apertura”, tendrán suficientes dólares para endeudarse e inscribirse – apresuradamente – en el club de la sociedad de consumo, pero al estilo de Vietnam.
A ver: apuesten. ¿Quién ustedes creen que ganaría esas elecciones? En Miami todos los cubanos dicen que el proceso de Venezuela es una copia del proceso de Cuba. Cuidado y el nuevo proceso de Cuba no termine siendo una copia del proceso venezolano y los cubanos terminen siendo dirigidos por un neoliderazgo conchupante. Habrá que estar muy pendientes, porque el libreto que salió de La Habana para mantener a estos nuevos regímenes del Socialismo del Siglo XXI, pudiera aplicarse en una “nueva” Cuba: ¡venezolanizada!
En una oportunidad un altísimo dirigente del Partido Socialcristiano Copei me dijo que el caso de Cuba era muy diferente al de Venezuela, porque en Cuba lo que había era azúcar, mientras que en Venezuela hay petróleo que es el commodity que mueve al mundo, queriendo decir que Cuba no tenía importancia alguna para los intereses de Estados Unidos y, por lo tanto, no era prioridad ponerle un parado a Castro.
Precisamente, ha sido el petróleo el factor que más ha ayudado a atornillar a Chávez, entre muchos otros, en el poder. Tan importante ha sido, que se asoció con la multinacional de los Bush – la Halliburton – para consolidar unos padrinos quienes, según los entendidos, son más poderosos que el más poderoso de los gobernantes de cualquier país del mundo industrializado. Las ganancias que debe estar obteniendo la Halliburton, con sus negocios directos e ilícitos con Chávez, son tan importantes y voluminosas que a quien se le ocurra desestabilizarlos en alguna forma, sería hecho out por regla. Se permitiría meterse con el santo, pero jamás con la limosna. Se podría jurungar la cadena, pero sin meterse con el mono.
Hacer negocios con un tirano es más fácil que pelar mandarinas con las uñas largas. No hay que cumplir con los requisitos de las licitaciones ni estar sobornando a senadores o a diputados. Es directamente al pulmón, con el tirano mismo. Si esos negocios son cuadrados por elementos poderosos a nivel mundial, el evento se convierte en un paseo por el campo, en un soleado día de primavera.
El valor estratégico que Cuba demostró tener para Estados Unidos no se puso en evidencia plena hasta que se produjo la “Crisis de Octubre” (o “Crisis de los Misiles”), cuando los soviéticos instalaron en la isla misiles con cabezas nucleares que tenían la facultad de desaparecer del mapa a todas y cada una de las grandes ciudades norteamericanas, con la excepción de Seattle, en el Estado de Washington, por estar esta ciudad fuera del alcance de los cohetes soviéticos de entonces. Sin embargo, lo que en un momento pareció ser el fin del castro-estalinismo en Cuba, en el año de 1962, fue el evento que atornilló a Castro, sin muchos tormentos, en el poder. La “Crisis de Octubre” se convirtió para Fidel Castro en eso que los cristianos-evangélicos llaman una “bendición oculta”.
Se ha comentado con insistencia que fue el propio Castro quien filtró hacia la CIA las pruebas de las bases nucleares en Cuba, para provocar la crisis que culminó en el “Pacto K-K” (Kennedy-Kruschov), donde Estados Unidos se comprometió, no sólo a respetar al régimen de Castro, sino a velar porque desde suelo norteamericano no saliera expedición bélica alguna que pusiera en peligro la seguridad del castro-estalinismo en la isla. Esos polvos trajeron estos lodos que hoy nos perturban tanto en la América sub-continental, desde México hasta la Patagonia.
Luego Cuba demostró tener un valor casi tan importante como el estratégico militar: el valor de frontera. Cuba, junto con México, conforma la frontera sur de Estados Unidos. El 28 de septiembre de 1965, en uno de esos pases de luna que afectaban a Fidel Castro, como pareciera también afectar a Hugo Chávez, el tirano de Cuba anunció – en un acto público celebrado en La Habana – que el pequeño puerto pesquero de Camarioca, al norte de la provincia de Matanzas, sería abierto para recibir a las embarcaciones de cubanos que, procedentes de Estados Unidos, viajaran a la isla para recoger a sus familiares. Era, además, una gran manera de dejar escapar un poco de ese vapor que en su momento hubiera sido un peligro de explosión en aquella olla de presión que siempre ha sido la isla de Cuba.
Fue, además, la primera vez que Castro utilizó la emigración masiva como un arma política en su conflicto permanente con Estados Unidos. La medida tomó por sorpresa a las autoridades norteamericanas, las cuales, también por primera vez, enfrentaban una emigración masiva provocada deliberadamente por un país extranjero.
En 1980 se produjo el famosísimo “Éxodo del Mariel”, a través del cual llegaron a Estados Unidos más de cien mil cubanos con la intención de quedarse en ese país como refugiados políticos. Entre los que llegaron a las costas norteamericanas, venían unos cuantos cientos de criminales tapiñados y enfermos mentales, que Castro metió de contrabando entre los miles de barcos que llegaban a Cuba para recoger familiares de cubanos que ya estaban residenciados en tierras de libertad. En 1994 reventó lo que se conoce como “La Crisis de los Balseros”, en la cual decenas de miles de cubanos lograron arribar a las costas norteamericanas para solicitar asilo político.
Uno de los grandes temores del gobierno norteamericano ha sido una explosión social en Cuba dentro de la cual miles y miles de cubanos se lancen al mar, superando con creces, aquella avalancha de los balseros, donde se calcula que más de 70mil cubanos perdieron sus vidas en la peligrosa travesía, intentando cruzar el peligrosísimo Estrecho de La Florida.
Que a nadie le quepa le menor duda: Cuba es una “prioridad prioritaria” para Estados Unidos de América… una papa bien caliente que solamente dejará de serlo el día en que la isla retorne a la normalidad. Alegar que Cuba no tiene importancia para las autoridades norteamericanas pero que Venezuela sí, queriendo decir que los norteamericanos no abandonarían a los venezolanos a la misma suerte que han corrido los cubanos por medio siglo, es – sencillamente – infantil.
Combatir un régimen de ese corte se escapa a todos los parámetros políticos que nuestros dirigentes habían conocido en épocas anteriores. No se trata de repeler militarmente una invasión, como la que produjo Castro en la Venezuela en épocas de Betancourt. Las reglas han cambiado diametralmente. Se juega en el mismo terreno, como si se empleara un campo de fútbol, pero para jugar beisbol. Nuestros líderes, por aquello de estar vestidos de futbolistas y de encontrarse en un campo para jugar fútbol, se han dado a la tarea de observar las reglas del balón pie, a pesar de que el equipo contrario se presentó en el campo con guantes y bates y, para colmo de colmos, vestido de peloteros grandes ligas. Vale decir: nuestros dirigentes insisten en jugar bajo las reglas democráticas y el enemigo emplea tácticas dictatoriales. Aún así, esos dirigentes de la oposición fueron exitosos en venderle al pueblo que aquella estrategia pacífica y democrática daría buenos resultados, cuando ellos – los líderes – sabían que nos estaban remontando al salvajismo político de los años sesenta y setenta, del siglo pasado y que, más tarde o más temprano, ese pueblo se daría cuenta de dónde se habían encaramado con la ayuda de tanto pacifismo y democracia.
Quizás el ejemplo de cómo hemos malinterpretado al enemigo, lo podemos encontrar en una excelente entrevista que, desde Venezuela, le hiciera Orlando Urdaneta a ese ícono del periodismo venezolano, Oscar Yánez, también conocido como “Chivo Negro”.
Oscar Yánez — Vamos a definir, primero, lo que es el ñu. El ñu es un animal de las planicies africanas idéntico a un toro. Tiene cabeza de toro, patas de toro y rabo de toro… pero no es toro. Entonces, si un andaluz, por más avezado que sea, ve a un ñu… o un gran matador de toros, que no conozca al ñu, ve a un ñu y pretende torearlo: es muerte segura, porque el ñu no entiende ni va al capote. El ñu simplemente, cuando te ve a ti, te saca la lengua, verdad… le hace a las patas así, y tú crees que va a arrancar y no arranca. Viene, entonces y pone la cabeza para que tú se la rasques y cuando se la estás rascando, clack: te clava el cuerno en el estómago y estás muerto.
Entonces, la pregunta es esta: un gran torero… o un torero, no puede confundir nunca a un ñu con un toro o a un toro con un ñu, porque el resultado es muerte.
Si aquí en Pamplona (en las Ferias de San Fermín) se filtrara, entre todo aquel ganado de casta, un ñu, hay muerte segura… muerte segura, porque los verdaderos toros no aceptan la compañía del ñu. El ñu solo se reúne con ñus.
Entonces, automáticamente, cuando alguien va a agarrar al toro por los cachos, que es lo que hacen en Pamplona, él se deja agarrar… pero se deja agarrar para matarte.
En la política venezolana está pasando lo mismo. Nosotros pretendemos oponernos a un régimen con la faena clásica que se usa para un político. Pero aquí no está gobernando Caldera, Carlos Andrés Pérez, Lusinchi, Luis Herrera, no. Esos son toros. Aquí está gobernando un ñu. Por lo tanto el ñu no entiende ese sistema. Hablando en un lenguaje criollo: para salir de Chávez, no se pueden utilizar métodos democráticos y lo digo con toda responsabilidad, porque Chávez no conoce los métodos democráticos.
Orlando Urdaneta — Definitivamente no ha aplicado uno solo en su acción.
Oscar Yánez — Es que no los conoce y además, está haciendo un juego muy inteligente y es que mientras la oposición insiste en las marchas, en denunciar las cosas que ocurren, él está trabajando con hechos. Nosotros predicamos y él está trabajando con hechos. ¿Cuáles son esos hechos? Los que ustedes conocen, simplemente, quien ridiculice al presidente va preso, censura previa… porque él necesita una dictadura de carácter constitucional. Y si nosotros nos ponemos a pensar que la oposición internacional va a sacar a Chávez del poder, estamos equivocados.
El connotado periodista venezolano, Roger Vivas, vocero de la línea dura e intransigente del verdadero exilio en Miami en contra del régimen de Chávez, distinguió lo que para él era esa oposición conchupante, denigrante, apátrida y traidora de la verdadera oposición patriótica, resaltando dos preposiciones: “de” y “a”. Vivas, ex diputado a la Asamblea del estado Mérida, define a la oposición genuflexa como la “oposición DE Chávez” (la que él controla), mientras que la verdadera oposición es la “oposición A Chávez”.
Entre los líderes de la oposición DE Chávez y los elementos del régimen, comenzando por el mismo Chávez, se encasilló a la opción de la sublevación cívica dentro de las herramientas inconstitucionales, anti democráticas, brutales, incivilizadas, golpistas y salvajes. Ya nos habíamos olvidado que apenas Chávez salió de prisión, luego de haber sido su causa sobreseída por el presidente Caldera, convocó una sublevación al estilo del “Mayo Francés”, cargada de violencia, muerte y desgracia. Aquella salsa que Chávez sugirió para aderezar la ensalada venezolana de entonces (ver el siguiente video: http://www.mrr.name/VIDEO10.htm), no era buena para este nuevo mejunje donde los perjudicados serían él y su infausto régimen. Una vez más, los líderes de la oposición DE Chávez fueron descartando la posibilidad de una sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida (aunque no-violenta) y reforzando la ilusión óptica y utópica de la vía electoral, para lograr la recuperación de la Venezuela que habíamos perdido.
Todavía ayer, ante lo que se anunciaba como el más grande fraude de la era republicana venezolana, la que se materializó en el referéndum de febrero de 2009, los líderes de la oposición DE Chávez insistían en jugar al fútbol con un contrincante que bateaba de jonrón… para luego quejarse ante los árbitros, que eran los miembros de un cartel a sueldo del enemigo, previamente aceptados y legitimados por ellos.
Al final del camino, la sociedad venezolana, tal vez ante la realidad que representaba el embarque de sus líderes, sembró todas sus esperanzas en los muchachos universitarios. Era como si hubiéramos enviado a los niños peloteros del equipo “Los Criollitos” (un magnífico equipo infantil venezolano), a decidir la suerte de Venezuela en una serie mundial contra los Yankees de Nueva York. Si el régimen les había dado mil vueltas a los experimentados políticos tradicionales, como Ramos Allup, Ledezma, Mendoza… y paremos de contar: ¿cuántas no les darían a estos muchachos que se estaban estrenando en el campo político ante semejante monstruo de diez mil cabezas?
Una de las especialidades del castro-estalinismo la encontramos en el campo de la infiltración. Todos y cada uno de los movimientos de resistencia en Cuba, fueron desmantelados por la sistemática infiltración y sus activistas terminaron en el paredón, en las cárceles o en el exilio. Lo más lógico era suponer que esa dirigencia estudiantil sería infiltrada por el régimen… ANTES de que el digno y valeroso movimiento de los estudiantes hubiera llegado a convertirse en un verdadero peligro para el régimen.
Enfrentársele a un régimen como el de Chávez en Venezuela, además de conocer a fondo al enemigo que teníamos delante, requería de una voluntad política que debió haber ido mucho más allá de los intereses partidistas para mantener eso que se ha dado a llamar los espacios políticos. Era necesario un desprendimiento personal y el haber estado dispuesto a perderlo todo, la vida inclusive.
“Si no puedes con tu enemigo, únete él.”
Dejando a un lado la impresionante ignorancia que nuestros líderes han demostrado tener del enemigo que dicen o alegan haber combatido, entramos en un terreno mucho más escabroso: el de la conchupancia.
Una muestra clara y evidente, para mí, de esa conchupancia y complicidad, la encontramos en el caso de Herman Escarrá, quien desde las filas del Comando Nacional de La Resistencia (CNR), comenzó a preparar al pueblo para una “insurrección”, como él le llamaba a lo que yo le llamo sublevación cívica. No sólo eso: una insurrección con desplazamiento al Palacio de Miraflores, en lo que él llamaba “La Gran Marcha sin Retorno”. Jamás explicó dónde se iban a proteger esos “marchantes”, cuál era la logística, etc. Pero lo que es peor, jamás fue citado a la Fiscalía para que respondiera por ese abierto llamado a la insurrección nacional. Era lógico que tanta permisividad confundiera al más lerdo.
Un buen día, ese comando de “resistencia”, convocó a sus seguidores a una especie de “convención”, donde el Dr. Herman Escarrá sería el orador de orden, a quien le tocó exponer la estrategia para evitar que se diera el “referéndum”, en el año 2007, para la llamada “Reforma Constitucional”.
El evento político lo comenzó “El Comandante Iván Ballesteros”, uno de sus más altos dirigentes, hablando NORMAL, sin imitar a los charnequeros ni a Julián Pacheco, un famoso cómico de los inicios de la televisión venezolana, que hablaba “malandreado”, como los “chucheros cubanos”.
Ballesteros, quien en sus programas de radio (para hacerse popular con el populacho) habla como un chuchero, comenzó recordando cómo el CNR (Comando Nacional de la Resistencia) retiró a sus candidatos de las pasadas elecciones para escoger a los diputados de la Asamblea Nacional, porque no serían partícipes de UN FRAUDE y no iban a avalar, con su participación, el FRAUDE DEL GOBIERNO NACIONAL, donde el oficialismo acudió solo a la contienda. Sin embargo, a la “vuelta de la esquina”, algunos de sus ALTOS dirigentes cambiarían de opinión y participarían en la farsa electoral que, más tarde (en diciembre de 2008), llevó a uno de sus más importantes líderes, Antonio Ledezma, a la Alcaldía Mayor de la ciudad de Caracas, AVALANDO un NUEVO FRAUDE. ¿Qué había cambiado entonces? ¡Nada!
Por aquellos días en que se produjo la “explosión mediática” de los conchupantes del CNR, estaba de director del semanario miamense, “Venezuela Sin Mordaza” (a la cual, posteriormente, su propietario le pondría una gran mordaza) y le enfilé los cañones y el resto de la artillería, a todos los líderes de esa nueva organización política, en especial al que estaba haciendo más ruido: Hermán Escarrá.
Los lectores venezolanos de ese nuevo semanario que se distribuía – gratuitamente – en Miami y sus alrededores, no entendían mi posición. Algunos llegaron a tildarme de “cubano infiltrado del castro-estalinismo”, otros de divisionista e, inclusive, de disociado: un desadaptado social.
Mis lectores no entendían cómo podía atacar, de manera tan vehemente, al líder que estaba dando la hora en “contra” de Chávez, para evitar que el régimen lograra sus objetivos de convertir – constitucionalmente – a Venezuela en un país castro-estalinista. Yo, sin embargo, sabía lo que escribía y los estaba “esperando A TODOS ELLOS en la bajadita”.
Ballesteros continuó asegurando que ellos tenían que ser CLAROS y mantener una posición ante sus seguidores. Aseguró que el haber aspirado (en los comicios parlamentarios) a una “posición” (un cambur o botella), hubiera sido un acto de traición. ¿Qué había cambiado para que en las “elecciones” regionales del año 2008 buscaran “posiciones” en alcaldías y gobernaciones? Ballesteros concluyó su participación asegurando: “NO SE PUEDE PARTICIPAR EN NINGÚN PROCESO ELECTORAL, PORQUE NIGUNO DE ELLOS TIENE VALIDEZ NI TRANSPARENCIA”.
Fue “El Comandante Ballesteros” quien presentó al Dr. Herman Escarrá, “Escarrá El Malo”, como – jocosamente – le llama “el Sr. Chávez”, para diferenciarlo de “Escarrá El Bueno”, Carlos Escarrá, hermano de Herman, quien está – ABIERTAMENTE – con el régimen… sin engañar a nadie. ¿Será que por eso Chávez lo llama “bueno”?
Escarrá, “El Malo” (el tremendamente MALO), comenzó advirtiéndole a la audiencia que “había que evitar el zarpazo”, que suponía aquella “reforma de la constitución”, pretendida por el régimen para – entre muchísimas otras cosas – eternizar a Chávez en el poder. Escarrá acusó al “señor presidente” de ser un USURPADOR DEL PODER EN VENEZUELA desde agosto de 2004, cuando trampeó el llamado “Referéndum Revocatorio”. Habló de la corrupción de todos los poderes públicos, aunque días después introdujo un “escrito” en el Tribunal Supremo de Justicia, al total y más absoluto servicio del régimen.
Denunció a los “opositores falsos”, a los que yo llamo “conchupante”, quienes – según él – se colocan de cuclillas ante el hombre fuerte, Chávez. Continuó ASEGURANDO que esos “opositores” (los conchupantes), no pueden ver una elección, porque de inmediato llaman al pueblo (demócrata) a participar en ellas, para ser engañado y frustrado… nuevamente. Un añito después, Herman Escarrá se lanzaría como candidato a gobernador por el estado Anzoátegui y, por supuesto, sería uno de los “opositores” que volvería a llamar al pueblo a participar en una nueva trampa y, como ya dije, Antonio Ledezma – uno de los grandes “resistentes” del CNR – se anotaría como candidato a Alcalde Mayor, siendo favorecido por el régimen, quien aceptó su victoria, muchos dicen, que para darle un “golpe de estado” interno a Aristóbulo Isturiz y así minimizar su poder dentro del partido oficialista, P.S.U.V. (Partido Socialista Unido de Venezuela), una maniobra que se repetiría en el estado Miranda, donde se dejó fuera del poder político directo a Diosdado Cabello, el “promotor” del llamado “Chavismo sin Chávez”, considerado el “sucesor natural” del sátrapa de Sabanetas dentro del partido oficialista y de la “revolución bonita”: ¡la bolivariana!
En una primera instancia aseguró que no le iban a pedir un derecho de palabra a las “entidades deslegitimadas” (sic), como la Asamblea Nacional, el C.N.E. (Consejo Nacional Electoral) y al TSJ (Tribunal Supremo de Justicia), aunque más adelante – en su discurso – rectificó alegando que introducirían un “escrito” como “registro histórico”, para que nuestros hijos… y los hijos de nuestros hijos no dijeran que no se hizo nada.
Cuando Chávez convirtió la Alcaldía Mayor, ya “en manos” de Ledezma, en un Departamento de Asuntos Sin Importancia, éste último le pidió al C.N.E. (una entidad requetedeslegitimada) que organizara un nuevo “referéndum”, para que el pueblo decidiera si procedía o no la decisión de Chávez de nombrar a una SUPRA-ALCALDEZA MAYOR, dejando a Antonio como la guayabera, es decir: ¡por fuera!
Escarrá continuó resaltando en su discurso el “coraje” de los miembros del CNR, advirtiendo que seguirían demostrando el mismo “coraje” cada vez que fuese necesario. ¿Y dónde metieron ese “coraje” los miembros del CNR en el año 2009, cuando Chávez decidió volver a convocar al país para decidir, esta vez por la vía de la “enmienda”, lo que no se decidió en el “referéndum” del año 2007 por la vía de “la reforma”, el mismo perro con diferente collar?
Escarrá, reconocido profesor universitario de Derecho Constitucional y uno de los constitucionalistas que le dio vida a “La Bicha” (La Constitución Bolivariana), explicó en su encendido discurso por qué aquel “referéndum” (el de 2007) era INCONSTITUCIONAL Y UNA TRAICIÓN A LA PATRIA, pero jamás nos explicó lo mismo sobre el “referéndum” del año 2009, el cual – además – trataba sobre un tema “votado”… o “cosa juzgada”, como dicen los abogados, muchísimo más INCONSTITUCIONAL – a todas luces – que el primero.
Escarrá denunció cómo el régimen tenía planeado desplazar al PODER CIVIL, en las alcaldías y gobernaciones, por el PODER MILITAR, sin embargo, esto no fue un impedimento para que él aspirara a una parcela de ese “desplazado” poder civil, como gobernador de Anzoátegui, de haber llegado a la gobernación de ese estado en las “elecciones” del año siguiente.
Luego comenzó a leer un largo documento en donde relacionó todo lo que el régimen intentaba hacer para convertir a Venezuela en un país abierta y constitucionalmente castro-estalinista. Muchas de esas “planificaciones” ya se habían llevado a cabo o habían comenzado a hacerse realidad, ANTES DEL “REFERÉNDUM” DEL AÑO 2007, que tanto le preocupaba al Dr. Escarrá y al combo conchupante del CNR… otras se materializaron en el camino, sin necesidad de que aquel “referéndum” (del año 2007) diese resultados victoriosos al régimen. El resto de ese proyecto está a la vuelta de la esquina, con o sin “referéndum”, pero con la COMPLICIDAD NECESARIA de los conchupantes, entre ellos: los miembros del CNR y del propio Dr. Escarrá, quien aseguró en su discurso que la dictadura de Chávez solo se consolidaría si “ellos” (los miembros del CNR) lo permitían.
El jueves 28 de mayo de 2009, Vicente Díaz, el único – supuesto – rector imparcial del C.N.E. (Presidente de la Comisión de Participación Política y Financiamiento del Consejo Nacional Electoral), publicó un artículo en Globovisión, titulado “¿PARA QUÉ SIRVE EL PUEBLO?”
http://www.globovision.com/news.php?nid=117878
En el mencionado artículo, el rector Díaz nos advierte en relación al “proyecto de reforma de la constitución” presentado por Hugo Chávez, el cual fue derrotado electoralmente: “el pueblo decidió una cosa. El gobierno, Asamblea mediante, hace otra”.
Continúa asegurando el rector Díaz: “sin embargo buena parte de esos artículos se han venido formalizando a través de un abanico de leyes aprobadas o por aprobarse en la Asamblea Nacional. Muchas de ellas aludiendo a un socialismo no materializado en la Ley madre y más bien en abierto desdén para con el pluralismo que ella consagra”.
El rector Díaz se está refiriendo a esa catarata de “planes” contemplados por aquel “proyecto de reforma” que el Dr. Escarrá nos está enumerando, uno por uno, en su escandalosa intervención.
En medio de su aguerrido discurso, en el que el Dr. Escarrá cita frases rimbombantes de personajes que, posiblemente, ninguno de los que allí se encontraban conocía, algunos comenzaron a gritar: ¡GUARIMBA!, ¡GUARIMBA!, pero Escarrá se hace el sordo y ni la comenta. Hubiera sido el escenario perfecto para aprovechar y explicarla en su justa y exacta dimensión… en su lugar mencionó la “resistencia activa”. ¿Cómo así? ¿Se resiste ACTIVAMENTE participando como candidato en unas elecciones, como fue su caso y el caso del líder Ledezma, en la farsa que montó el régimen al siguiente año?
Luego de más de treinta minutos hablando pendejadas y mareando a la audiencia, a más no poder, Escarrá comenzó a explicar cómo sería esa “Gran Marcha Sin Retorno”, que tendría lugar de salida… pero no de RETORNO, en la cual se pretendía – EN TEORÍA SOLAMENTE – desplazar a un gran número de venezolanos hacia un “lugar desconocido” que todo el mundo se imaginaba sería el Palacio de Miraflores… nuevamente.
Era evidente que para Escarrá, como para el régimen (quien seguro tenía infiltrada aquella “convención”) que tal marcha NO SE PRODUCIRÍA JAMÁS. Entre otras cosas, porque el régimen y Escarrá sabían – de eso estoy seguro hoy – que Chávez perdería el referéndum y “aceptaría” la derrota.
Escarrá le puso “fecha cierta” (más o menos) a esa “Gran Marcha Sin Retorno”. Sería para finales de septiembre o principios de octubre de aquel año de 2007. ¡Una sublevación, perdón: una INSURRECCIÓN programada!
La misma no se dio ni en septiembre ni en octubre, como era de esperarse. Sin embargo, al menos nos aseguró que él (y ellos en el CNR) era “leal en el combate” y nos tradujo cómo se comía eso de ser “leal en el combate”: ¡LUCHAR HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS!
La “lucha” que Escarrá terminó haciendo fue en el campo electoral, para hacerle bulto a la contienda – al menos en un principio – en un estado playero en donde jamás, posiblemente, se ha echado un chapuzón y si lo ha visitado ha sido como turista… aunque hubiera nacido en él.
Siguiendo con su discurso, el cual – extrañamente – no fue interrumpido por la DISIP ni por la DIM, Escarrá aseguró que el CNR ha sido la única organización (venezolana) que ha sido firme en sus convicciones.
Al igual que “El Comandante Ballesteros”, Escarrá aseguró que ninguno de ellos estaba buscando “cargo”. Que lo ÚNICO que ellos buscaban era que el día de mañana, cuando se hable de esos hombres y mujeres del CNR, el pueblo y la historia digan que fueron hombres y mujeres que defendieron la dignidad de la nación.
Aseguró que ellos no eran “colaboracionistas” (CONCHUPANTES), sino patriotas que creían en Venezuela, con intenciones de rescatar para Venezuela, esa HISTORIA DE DIGNIDAD.
He aquí a un hombre que está cometiendo un delito flagrante, llamando al pueblo a la insurrección y NO LE SUCEDE NADA. Manuel Rosales, el “pobre”, salía todo el tiempo a cantar “derrota”, llamaba a la paz y al amor… a sacar a Chávez, por la vía de los votos dentro de 14 años (a partir del año 2009), era el más furibundo detractor de “La Guarimba” y terminó “asilado” en el Perú, mientras Escarrá, “El Malo”, anda tan campante por las calles del país, como si jamás hubiera “rompido” un plato. ¿Cómo así? O Rosales tiene un “trompo enrollado” del cual nadie conoce… o todo esto es una farsa: un cuento chino y gótico, además.
Herman Escarrá, terminó asegurando que el CNR se va a insurreccionar, UNA Y OTRA VEZ (¿cuándo lo ha hecho?), hasta derrotar a Chávez… y terminan todos cantando el “Gloria al Bravo Pueblo”. ¡Qué bochorno!
El video de este discurso, si es que no lo sacan de la red, lo pueden ver en la siguiente dirección: http://www.mrr.name/VIDEO128.htm
Mi respuesta al Dr. Herman Escarrá, apenas digerí su discurso, fue escribirle esta carta abierta, la cual ha sido publicada en muchos portales de la Internet y enviada a mi red de más de un millón de lectores.
Domingo 16 de septiembre de 2007
CARTA DE ROBERT ALONSO A HERMÁN ESCARRÁ.
Dr. Hermán Escarrá,
Se ha ganado el nuevo liderazgo en Venezuela, esta vez por abanderar la única opción que siempre ha tenido nuestro país para liberarse del tumor maligno del Castro-Estalinismo Internacional: la sublevación… que usted llama "insurrección". Hemos ya sido "picados" por tantas culebras que a la vista del menor bejuco, nos inquietamos. Es por eso, y por otras cosas más, que tengo mis reservas en cuanto a la veracidad de su apostolado. Mucho me temo que estamos ante un caso más de lo que yo he bautizado como "guaraleo colectivo", el cual tiene – además – el terrible ingrediente de la traición. Esta vez espero, de todo corazón, estar equivocado.
Hay muchos factores que me hacen dudar de usted. Trataré de enumerar los más importantes. Comenzaré por su falta de percepción política para detectar traidores y anotarse en la compañía de las peores alimañas imaginables. Una persona que como usted ha escogido la política como una forma de vida, debió haber tenido un olfato más fino a la hora de escoger sus "juntas", por aquello de "dime con quién andas y te diré quién eres". Cuando para todas aquellas personas que nos considerábamos analistas políticos era claro que Hugo Chávez estaba bajo una disciplina comunista, usted fue uno de sus más importantes serviles. Un individuo, quien como Chávez, se hace acompañar por los más recalcitrantes ñángaras venezolanos, por todos conocidos, no puede ser un demócrata convencido, sobre todo después de haber regresado de Cuba – donde recibió de Castro honores de Jefe de Estado – pensando que allá el pueblo vivía en un "mar de felicidad".
Cuando era evidente la necesidad del nuevo presidente de contar con una constitución a la medida, usted formó parte del equipo de "sastres constitucionales" que enamoró al país para que aquel parapeto se hiciese posible. Luego, apoyó aquella cosa que cargaba con el remoquete de "Mesa de Negociaciones y Acuerdos", cuando no hacía falta tener dos dedos en la frente para saber que no había nada que acordar ni qué negociar con los sátrapas que entregaban a Venezuela en pedazos. Como miembro de la "Coordinadora", más tarde trabajó para darle forma y llevar a "feliz término" ese garabato llamado "Referéndum Revocatorio", en el cual se justifica que cayera todo un pueblo, mas no sus dirigentes, quienes sabían que con tal instrumento – y por la vía electoral – jamás se podría alcanzar el único objetivo de regresarle al país su libertad.
Como si para entonces su falta de percepción política fuese poca, llegado el momento de las últimas elecciones, apoyó a uno de los más connotados traidores que ha parido nuestra sufrida Venezuela: Manuel Rosales. No era imprescindible haber estudiado ciencias políticas en la Universidad de Harvard para darse cuenta – desde las entrañas de la "oposición" – que Rosales era un traidor. Usted debió haber sabido que Rosales jamás tuvo una "carta en la manga" y que su intención era cobrar por el servicio de su traición. Su contumaz y pertinaz insistencia en negarse a solicitar las debidas y legales condiciones era una señal más que inequívoca de lo que en realidad este apátrida traía en la bola. Una vez más usted se equivocó… y se equivocó en eventos de tremenda importancia para la salud de la nación, esa patria que es de sus hijos y será de sus nietos. Usted, hasta ahora, no ha dado muestras de ser un buen dirigente. Lo único que nos ha demostrado es su absoluta falta de olfato político y su total ignorancia del enemigo con el cual nos enfrentamos y nos hemos venido enfrentando desde que Hugo Chávez asumió el poder en Venezuela.
Todo hombre tiene derecho a rectificar su camino, entre ellos, usted. Sin embargo, no es solamente su falta de olfato político y su total ignorancia del enemigo lo que me preocupa. Usted pudo haber errado de buena fe. Claro está, una persona que ha cometido tantos errores no debería constituirse hoy en el pretendiente de un liderazgo cuando la patria más necesita de una figura clara, digna y – sobre todo – que sepa lo que está haciendo y esté dispuesta a hacer lo que se necesita para liberar a nuestra Venezuela de la ignominia y de la más absoluta desgracia. Hay, sin embargo, otros factores perturbadores por ahí.
Me preocupa el grado a ultranza de permisividad del régimen para con su apostolado en pro de la insurrección, es decir: de la sublevación o de la rebelión nacional. Por menos que eso hay muertos en Venezuela. El General Francisco Usón, por ejemplo, está pagando una condena de cinco años de prisión por hacer – supuestamente – muchísimo menos que lo que usted está haciendo por la "calle del medio", de manera pública y notoria. La férrea persecución al General Usón fue por "vilipendio a las Fuerzas Armadas", un delito muchísimo menor que incitar a la insurrección nacional. Me pregunto el por qué tanta blandenguería por parte del régimen y, además, la luz verde para que convoque a la rebelión a través de la señal de Globovisión, que siempre (y me consta) ha sido muy cuidadoso de emular al mapurite a la hora de saber "pear". Llamar a la sublevación, a la insurrección o a la rebelión nacional es un delito estipulado en nuestros códigos civiles y militares. Usted como jurista debe saberlo. Un llamado similar al suyo se hace desde la clandestinidad o desde el exilio. Jamás se ha visto que en una tiranía, desde la calle - bueno y sano - se llame a la insurrección nacional sin siquiera recibir unos buenos palos. Eso me confunde enormemente. No me cuadra para nada. Sin embargo, "cosas veredes". Pero hay más.
Usted está convocando la "insurrección" para dentro de ocho o diez semanas, es decir: para finales de octubre o principios de noviembre. ¿Cómo sabe usted en qué estado estarán las condiciones objetivas de Venezuela para entonces? Una insurrección popular no es algo que se planifique en una agenda como se planifica una marcha nacional, por ejemplo. El país tiene que estar motivado al máximo y no podemos saber, a principios de septiembre, si a finales de octubre o principios de noviembre la "masa estará para bollos". Puede que sí, puede que no. Si para entonces el ánimo colectivo está frío, usted y los suyos habrán quedado como unos líderes de papel, sin el más mínimo poder de convocatoria, lo que irá en detrimento de la herramienta de una futura sublevación. No se trata de una marcha más la que usted ha dibujado en su exuberante poesía: se trata de una "marcha sin retorno" y a nivel nacional.
Eso, por cierto, es otra de las cosas que me perturba enormemente. ¿Hacia dónde irá esa marcha? En su conversación telefónica y transmitida al aire en el programa "A Punto" que desde Tele Miami conduce Patricia Poleo, usted sugirió que esa marcha iría hacia donde "ella se estaba imaginando". No creo descabellado pensar que usted se refería al Palacio de Miraflores. Es decir: usted está acariciando la infausta idea de DESPLAZAR a ese pueblo insurrecto hacia la boca del lobo, una vez más, cuando los estudios modernos de sublevación indican que se debe evitar – a toda costa – el DESPLAZAMIENTO del grueso de los sublevados.
Seguramente que hoy, al igual que ante la olla que ya nos tenía preparado el régimen en contubernio con Manuel Rosales, muchos estarán pensando que detrás de toda esa arenga insurreccional suya, debe haber un plan secreta y cuidadosamente estudiado donde podría estar la mano de un sector del estamento militar, etc. Yo no lo creo para nada. El movimiento que usted representa, el Comando Nacional de Resistencia, está totalmente infiltrado por el enemigo. La infiltración del enemigo es la mayor especialidad del castro-estalinismo, una tarea aprendida en la Stasi de la Alemania Oriental. Yo le podría mencionar aquí – por su nombre y apellido – a un infiltrado público y destapado, que cohabita junto a usted en su "movimiento insurreccional": Andrés Velásquez, uno de los cuatro "homicidas" de la sublevación nacional del año 2004, junto a Pompeyo Márquez, César Pérez Vivas y Julio Borges. El individuo quien – según usted – le cambió el nombre a la "sublevación" por "insurrección"… le sonaba más bonito.
En la Fundación Interamericana por la Libertad se ha estudiado el caso de divulgación de una estrategia de sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida que ha sido probada ya, incluso, en Venezuela durante los días 27 de febrero y 6 de marzo de 2004, aunque con muchas irregularidades por parte de los autores en ella. Esa sublevación, según el mismo individuo que la desmanteló – el "coordinador democrático" Pompeyo Márquez – cumplió los objetivos entonces, aunque aquellos objetivos no eran, precisamente, los nuestros. Según Márquez fue exitosa aquella sublevación porque sentó en la mesa de negociaciones al régimen para "discutir" los términos del Referéndum Revocatorio. El grave problema entonces es que el pueblo no estaba muy al tanto de las traiciones de los "nuestros" y no tenía clara la manera exacta de sublevarse. Por tal motivo le ruego tome en consideración la propuesta comunicacional que estamos proponiendo en esta edición de "Venezuela Sin Mordaza", la cual hemos bautizado como "Operación Pitirre".
Visitar la siguiente página:
http://www.mrr.name/pitirre.htm
Si en su ánimo está de verdad-verdad el de liderar al pueblo venezolano hacia la insurrección nacional, demuéstrenos andando, apoyando nuestra propuesta de divulgación y nuestra estrategia de sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida.
Es evidente que están ustedes dispuestos a "comer gallina o a morir arponeados", ya que después de la "insurrección" – si no antes – estarán ustedes dirigiendo los destinos de Venezuela, enmendando sus entuertos de tantos años… en prisión, en la clandestinidad, en el cementerio, o junto a nosotros en el exilio. Sería el colmo de todos los colmos que después de organizar una sublevación, insurrección o rebelión nacional, sigan tan campantes "cultivando" ese reducido "espacio de poder" que – por ahora – le permite el régimen castro-estalinista que ocupa, subyuga, depreda y destruye la Venezuela de sus hijos y los míos.
Atentamente,
Robert Alonso
C.I. No. V-3.986.959
Por supuesto, como era de esperarse, pasó la nueva farsa electoral y al Dr. Escarrá no le sucedió absolutamente nada, pero no solamente eso. Como ya he dicho arriba, en las siguientes “elecciones” se lanzó como candidato a gobernador por el estado Anzoátegui, algo que contradice, rotundamente, la esencia de todo líder de la resistencia, quien no debe participar en proceso comicial alguno y, muchísimo menos, como candidato… dejándose absorber por el sistema.
Por aquellos días, “El Comandante Ballesteros” mencionó la carta en su programa radial, “A Plomo Limpio” y quedó en darme un espacio en él. Jamás cumplió su palabra. Lo llamé por teléfono en dos oportunidades y lo invité a Miami – con todos los gastos pagados, incluyendo carro, chofer, escolta para su seguridad, alojamiento y comida – para que discutiéramos los términos de la VERDADERA RESISTENCIA CÍVICA NO-VIOLENTA, ACTÍVA, GENERALIZADA Y SOSTENIDA. Edgar Paredes, el propietario de “Venezuela Sin Mordaza”, aceptó cubrir todos los gastos y yo me comprometí a organizar la logística de su visita.
Sabía que NO VENDRÍA… y no vino. Ni siquiera nos participó de su decisión. Dijo que estaba esperando que el Dr. Escarrá, “El Malo”, regresara de su viaje a España, para tomar una decisión.
A raíz de mis contumaces ataques en contra del Dr. Escarrá y del resto de los CONCHUPANTES DECLARADOS Y TAPIÑADOS, Edgar Paredes decidió que mi posición era demasiado radical. Acordamos que dejaría la dirección del periódico. Entraron en él unos cuantos CONCHUPANTES “asilados” en Miami y más pronto que tarde, luego de ponerle una “GRAN MORDAZA” a “Venezuela Sin Mordaza”, convirtieron el periódico en parte de la CONCHUPANCIA, apoyando la vía electoral abiertamente. En una portada, estando ya fuera del periódico, se publicó una advertencia a NO VOTAR, alegando que todo el que llamara al voto era un traidor. A la semana siguiente, la portada – A FULL COLOR – llamaba al voto y su propietario, Paredes, quien es locutor de radio, hacía cuñas a favor de las posiciones conchupantes en las elecciones del año 2008.
“Venezuela Sin Mordaza” cambió de nombre para “LATINOAMERICA SIN MORDAZA” y ahí mismo murió de muerte natural.
Comencé a recibir cualquier cantidad de “emails” de CONCHUPANTES donde me “ACLARABAN” que no eran traidores. Entonces me vino a la mente aquel borrachito que entró en un bar donde no cabía un alma más. Agarró una tiza y dibujó una línea que dividía el local en dos grupos: “de esta línea a mi derecha son todos unos ignorantes… y de esta línea a mi izquierda son todos unos vendidos…”, gritó el borrachito, a lo que uno por ahí le aclaró: “¡Un momento, yo no soy ningún vendido!”, “…pásate para el grupo de los ignorantes entonces”, le ordenó el borrachito.
Con la ayuda de algunos amigos que creían en mi campaña de desenmascarara a todos los dirigentes y comunicadores sociales venezolanos, que desde la supuesta oposición le hacían el juego al régimen, fundamos “La Revista Venezuela”, que ustedes pueden leer en su portal:
www.mrr.name
La última “gracia” que se me ocurrió hacer fue denunciar la CONCHUPANCIA entre George W. Bush (el entonces presidente de EEUU) y Hugo Chávez. Hasta ahí llegó el “amor” de mis amigos, en su totalidad republicanos de la corriente “bushiana”. El artículo que me sacó de circulación lo podrán leer al comienzo de este libro o en las siguientes direcciones:
http://www.mrr.name/86.pdf - http://www.mrr.name/8y.pdf
Hasta ahora, salvo contadas excepciones, todos los líderes de la oposición venezolana han demostrado ser unos ignorantes (del enemigo que pretendieron o dijeron haber combatido) o han sido unos vendidos. No hay término medio. Unos, porque creyeron que estaban haciendo lo correcto y otros, porque sabían que estaban haciendo lo incorrecto, pero estaban detrás de esos dichosos espacios políticos que les mendigaron al régimen a cambio de hacerle el juego que exigía eso que ahora Chávez llama el “Socialismo del Siglo XXI”, que no es más que una modificación – actualizada, mutante y mejorada – del castro-estalinismo que ha imperado en Cuba desde hace medio siglo. Un sistema, como ya he dicho, modificado y adecuado a los tiempos que se ha venido aplicando, con el mayor éxito posible, en Angola y en Nicaragua, cuya principal prioridad y objetivo ha sido siempre no dejar jamás el poder.
Nuestros líderes han tenido ojos, pero no han querido ver… han tenido oídos, pero no han querido escuchar. Les han faltado otras cosas.
A los dos días del referéndum del 15F2009, me llegó por Internet un diálogo cibernético cruzado entre tres personajes cultos, uno de ellos, una importante periodista y analista política de una estación de televisión venezolana de mucha importancia para la oposición. En este intercambio de notas y de opiniones, podemos ver incongruencias, ignorancia con respecto al enemigo y una total desconfianza hacia los dirigentes de la oposición y el máximo árbitro electoral. Veamos:
NOTA ORIGINAL DEL CIBERNAUTA “A”
Me llegó este e-mail de una persona que trabaja con información electrónica. Porque los partidos políticos de la oposición 'certificaron los resultados' y no hablaron de la vulnerabilidad 'electrónica' del sistema de votación venezolano. Como Sociedad Civil tenemos que exigirlo!!!!!!
Conexiones Inalámbricas y Transparencia Electoral
A 5 días del Referéndum del 15F2009 se realizó la auditoría de la tinta indeleble. En ella, los técnicos que representaron al Bloque del SI y al Bloque del NO certificaron su eficacia.
A 2 días de la votación, muchos de quienes asistieron a la instalación de sus mesas de votación se percataron que la tinta que allí se encontraba era soluble.
Sí bien es preocupante el hecho que la tinta indeleble que se va a utilizar en muchas de las mesas de votación sea soluble, lo es mucho más, el que los protocolos de las auditorías que se le realizan a nuestro sistema electoral no sean confiables.
De éstos no serlos, ¿cómo podemos tener la certeza de que la configuración, hardware y software, de las máquinas de votación que funcionarán el día de la votación tendrán la misma configuración que tenían en los días que fueron auditadas? ¿Cómo podemos tener certeza que no tendrán capacidad de conexión inalámbrica?
De éstas tener esta capacidad, con algunas tecnologías, como por ejemplo la Wimax® de Movilnet (compañía controlada por el gobierno), el interactuar con ellas e intervenirlas a distancia pudiese resultar una labor extremadamente sencilla.
Pensar que las auditorías de cierre son eficaces para impedir un fraude electrónico resulta, por decir lo menos, ingenuo ¿Alguna vez se han hecho públicas las actas de las auditorías de cierre?
Ante esta situación, es indispensable apelar a la transparencia electoral para exigir que el software y hardware de las máquinas de votación sean auditadas el día de la votación. Es tan sólo un tema de transparencia electoral.
PRIMER COMENTARIO DE LA CIBERNAUTA “B” A LA NOTA ORIGINAL DE LA CIBERNAUTA “A”
Esto está muy bueno. Pero les digo algo: si legitimamos al CNE aceptándolo como árbitro, ya no tiene sentido no certificar sus resultados. Esto es más que ventajismo... y nosotros (la oposición) debemos entenderlo para poder luchar contra esto.
SEGUNDO COMENTARIO DEL CIBERNAUTA “C” A LA NOTA ORIGINAL DEL CIBERNAUTA “A”
Estoy de acuerdo contigo. Por eso critiqué a Omar Barboza cuando, irresponsablemente, le dio un voto de confianza al C.N.E en nombre de la oposición. Allí es donde a veces pensamos en complicidades y arreglos por debajo de la mesa a espaldas de los verdaderos demócratas del país. Estamos conscientes de que los rectores del C.N.E. con excepción, (posiblemente, no estoy muy seguro) de uno de ellos, están al servicio y de rodillas al jefe de ellos, quien al mismo tiempo es el jefe del Tribunal Supremo de Justicia, de la Asamblea, y del resto de los poderes. Democracia no es únicamente elecciones hay otros factores más, por supuesto. No hay duda que el aporte de los estudiantes y de los dirigentes jóvenes de los partidos nos está dirigiendo lentamente hacia una mayoría de demócratas a mediano plazo. Si nos vamos por las cifras recientes (aunque tengo mis reservas al respecto) podemos notar que los demócratas, a través del NO, aumentamos en un 17 % aproximadamente los votos, comparándolos con los recientes del 23N(08), y los oficialistas solo aumentaron en un 2,5% aproximadamente. Vemos un avance sin duda, lo que nos lleva a pensar que en un futuro podríamos llegar a tener un equilibrio en las próximas elecciones de concejales (a pesar del ventajismo delincuencial del C.N.E.) y juntas parroquiales y para el año que viene de asambleístas (diputados), en la cual podríamos llegar hasta tener una mayoría siempre y cuando se pongan las pilas los dirigentes de los partidos políticos como se las pusieron los estudiantes. Por cierto, para las próximas elecciones viene una avalancha de jóvenes que cumplen 18 años y serán nuevos votantes (+ o - 850mil) si se registran en el REP. Ya que estamos convencidos de que la llamada "revolución"no tiene juventud a pesar de los intentos del régimen, con la ayuda de Cuba, de lavarles el cerebro... Amanecerá y veremos. Saludos cordiales.
TERCER COMENTARIO DE LA CIBERNAUTA “B”
Pero si la cosa es ir a otra elección en las mismas condiciones, no creo que aumentemos votación alguna, pues la gente ya está cansándose de urnas cada seis meses...y menos para que saboteen sus gestiones como ahora ocurre con Pérez Vivas, Ocaríz, Ledezma... sin que se pueda hacer nada. Hay que evaluar si vamos a seguir en esto o le agregaremos elementos más eficaces a nuestra estrategia.
CUARTO Y ULTIMO COMENTARIO DEL CIBERNAUTA “C”
Por supuesto que hay elementos más eficaces en nuestra estrategia, estamos de acuerdo enteramente. No hay duda de que uno de los factores principales es cambiar el C.N.E., que podría venir de una propuesta que hiciera la oposición en bloque (+ de 5millones de votantes) y que dicho C.N.E. se pusiera en manos de organismos internacionales imparciales, revisando el Registro Electoral Permanente (REP), etc. Ahora bien, como es casi seguro, por no decir seguro que no lo van aceptar, entonces la estrategia a tomar es aquella que a través de los años la han venido planteando y proponiendo Peña Esclusa y Robert Alonso. Pero es obvio que intereses mezquinos y oscuros han buscado la manera de ignorarlos incluyendo a la mayoría de los medios. Saludos cordiales.
Vemos, por ejemplo, cómo la Cibernauta “B” le reclama a los dirigentes de la oposición el haber legitimado al C.N.E., pero – con la misma – se queja de los abusos del régimen con respecto a aquellos mismos dirigentes que han consolidado la trampa, como Pérez Vivas, Ocaríz y Ledezma, quienes fueron beneficiados por el sistema para lograr tener una cuota de poder. Esos no van a cuestionar la transparencia con la que actúa la máxima autoridad electoral, pues estarían cuestionando sus victorias emanadas de ese proceso viciado y tramposo.
El Cibernauta “C” es más propenso a la contradicción, dando dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás. Le llama “mafia chavista” al régimen (a la revolución), pero piensa que con ese nuevo caudal de votos, cuyas cifras él pone en duda, se puede ir construyendo una nueva oposición… con la ayuda de los estudiantes y la avalancha de jóvenes que está por caer en los próximos años. Habría que preguntarse qué podrán hacer esos estudiantes y esos nuevos jóvenes votantes, ante la “mafia chavista” que tiene ya diez años de experiencia en el poder y que controla, como él mismo asegura, todos los poderes e instituciones del estado. Por otro lado, ¿de qué vale evaluar una situación basándonos en unas cifras que él mismo pone en duda? No es muy festinado suponer que todas esas cifras de votos y de abstenciones que el C.N.E. nos ha dado, hayan sido “maquilladas”… por decir lo menos. Entonces, ¿de qué nos vale tomarlas en cuenta? ¿De qué nos vale tomar en cuenta las encuestas? Es un mundo irreal, el que nos presentan el régimen y nuestros dirigentes… un “submundo” donde nadie vive, donde nadie existe… donde votan los muertos y matan a los vivos a la hora de votar.
La ignorancia no solamente viene de parte de nuestros líderes de la oposición. Hay mucha ignorancia de parte del pueblo “de a pie”: ignorancia y complicidad directa o indirecta. ¿Cuál ha sido la pertinaz propuesta que han venido haciendo Alejandro Peña Esclusa y Robert Alonso a lo largo de todos estos años? ¡La intransigencia! Ambos hemos tratado de llevar al país opositor a la realidad, a la verdad-verdadera, como solía decir Luís Herrera.
Esa opción de intransigencia, de verdadera resistencia, que algún día nos lleve, quiera Dios, a la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida, en la cual está comenzando ya, tardíamente, a pensar el Cibernauta “C”, descarta la participación de esa dirigencia conchupante, apátrida, genuflexa, traidora y cómplice. Pero para aceptar la propuesta de Alejandro Peña Esclusa y Robert Alonso, se requiere de la participación del pueblo en general como ente activo en esa estrategia. Dedicarnos a luchar de verdad-verdad, no contando votos efímeros ni escuchando resultados de encuestas pagadas y manipuladas por el régimen. Se requiere de un sacrificio que el venezolano pareciera no estar dispuesto a aportar. Es más fácil seguir pensando que algún día podremos modificar al C.N.E. o que los nuevos votantes nos van a sacar del hueco.
Tampoco podemos esperar un solo gramo de ayuda proveniente de nuestros dirigentes. Veamos, pues, qué le declaró Andrés Velásquez a César Miguel Rondón, a los tres días del Hiper-Mega Fraude del pasado 15 de febrero de 2009: “Este comportamiento del C.N.E., La Banda de los Cuatro, como lo calificó Teodoro Petkoff en el día de ayer, no es un comportamiento imparcial, ya que fue frontalmente parcializado hacia el Ejecutivo Nacional. El presidente (Chávez) quiso que no se incluyeran a los nuevos votantes, porque había que hacer esto (llevar a cabo el referéndum) de forma atropellada. Quiso (Chávez) que fuera para el 15 de febrero, porque esa era la fecha en la que se conmemoraba el comienzo del Congreso de Angostura (de 1819). El C.N.E. no dejó que se revisara la pregunta, la cual tenía que hacerla clara para que la población la entendiera… bueno y el resto es la total violación de las normas electorales, con el cuento de que eso no fue una elección si no un referéndum, por lo tanto no había que aplicar (según el C.N.E.) la ley electoral, algo que es absolutamente ilógico, porque frente a una ausencia de normas para un referéndum, lo que aplica, por analogía, debía ser la misma ley electoral (Ley Orgánica del Sufragio). El C.N.E. hacía todo lo que le daba la gana, estableció un horario distinto al establecido. Un asunto que tiene que ser tomado en consideración para las futuras elecciones, porque con condiciones así, definitivamente, no puede uno participar en procesos electorales. Ahora: ¡nos derrotaron! Efectivamente, ganó el gobierno… nos derrotaron bajo el punto de vista numérico, ahora: esta no es una derrota como para echarse a llorar.”
Andrés Velásquez nos está pintando un panorama de evidente y descarado fraude electoral, pero acto continuo, reconoce que nos ganaron y que ante dicha derrota no hay que echarse a llorar. Pareciera que en una reunión del cartel de la oposición genuflexa, se pusieron todos de acuerdo para darle el mismo mensaje al país: hubo fraude, nos ganaron, pero tranquilo, que eso no es para tanto.
Con la mayor modestia, este libro pretende internarse en la historia contemporánea de Venezuela. Como todo relato histórico, está compuesto por elementos objetivos y subjetivos. Popularmente se entiende el concepto de objetividad como sinónimo de imparcialidad. Esto no es del todo correcto. Una narración objetiva sobre un evento cualquiera, es la presentación del mismo, tal y como sucedió, observando – por supuesto – la más estricta veracidad. No se trata de la verdad vista desde el punto de vista de quien narra el evento, pues eso sería una apreciación subjetiva, la cual pudiera ser o no cierta.
Por ejemplo, un segmento de la narración objetiva sobre el referéndum pasado podría ser que se llevó a cabo el domingo 15 de febrero de 2009. Eso es un ejemplo clásico de objetividad en cuanto a un aspecto narrativo del evento, porque es evidentemente cierto: se produjo el domingo 15 de febrero de 2009. Lo demás, las apreciaciones del historiador, del cronista, del periodista o del narrador de ese evento, podría estar ya en el campo de la subjetividad. ¿Cuántos votos sacó la opción del “NO”… es subjetivo. Lo objetivo es lo que dijo el C.N.E., porque emitió una cifra, pero aceptarla o no como cierta, entra en el campo de lo subjetivo. No existe tal cosa como un periodista objetivo, concepto ya obsoleto en el estudio moderno de la comunicación social. Puede, eso sí, existir un reportero objetivo, que narra o reporta los hechos apegado a la más estricta veracidad. Pero el periodista, quien también puede fungir en un momento dado de reportero, no siempre puede, debe ni tiene que ser objetivo. Puede tratarse de un periodista imparcial, pero esa imparcialidad puede que no sea objetiva. En la mayoría de los casos, el periodista y el periodismo se mueven en un mar de subjetividad… sin que con esto queramos igualar a la subjetividad con parcialidad o con falsedad.
En el campo de la subjetividad, podría explicarme – de manera, tal vez muy coherente – por qué muchos de estos dirigentes de la oposición han escogido hacerle el juego al régimen, engañando – miserablemente – a sus seguidores, a sabiendas de que los están engañando. Para mí es tremendamente sencillo y muy ligero de entender.
Chávez es un personaje de mucha fortaleza mediática, de mucho carisma y con un gran olfato para el engaño masivo. Un personaje que nace cada muchas décadas, o – tal vez – siglos. Sin intenciones comparativas absolutistas y guardando toda la distancia posible, podríamos compararlo, en su medio-ambiente sociopolítico – con figuras, también despreciables, como Benito Mussolini, Adolfo Hitler… o Fidel Castro. No hablo en cuanto a la importancia histórica del personaje en sí, hablo de la proyección de su personalidad con respecto a un importante sector de las masas, a las cuales él se dirige dentro de su propio hábitat.
Chávez, con su personalidad autocrática, arrolladora, apabullante y psicopática, infunde más terror que miedo. Sus acólitos se cuidan mucho de cómo lo tratan y en qué momento le pueden dar malas noticias o de no contrariarlo en los temas más insignificantes. Maneja todos los elementos necesarios para el engaño de las masas, incluyendo la comunicación corporal, un don que no se adquiere: se nace con él, aunque pueda perfeccionarse.
Chávez es un “monstruo político”, aunque la política ha dejado de tener sentido ya en esa hacienda particular en la cual él ha convertido a Venezuela. No hay un líder en la oposición, en estos momentos, que pueda “latirle en la cueva” a Hugo Chávez: ¡no lo hay! Es posible que pasen varias generaciones antes de que vuelva a nacer un personaje igual.
Vamos a estar claros. Si agarrásemos al primer borrachito de barrio que encontrásemos por ahí, le echásemos un baño, lo afeitásemos, lo vistiésemos bien, lo obligásemos a memorizarse tan solo un discursito corto para que lo utilice como su arma electoral frente a Chávez, el borrachito – hoy – ganaría, en buena lid, si hubiesen unas elecciones libres y transparentes. Algo que es imposible en la Venezuela del momento. Pero cuando Chávez comience, desde las alturas del poder absoluto, a amenazarlo, a humillarlo, a lanzarle las turbas de chusmas y a apabullarlo con insultos e improperios, ese borrachito arranca y se mete debajo de una piedra... o se convierte en conchupante.
Si a ese Júpiter Tronante, le sumamos el asesoramiento con el cual cuenta y ha contado y el sistema que escogió para subyugar al pueblo con el único propósito de permanecer en el poder eternamente, a costa de lo que sea, nos encontramos ante un escenario tremendamente desconsolador.
Si yo fuese un político de oficio venezolano, que lo único que hubiere hecho en la vida haya sido “politiquear”, hace rato que me hubiera preocupado por mi futuro profesional, por mi modus vivendi… sobre todo si me hubiera tocado montarme en el autobús de la oposición y en el escenario real de la Venezuela actual. No hay nadie en nuestro país, chavista o no, que pueda pensar en suplantar a Chávez por la vía normal y democrática, o por la vía de la violencia, a menos que cuente con la colaboración del pueblo: ¡no existe! El día en que aparezca uno que pudiera hacerle sombra, por muy insignificante que ésta sea, no duraría un round. Si usted ve en Venezuela a un líder que se le pare firme a Chávez y que aparente acorralarlo, péguele el cuño que eso es un montaje. No le dé más vuelta ni se deje engañar: ¡es un paquete chileno!
En la Cuba castro-estalinista, el General Arnaldo Ochoa, alguna vez, pudo haber manoseado las esperanzas de suceder a Castro por la vía de la fuerza. El ex canciller Robertico Robaina, tal vez – después de fumarse una “lumpia” – pudo haber pensado que él era una estrella que podría brillar al lado de su máximo jefe. El primero terminó en el paredón de fusilamiento y el segundo, echando gasolina en una estación de servicio de La Habana, luego de haber sido el único canciller de peso y con carisma que tuvo la revolución cubana. Fue suplantado por “El Zocotroco”, un individuo que si se llegase a caer de frente, comería yerba.
Figuras importantes de la revolución cubana tuvieron un final muy infeliz y trágico, por pretender brillar un poquito al lado de Castro. En ese lote podemos incluir al más famoso de todos, Camilo Cienfuegos… pero hubo muchos más. El Che Guevara es uno que fue sentenciado por Castro, cuando pretendió pensar por su cuenta. Todos esos cuentos los han oído nuestros dirigentes venezolanos de la oposición. ¡Ni pendejos que ellos fueran!
Promoví en Venezuela la opción de la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida, que – como veremos más tarde – pudo haberle hecho un gran daño a Chávez durante “La Guarimba” del año 2004 y terminé con las tablas sobre mi pobre cabeza. Mi única vivienda, La Finca Daktari, fue reducida a polvo y en ella, el 9 de mayo de 2004, se produjo “La Masacre de Daktari”, donde el régimen pasó por el machete a muchos seres humanos, que luego fueron enterrados en lo que era el jardín de mi casa. Los “coordinadores democráticos” se apresuraron a advertir que ellos no tenían nada que ver conmigo, lo cual era cierto y el régimen lo sabía perfectamente bien.
Supongo que muchos dirigentes de la oposición, que saben que están engañando al pueblo, se han visto reflejados en mi espejo y en el espejo de muchos otros que pretendimos echar la pelea por la vía en la que había una opción, aunque sacrificada y peligrosa, como Roger Vivas… quien ya está en el exilio y muchos otros, entre los que incluyo a oficiales dignos que lo perdieron todo y hoy viven pasando penurias en el destierro, como es el caso de mi gran amigo, el Coronel Jesús Faría, su hermano y su sobrino, entre muchos, muchos otros.
Los ejecutivos y empleados dignos de PDVSA dieron un inmenso paso al frente por una vía distinta del conformismo. Se enfrentaron con valentía al régimen… y ahí los tenemos. Muchos han podido recuperarse, pero la inmensa mayoría no. Entre ellos hay cualquier cantidad viviendo en tierras extrañas.
Ya nuestras cárceles albergan una población importante de presos políticos, muchos de los cuales se enfrentaron, valientemente, al régimen. El costo para ellos y para sus respectivas familias ha sido inmenso: ¡inimaginable!
Cuando un político profesional se mira en todos esos espejos y se da cuenta plena de lo difícil y sacrificado que sería liderizar una opción frontal, lejos de la farsa de la vía electoral, lo piensa mil millones de veces. Prefiere compartir el poder – “agarrando manquesea fallo” –dirigiendo una alcaldía o una gobernación, con todos los contratiempos que eso implica, a embarcarse en una aventura que, de fracasar, lo convertiría en cadáver, presidiario o exiliado. Cualquiera de las tres cosas sería tremendamente dura e indeseable.
Pudiera suponer que, tomando en cuenta la necesidad que tiene “El Socialismo del Siglo XXI” de contar con una oposición genuflexa, apátrida, traidora, cómplice y conchupante, la opción más segura que tienen estos individuos, es la de cumplir con ese papel de dirigente opositor, pero para cumplir con él, necesitan – irremediablemente – del apoyo, por medio del más vil engaño, de sus seguidores, que en el caso de Venezuela la conforma la gran mayoría de los venezolanos.
Si estudiamos el proceso nicaragüense, nos daremos cuenta de que allá funciona ese sistema a “las mil maravillas”, luego de que el sandinismo asesinara a más de 600 verdaderos opositores, muchos de ellos, durante los tres gobiernos “democráticos”.
Como se trata de un país mucho más pequeño que Venezuela, los líderes de esa oposición chimba son pocos: Arnoldo Alemán, Enrique Quiñonez, Violeta Barrios de Chamorro (fundadora de la oposición genuflexa), Antonio Lacayo, José Antonio Alvarado, José Rizo Castellón, Edmundo Jarquín, y Eduardo Montealegre, entre los más connotados conchupantes. En Nicaragua no están cerradas las fronteras, como en Cuba… y existe la propiedad privada, como en Venezuela, pero hay más de un millón de nicas desplazados hacia Costa Rica y Honduras, viviendo en condiciones infrahumanas y el país desmoronándose en las manos del régimen, de los conchupantes políticos y de algunos vividores que nunca faltan.
La única opción que teníamos, era la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida, donde el liderazgo lo hubiese asumido el colectivo, como en Fuenteovejuna. Esa opción fue traicionada por esos representantes traidores de la oposición, como veremos más adelante. Así como terminó Nicaragua, podría terminar Venezuela: con Chávez en el poder absoluto y una oposición eterna genuflexa que le hará, para siempre, el juego… mientras el país se desintegra ante nuestros ojos. Esa, amigo lector, es mi apreciación subjetiva. Tal vez me equivoque, ojalá.
Muchos, muchísimos… tal vez la mayoría de los eventos comentados en este libro, se enmarcan en el campo de la subjetividad y emanan de la apreciación particular de quien escribe. Esta narrativa está basada en mi experiencia particular y en mis apreciaciones muy personales. Puede que en muchos aspectos me equivoque, porque la subjetividad no es acreedora de la verdad absoluta, como sí lo es la objetividad.
Todavía, al día siguiente del MEGA-DESASTRE producido por el HIPER-MEGA FRAUDE del 15F2009, los dirigentes de la oposición cantaban victoria, porque habíamos logrado superar la cifra de los 5 millones de electores en contra de Chávez, cuando ellos mismos saben – perfectamente bien – que esa cifra es piche comparada con la realidad, porque ellos monitorearon los llamados exit polls. Nos dicen que hay mucho futuro por delante. Que ahora es cuando… que hay que continuar la lucha (siempre por la vía electoral) y prepararnos para el 2012.
Esa actitud de mega-burla, por parte de nuestros líderes, me recuerda el famoso chiste de Álvarez Guedes del cubano aquel que llega a un teatro y le ofrece a su dueño un programa con Frank Sinatra y Liza Minelli, por la módica suma de $ 10 la entrada; una tercera parte para el dueño del teatro, una tercera parte para el cubano y la otra a repartir entre las dos grandes estrellas. El dueño del teatro se emocionó y contrató el concierto con el cubano. Por supuesto que el teatro, que quedaba en Hialeah (pegado a Miami), se atiborró de gente a más no poder.
El concierto debía comenzar a las 9 de la noche, pero a las 10, nada que empezaba. Ni Sinatra ni la Minelli aparecían por todo aquello. La audiencia comenzó a incomodarse y a las 11 de la noche estaba lista para quemar el teatro. En eso el cubano llamó al dueño y le dijo la verdad: todo había sido una farsa, pero aceptó salir al escenario a hablar con el público.
“Amigos y hermanos”, comenzó diciendo el cubano. “Aquí todos somos cubanos. Yo acabo de llegar a Miami en una balsa con mi mujer y cuatro hijos. Uno de ellos está en el hospital con graves quemaduras provocadas por el sol en la dura travesía en busca del oxigeno de la libertad. Otro de los niños está trastornado por su experiencia de balserito y, para rematar, mi mujer ha sido diagnosticada anoche con un cáncer fulminante. Hice todo esto para poder conseguir un poco de dinero con el cual palear mi triste situación… es verdad: no habrá concierto alguno, pero les ruego comprensión, porque todos somos cubanos y todo cubano en Miami conoce la tragedia del balsero.” En eso se levanta una viejita cubana que estaba en primera fila, se voltea hacia el público y grita: “!Démosle una mano a nuestro hermano! ¡Viva Cuba Libre!” Santo remedio. El público, comprensivo, comenzó a levantarse para abandonar el teatro, pero cuando el cubano vio aquello, agarró – nuevamente – el micrófono y gritó: “¡Y no se olviden que mañana hay matinée!”
Esa ignorancia se hacía extensiva a connotados periodistas venezolanos, dentro y fuera de Venezuela. Uno de ellos, Julio César Camacho, le aseguró a su audiencia de Unión Radio en Miami, que siempre saldría un líder, del lugar que uno menos imaginara. Para muestras, puso como ejemplo la aparición de la líder que destronó a los Ortega en Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro. Más adelante, en este libro, veremos cuál fue la participación de esta títere y cuál fue su verdadero liderazgo político dentro del sandinismo.
No solamente existía una profunda y generalizada ignorancia con respecto al enemigo del patio, el grueso de la población no tenía la más mínima idea de la realidad regional, sobre todo, en cuanto a la que se refiere a los regímenes donde impera el castro-estalinismo internacional.
De repente florecieron movimientos políticos “empíricos”, dirigidos por individuos quienes jamás habían hecho política, mucho menos combatido una dictadura y, menos aún: se habían enfrentado al castro-estalinismo en forma alguna. Ese fue el caso, entre otros, del Bloque Democrático.
El Bloque Democrático estaba dirigido, en un principio, por dos grandes ilusos: el ingeniero Alejandro Peña Esclusa y el abogado Alfredo García Deffendini. Ninguno de los dos tenía idea de qué cosa era lo que estaban enfrentando. El primero se había quedado pegado en el tema del “Foro de Sao Paulo”, que ya hacía tiempo había dejado de tener incidencia en la región. El segundo venía de haber formado parte de aquel garabato llamado “Coordinadora Democrática”.
El Boque Democrático estaba conformado por individuos de “línea dura”: los llamados “radicales”. Mantuvieron una posición muy clara con respecto al referéndum revocatorio (que se llevó, finalmente, a cabo el 15 de agosto de 2004). Luego de haber publicado ni-se-sabe cuántos comunicados en la prensa local donde alertaban a los venezolanos que el tal referéndum era un “trapo rojo”, una “gran estafa”, todos y cada uno de ellos firmaron para solicitarlo y terminaron votando en él. Algo así como “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”.
Luego de los eventos de los “Paracachitos de Daktari”, el “bloque” se disolvió y cada uno agarró por su lado. El Dr. García Deffendini organizó un grupo similar al que llamó “Frente Patriótico”. Sin embargo, así como sucedió con el “Bloque Democrático”, los miembros de estas dos organizaciones, dirigidas por el Dr. García, jamás fueron tomados en cuenta ni por la gran prensa nacional ni por el mismo pueblo opositor. Sus propuestas no estaban claras, aunque algunas (no todas) fuesen basadas en factores adecuados, que ni ellos mismos – a ciencia cierta – entendían.
Por ejemplo, el Dr. García Deffendini, JAMÁS entendió la diferencia entre “abstención” y “no-participación”. JAMÁS entendió los postulados del Dr. Gene Sharp y se lo apostó todo a una teoría descabellada en la cual aseguraba que con la abstención se lograba una IMPLOSIÓN MILITAR, una teoría de su propia inspiración que no tenía basamentos históricos algunos.
Justamente, por no entender los postulados del Dr. Sharp, cometió el error (y gastó una pequeña fortuna en el estéril proceso) de viajar por Europa y Estados Unidos, “alertando” a los líderes demócratas de muchos países del primer mundo sobre la condición dictatorial de Hugo Chávez, algo que cada uno de esos líderes sabía. Sharp nos alerta sobre la indiferencia de la “comunidad internacional”, a menos que estén dadas ciertas condiciones que jamás han formado parte del escenario político venezolano.
El caso del ingeniero Peña Esclusa es un tanto similar. Luego de haberse llevado a cabo la ruptura dentro del “bloque”, Peña Esclusa continuó su campaña solitaria, manteniendo una teoría basada en el “Nuevo Orden Mundial”, un concepto abstracto que para muchos es fantasioso y que viene rodando desde hace muchas décadas. Tanto Peña como García, cargaban con la “chapita” (la fama) de radicales y, ambos dos, han gastado mucha pólvora disparando al aire a patos que no están en la zona. En vez de aprender de las experiencias de otros pueblos y de los estudios de grandes pensadores de la materia, como es el caso del Dr. Gene Sharp, entre otros intelectuales del “ramo”, decidieron aprender sobre la marcha, disparando teorías que nadie comprendía ni compartía. En ese entendido, el régimen los ha dejado tranquilo a ambos, sabiendo que sus prédicas son inocuas y sus liderazgos no revisten peligro alguno.
Si bien las comparaciones, en la mayoría de los casos son odiosas, cuando evaluamos a estos regímenes, tenemos que entenderlos apoyados en un caudal de experiencia y de conocimientos sobre eventos que se han repetido, con impresionante exactitud en otras latitudes, en las cuales la mano de Castro ha sido predominante para lograr la destrucción, la opresión y la mantenencia – eterna – del tirano en el poder. No tenemos que irnos al pasado y buscar similitudes de los procesos en Angola o en Nicaragua. Podemos ver hacia adelante y observar cómo en Bolivia el presidente Evo Morales copia las pautas de la revolución “bonita” bolivariana de Hugo Chávez, muy apegado al “Manual del Castro-Estalinismo Moderno”. Ya, hoy en día, los venezolanos deberíamos tener suficientes horas de vuelo como para asesorar a los bolivianos en materia de engaño. Ahí tenemos al Evo, quien días después del referéndum del 15 de febrero de 2009, se embulló a hacer lo propio en Bolivia y a montarse en la bicicleta de la re-elección indefinida o eterna. Quien incursiona en la historia, puede que pierda un ojo… pero quien la ignora, puede terminar perdiendo la cabeza.
El proceso de Castro en Venezuela no es similar al de Castro en Cuba, pero sí al de Castro en Angola y al de Castro en Nicaragua… como ya se nota que será el de Morales en Bolivia… aunque en ese país bolivariano no se ha podido instaurar, por ahora, la “oposición conchupante” (o la "Oposición Bellaca", como no hace mucho comenzó a llamarle Rafael Poleo), al menos, en todo el territorio nacional, como sí se pudo instalar (esa oposición traidora) en Angola, Nicaragua y Venezuela.
En 1975, cuando Portugal le otorgó la independencia a Angola y liberó de la cárcel al marxista Antonio Agostinho Neto Kilamba, ya había comenzado en ese rico país africano una guerra civil achuchada por Castro y los soviéticos.
Angola es un país muy parecido a Venezuela, por cierto. Con 1.246.700 km cuadrados y poco más de 12 millones de habitantes, es rica en petróleo y diamantes: un bocatto di cardinale para el castro-estalinismo, el cual terminó adueñándose del país como ahora se ha adueñado ya de Venezuela.
Estalló la guerra entre el MPLA (Movimiento para la Liberación de Angola) con Agostinho Neto al frente y los cubanos detrás. Por el lado contrario estaba Jonas Malheiro Savimbi con su movimiento UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), apoyado — tímidamente — por EEUU y con mayor fuerza por Suráfrica.
La guerra se comenzó a disipar en 1991, tras más de 15 años de hostilidades fratricidas. Agostinho Neto (quien se había proclamado presidente de Angola el 10 de noviembre de 1975) llevaba ya 12 años de muerto y en su lugar — al frente del gobierno — se había levantado un marxista llamado José Eduardo Dos Santos, tan incondicional a Castro como lo es hoy Chávez.
En 1991 Dos Santos y Savimbi firmaron un tratado donde aceptaron convertir a Angola en un estado multipartidista y acudieron a unas elecciones que, según la UNITA, fueron trampeadas por el “oficialismo” castro-estalinista. Ahí comenzaron, nuevamente, las hostilidades, las cuales no terminaron hasta que Savimbi muere en el año 2002, víctima de una emboscada en la provincia de Moxico.
A partir de la muerte del líder de la UNITA, comenzó un macabro proceso político bien interesante, el cual ya se venía aplicando con mucha eficiencia en Nicaragua y hoy es la espina dorsal de la “revolución bolivariana” en Venezuela.
Es un sistema infalible que tiende a eternizar a los gobernantes autócratas en sus respectivos países bajo un manto de legalidad y democracia, con la necesaria ayuda de la “oposición genuflexa” que ellos llaman “responsable”; nosotros le llamamos apátrida, conchupante, colaboracionista y traidora y a Rafael Poleo le ha dado, últimamente, por llamar, “oposición bellaca”.
Lo que quedó de la UNITA se convirtió en un partido político, ya sin la dirección de su líder, que ahora estaba muerto, Jonas Savimbi. El movimiento bélico se politizó y fue absorbido por este mordaz sistema que lo controla todo, incluyendo a la oposición. Fue exactamente lo mismo que sucedió con “La Contra” nica, puesto que al finalizar la guerra, luego del “triunfo”, el ejército anti-sandinista se desmanteló y con los restos que quedaron de él se creó un partido político llamado “Partido Resistencia Nicaragüense”, el P.R.N., repleto hoy de conchupantes.
El resultado no puede ser más evidente y exitoso. Los hermanos Ortega han controlado Nicaragua, aún fuera del “poder”, desde 1985. Han mantenido el control del ejército nicaragüense (sandinista) y de la policía de Managua, aún desde la “oposición”. Luego de eliminar físicamente a sus verdaderos enemigos (más de 600), “absorbieron” a los dirigentes opositores de menos peso y con ellos han gobernado como les ha dado la gana. Lo mismo ha venido haciendo Chávez en Venezuela… y José Eduardo Dos Santos en Angola, desde que desapareció la verdadera oposición en ese país africano, contaminado por el castro-estalinismo.
En la Cuba de Castro — el inventor de todo este macabro sistema que hoy se presenta renovado, mutado y adecuado a los tiempos — se infiltraba a los movimientos opositores para destruirlos; todos sus miembros terminaban en el cementerio, en el exilio o en la prisión. Castro eliminaba un foco contrarrevolucionario y la contrarrevolución creaba cinco más. Al final, sin embargo, todos fueron diezmados. En el nuevo sistema, bajo el “Socialismo del Siglo XXI”, los movimientos y partidos opositores se infiltran, pero sus miembros no son eliminados ni sacados del juego: son convertidos en conchupantes y se les da un lugar dentro del libreto a seguir, para sobrevivir y seguir cultivando una parcela política, aunque ésta sea mínima.
Son eliminados, únicamente, aquellos líderes que van surgiendo, que no dan muestras de quererse dejar absorber y que pudieran ser un potencial peligro, a futuro, para el régimen. El resto de la dirigencia opositora, se pliega. Un sistema infalible.
Ni en Angola, ni en Nicaragua ni en Venezuela se permite una verdadera disidencia. ¿Alguien puede pensar que Chávez perdonaría al General Baduel, su compadre, si éste de verdad-verdad lo llegase a traicionar? ¿Un individuo que pudiera llenar una biblioteca con informes sobre el “máximo líder” bolivariano? Lo mismo se pudiera aplicar a Luis Miquilena, Ismael García y a cualquiera que habiendo estado a su lado, decida brincar la talanquera. No duden que habrá quienes la salten de verdad, pero esos no podrán caminar libremente por las calles de Venezuela.
Para el momento del cierre de esta segunda edición, el General Raúl Isaías Baduel llevaba un mes, supuestamente, en prisión. Todavía no está clara la razón de su “encarcelamiento”. Dicen que por corrupción. Desde su “prisión” – si es que en verdad está preso y no es un mareo más – le declaró al New York Times alegando que “Chávez no tiene el apoyo que cree tener dentro de las Fueras Armadas”. Sin embargo, persiste en convocar, ya mismo, a una asamblea (constituyente), para “reescribir” la constitución de Venezuela, como primer paso para “reintroducir controles” al poder de Hugo Chávez.
¿Sería el C.N.E. el organismo que supervisaría y organizaría las “elecciones” para escoger a los individuos que llevarían a cabo esa “constituyente” propuesta, con insistencia, por el General Baudel? ¿Sin depurar el Registro Electoral Permanente (REP)? ¿Sigue creyendo el General Baduel en la transparencia del C.N.E.? ¡Por favor! A esa constituyente debemos ir, no cabe duda, pero una vez que Chávez esté bajo tierra o, en su defecto: ¡bajo llave!
Ese mismo periodista, Julio César Camacho, director de Unión Radio en Miami, está esperanzado porque ahora, con la baja en los precios del petróleo, se le va a poner la cosa chiquita a Chávez. Ya veremos cómo el régimen le sacará punta a esa desgracia. Habrá menos dinero para el pueblo, eso sí, lo cual es estupendo para los planes del castro-estalinismo. Siempre habrá dinero para el proceso y para que la cuerda de sátrapas que destruye a Venezuela se siga enriqueciendo y, si no, que vayan a Cuba a ver qué sucedió cuando Castro, intencionalmente, destruyó la industria azucarera, la industria del turismo… del tabaco, del ron y todo aquello que producía bienes y servicios en la isla. Aún después de la caída de la Unión Soviética, cuando se le acabó la teta a Castro, el pueblo siguió en una pobreza más que crítica: miserable, pero el régimen no cayó. Siempre existió la excusa del “bloqueo” para amansar a los más guapos y seguir anestesiando a la mayoría de los cubanos, quienes muy pronto comenzaron a esperanzarse con el día en que se pudieran montar en una balsa para llegar a los “mayamis”.
Cuando la cosa se ponga chiquitica en Venezuela, Chávez siempre podrá decir que es una cuestión global, que el mundo entero está en crisis… comenzando por “El Imperio”, donde ya estamos al borde de una depresión económica jamás vista. De hecho, ya Chávez ha comenzado a resaltar la crisis norteamericana, como para ir abriendo boca y establecer una matriz de opinión que sirva de excusa para justificar sus macabros y atroces planes de total destrucción del país. No nos olvidemos que él no cuenta con la formidable herramienta de un “bloqueo”.
¿Y qué pasó en Nicaragua? Habiendo sido el país de Rubén Darío el granero de Centro América, una nación pequeña en donde se vivía bien y del cual sus habitantes jamás emigraron masivamente, se convirtió en una de las naciones más pobres de América, peleándoles el puesto a Cuba y a Haití, con una cultura – ya establecida a través de las décadas – de éxodo masivo, que obligó al Congreso de Estados Unidos a promulgar la Ley Nacara, como un ajuste de estatus legal en el país para los nicaragüenses y aliviar así la grave crisis que ese éxodo significaba para los países de Centro América. ¿Se acabó el sandinismo en Nicaragua? Ya veremos, más adelante en este libro, qué pasó en el país nica.
Durante el año 2002 y parte del 2003, cuando mi campaña cibernética había tomado cuerpo en Venezuela a través de la Internet, comencé a reunirme en tertulias que diariamente se organizaban por las tardes (en el quiosco que se encuentra al lado de la piscina del Hotel Tamanaco, en Caracas) con la mayoría de los miembros de la oposición. Ahí nos reuníamos todos: adecos, copeyanos, miembros de Primero Justicia, etc. La supuesta crema y nata de la oposición venezolana, muchos de los cuales pertenecían a aquel garabato político que pasó a la funesta historia contemporánea de Venezuela con el nombre de La Coordinadora Democrática.
Hubo un evento que comenzó a modificar la manera en la cual evaluaba la actitud de la gran mayoría de los líderes de la oposición venezolana: el utópico Referéndum Consultivo, programado para llevarse a cabo en febrero del año 2003, suspendido por el Tribunal Supremo de Justicia en enero del año en el que se suponía se llevaría a cabo.
Hasta que se comenzó a manejar aquel ejercicio anestésico, pensaba que había una gran dosis de ignorancia e ingenuidad entre los líderes de la oposición venezolana, sin embargo, durante aquellas tertulias en el Hotel Tamanaco, pude comprobar que en casi la totalidad de los dirigentes de la oposición, existía una certeza de que tal absurdo jamás tendría un final feliz.
A través del Referéndum Consultivo, una herramienta contemplada en la constitución que en 1999 Chávez ordenó hacer a su medida y para cubrir sus intereses de entonces, se les pediría a los electores venezolanos si consideraban que el-para-entonces presidente legítimo de Venezuela, debía renunciar a su cargo, o si – por el contrario – debía mantenerse en el poder en Miraflores.
Chávez se burlaba descarada y abiertamente de las aspiraciones de aquellos líderes de papel, que no daban muestras de entender el daño que se le hacía a la moral de la oposición nacional cada vez que se inventaba una maroma para intentar propinarle un golpe al régimen. Seguía así el juego político cargado de pugilato, amenazas, recriminaciones, insultos y todos aquellos elementos que le dan vida al nuevo estilo conflictivo, dictatorial y autocrático impuesto por la revolución. Mientras ambos bandos pretendían engañarse, el régimen acumulaba tiempo para trabajar en ese plano del país nacional que muy pocos entienden y conocen de su existencia, donde se consolida o se pierde el poder de un régimen dictatorial, opresor y tiránico.
Primero Justicia, movimiento que se abrogó el liderazgo de aquel intento de referéndum y lo hizo su bandera temporal, colocó un inmenso almanaque en el distribuidor de Altamira, en la Autopista Francisco Fajardo de Caracas, donde se llevaba una cuenta regresiva hacia el día en que – según ellos – se llevarían a cabo los comicios.
La Iglesia Católica intervino en aquel asunto terrenal del Referéndum Consultivo, paseando por la Autopista de Prados del Este, en Caracas, a todas las estatuas de vírgenes conocidas y desconocidas por sus feligreses. Una de ellas, la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, iba a la vanguardia… como si alguna vez los cubanos hubieran recibido apoyo celestial, en materia política, emanado de la Madre de Cristo.
Al sacar al seremillón de vírgenes a la arena política, la Iglesia se exponía así a la merma de fe que el pueblo venezolano pudo haber depositado en sus santos y vírgenes más venerados y adorados y Chávez se haría dueño de la imagen que reviste a los mortales todopoderosos: ni la fuerza Divina haría que aquel referéndum se diera… como en efecto sucedió, incrementando lo que muchos han querido llamar la depresión colectiva del pueblo opositor venezolano y disminuyendo las esperanzas que ese pueblo puso en sus dirigentes, quienes no parecían dar pie-con-bola a la hora de hacerle daño al régimen de oprobio que cada día se mostraba más insolente, blasfemo e insultante.
En una oportunidad le pregunté a Julio Borges, uno de los creadores de aquella maroma sin sentido, si él creía que el tal Referéndum Consultivo tendría un final feliz. Me respondió que no, pero que había que hacer algo. Como el médico que le tiene que recetar - algo - al paciente enfermo de dengue hemorrágico y lo que le receta es aspirina.
La tarde en que la Iglesia paseaba a las vírgenes por la Autopista de Prado del Este en Caracas, para que le ablandaran el corazón a Chávez con respecto al Referéndum Consultivo y lo aceptara, me encontraba con mi amigo, el Padre (jesuita) Mikel de Viana, en una reunión del Bloque Democrático, en la urbanización de Altamira, en Caracas. Le pregunté a Mikel si él, como sacerdote católico, creía que esas vírgenes nos iban a resolver la tragedia que ya se veía venir en nuestra patria y me respondió textualmente… textualmente: “Robert, la equivocada manera de venerar a la Virgen de Coromoto (patrona de Venezuela) y la falsa creencia en María Lionza (una diosa del folklore venezolano), tienen fuñido a este país.” (sic) Supongo que de Viana quería decir que no había que poner las esperanzas, en materia política, en nuestra virgen… o, en su defecto, en alguna fuerza esotérica folklórica e idólatra. Algo así como “ayúdate, que yo te ayudaré.”
Tal vez inspirado por estas palabras de mi amigo Mikel, esa noche escribí y publiqué en mi red un ensayo que titulé “Reto a Dios”, en el cual retaba al Ser Supremo, sin duda un sacrilegio imperdonable, a que extendiera su mano todopoderosa e hiciera que Chávez aceptara ir al fulano referéndum, a sabiendas de que Dios no se metería en tales asuntos terrenales y mucho menos siendo estos asuntos políticos. Al día siguiente lancé mi artículo por la red y en la noche tenía cientos de solicitudes donde lectores solicitaban ser retirados de mi base de datos, evidentemente ofendidos por mi insolencia.
Mikel de Viana fue sacado de Venezuela por la Iglesia, para que no sucediera con él una desgracia. Hoy, tal vez, se muere de tristeza en España, lejos de su patria y de la lucha política. No ha sido el único sacerdote digno que se le ha enfrentado al régimen de oprobio de Chávez, pero sí uno de los más combativos y sinceros. En la tarde del 11 de abril de 2002 (día de “La Masacre de Miraflores”) convocó por la radio a todos los venezolanos a que tomaran las calles del país y a que no regresaran a sus hogares hasta no recuperar la Libertad. Siempre abogó por la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida y repudió el llamado a las urnas, por estar seguro de que por ahí no iríamos a ningún lado bueno.
Luego del desinfle de aquel globo de humo en el cual se convirtió el tal Referéndum Consultivo, Julio Borges, el máximo dirigente del partido Primero Justicia declaró: “No tenemos un poder judicial sino una sucursal de lo que es en este momento el gobierno, que no quiere elecciones, desmanteló el poder electoral, no le importa la voluntad de la gente, no le importa el paro, lo que le importa es mantenerse en el poder.” (sic).
Si alguna vez Julio Borges ha dicho alguna verdad en su vida, fue aquel día en que le pegó en el centro a la diana. Sin embargo, ¿es que Borges no sabía que no había un poder judicial y que al “gobierno” (al régimen) no le importaba un bledo la voluntad de la gente si no mantenerse – eternamente – en el poder? ¡Claro que sí!
El haberse lanzado con tamaña ocurrencia no tuvo justificación alguna. Si hubieran tomado la decisión, parcializada y politizada, del Tribunal Supremo de Justicia para alebrestar al pueblo de una manera sostenida en una decidida estrategia de desgaste entre el colectivo y el oficialismo, hubiera tenido algún sentido, así hubiera terminado en fracaso. Pero no se contempló tal cosa. Los propios promotores del Referéndum Consultivo sabían, perfectamente bien, que aquello sería como echarle una cucharadita de sal a una piscina olímpica con la pretensión de salarle el agua. Con cada derrota, la oposición retrocedía en el tiempo y el régimen ganaba espacio. La dirigencia opositora ha sido muy eficiente en ponerle a Chávez, en bandeja de plata, las herramientas requeridas para poderse atornillar eternamente en el poder por la vía “democrática” y, sobre todo: “pacífica”.
De ahí en adelante, a pesar del vasto conocimiento que Borges demostró tener del régimen y de sus intenciones en materia comicial, él mismo tomó la iniciativa de organizar a la oposición en todas las demás elecciones y referendos que a continuación se montaron en Venezuela. ¿Qué había cambiado de entonces a hoy, febrero de 2009? ¡Absolutamente nada!
Por los meses de la diatriba en torno a aquel pretendido Referéndum Consultivo, los miembros del C.N.E. (Consejo Nacional Electoral) estaban en una situación transitoria, a expensas de que el Congreso (o la Asamblea Nacional) nombrara a las nuevas autoridades permanentes. Aquel C.N.E. era menos chavista… digámoslo así, que el que se conformó – inconstitucionalmente – después… y eso que todavía teníamos a la antigua Asamblea, repleta de opositores, como repleta de opositores está hoy la Asamblea de Nicaragua.
A partir de entonces, el C.N.E. se radicalizó, descaradamente, a favor del régimen y lo mismo hizo el Tribunal Supremo de Justicia, con la vieja Asamblea (la que no estaba repleta de chavistas) y todo. Si para enero de 2003 Julio Borges consideraba que los venezolanos no contaban con un poder judicial imparcial y probo; que para entonces el régimen ya había desmontado el Poder Electoral y que a Hugo Chávez le importaba un comino la voluntad de la gente: ¿qué le hizo cambiar de opinión como para seguir insistiendo por la vía electoral, en especial cuando las condiciones, en vez de mejorar, empeoraron?
Faltando días para el referéndum del 15 de febrero de 2009, Julio César Camacho entrevistó, para Unión Radio en Miami, al connotado periodista internacional – de la cadena Univisión – Jorge Ramos, gran conocedor del proceso venezolano. Éste le dijo que no importaban los resultados de ese referéndum: ganara el “NO” o ganara el “SI”, no habría forma de sacar a Hugo Chávez del poder por la vía electoral. Recordó que Chávez era un golpista que había intentado apoderarse de Venezuela por la vía del golpe de estado y que no había fuerza real alguna en nuestro país para parársele frente al ya-dictador Chávez. Era evidente que Ramos estaba más claro que la mayoría de nuestros analistas políticos venezolanos, aunque lo más probable era que todos nuestros dirigentes de la oposición coincidieran con el periodista mexicano (considerado dentro de los 25 hispanos con mayor influencia en Estados Unidos) en todos sus puntos con respecto a Hugo Chávez y a sus pretensiones de eternizarse en el poder. Las condiciones electorales para esta última maroma comicial del régimen, habían empeorado considerablemente, comparadas con las existentes en el país antes de enero de 2003, seis años atrás. El poder de Chávez, por el contrario, se había incrementado en todos los ámbitos.
Era evidente, claro y lógico suponer que si el pueblo venezolano no contaba con un poder judicial independiente y que si el máximo organismo comicial (el C.N.E.) fue desmantelado antes de enero de 2003, hasta tanto no se modificase ese escenario, no se podía llevar al pueblo a unas elecciones en Venezuela, entre otras cosas, porque a la hora de acudir al Tribunal Supremo de Justicia para un arbitraje, estaríamos acudiendo a lo que Borges llamó una “sucursal de lo que es ahora este gobierno” (sic). Es más, si como se dijo inmediatamente después del referéndum del 15F2009, de ser cierto el supuesto negado en el que se aseguró que Chávez todavía tenía “mucho pueblo”, menos debimos haber ido a esos comicios y para evitarlo – con nuestro pueblo en las calles – teníamos la excusa que esa consulta ya se había hecho y la había perdido Chávez, con todo y su pueblo: tendría que irse en el 2012… de aquí a allá, veríamos.
Por supuesto que Julio Borges no estaba hablando entonces de la boca para afuera. Estaba declarando una verdad más grande que un inmenso templo. El problema es que al pasar los meses, y luego los años, fue el mismo Borges quien, junto al resto de los líderes más connotados de la oposición, aceptó las batallas sucesivas en el campo electoral y, para colmo, en circunstancias muchísimo más adversas y menos favorables, donde el régimen se había fortalecido al máximo, tanto en lo político como en lo militar… y había ya corrompido todas y cada una de las instituciones del Estado y a un inmenso sector de la población. ¿Entonces?
La trampa en torno a la vía electoral era difícil de desmontar. Por el lado que escogiéramos recibiríamos palo del bueno. Las confesas irregularidades del C.N.E. eran tales que le servían al régimen para incrementar la abstención electoral. El discurso incendiario y la violencia que siempre se desataba, en menor o mayor grado, antes de cada una de estas elecciones, contribuían a configurar el gran fraude. Los líderes de la oposición siempre supieron que esa gran trampa no se podía combatir desde las mesas electorales, sin embargo, les hicieron creer a sus seguidores, millones y millones de venezolanos, que el régimen se vería imposibilitado de trampearnos, si vigilábamos y defendíamos los votos inmediatamente después de cerradas las urnas. Eso era tan falso como un billete de cuatro pesos. Para empezar, los líderes de la oposición debieron haber conocido mejor a esos electores y saber que después de votar, la inmensa mayoría de ellos se iría a sus respectivos hogares a enchufarse en Globovisión, para ver cómo iba la cosa, como en efecto sucedió. Ya para las 7:30 de la noche, del domingo 15 de febrero (de 2009), el pueblo estaba “recogido” en sus casas, tal como pudimos escuchar por los boletines noticiosos que nos llegaban a Miami desde la estación Unión Radio en Caracas, boletines que no ponemos en duda, porque vivimos experiencias similares estando en Venezuela, de cuerpo presente.
A lo largo y ancho de ese tortuoso camino donde se había aceptado la vía electoral como campo de batalla, se presentaron mil y una excusas para embasurar al país, convulsionarlo políticamente y crear un estado absoluto de ingobernabilidad, todo bajo el real y justificado pretexto de querer votar debidamente y de negarnos a acudir a las urnas hasta tanto no se dieran las condiciones que pautaban la constitución y las leyes. Todo hubiera sido válido, con tal de evitar medirnos en el campo electoral, bajo las condiciones que el régimen había establecido, las cuales jamás hubieran sido modificadas. En unos comicios bajo condiciones total y absolutamente desiguales y con escaso tiempo para “prepararnos” mejor, donde gran parte de los electores potenciales de la oposición le habían perdido la confianza al máximo árbitro electoral y el respeto a la dirigencia opositora de Venezuela, era más que evidente que no podríamos votar para salir de Chávez, sino que habría que salir de Chávez, para poder votar… y para eso, tendríamos que salir, primero, de esa dirigencia opositora que siempre se ha mostrado tan complaciente y permisiva con el régimen.
Las firmas recolectadas para solicitar aquel intento de Referéndum Consultivo estaban depositadas en unos galpones del este de Caracas. Una tarde, una turba del oficialismo se dirigió al lugar donde estaban depositadas las cajas contentivas de dichas firmas, con la aparente intención de secuestrarlas, lo que generó un gran alboroto. Los dirigentes de aquel movimiento referendario llamaron, a través de las cámaras de Globovisión, a todos aquellos ciudadanos opositores que estuviesen dispuestos a defender las firmas del robo de los antisociales enviados por el régimen para sembrar desconcierto, zozobra y desamparo, robándose las firmas y evitando que la convocatoria se diera… un vandalismo innecesario, pues el referéndum no iría con firmas o sin ellas. Era todo parte de aquel interminable show que comenzó el mismo día en que Hugo Chávez se encaramó en el poder en Venezuela. Peor aún: un show del cual participaban esos dirigentes de la oposición, a sabiendas de que todo era una farsa.
Esa misma tarde llamé a algunos miembros de la Coordinadora Democrática, mis compañeros de tertulia en el Hotel Tamanaco y les sugerí que dejaran que se llevaran las firmas – las cuales no servirían para nada – y ante el descarado e impune vandalismo, alebrestáramos al pueblo para crear el necesario ambiente que diera pie al comienzo de una sublevación colectiva a nivel nacional. Por supuesto, la propuesta no encontró el más mínimo apoyo por parte de ninguno de ellos. Las firmas fueron defendidas y, más tarde, entregadas con bombos y platillos ante el C.N.E., organismo que le otorgó el valor que tienen, en nuestros baños, los rollos de papeles sanitarios.
Lejos de aprovechar todas las irregularidades en torno al Poder Electoral, los líderes opositores se dieron a la tarea de anestesiar a sus millones de seguidores con el cuento de no caer en provocaciones… de luchar por la vía democrática y civilizada. Prometieron triunfos en las urnas, si se lograba la unidad, pero todos ellos sabían que por ahí no se lograría nada bueno y así lo conversábamos en muchísimas oportunidades, fuera de cámara, claro está. Entre la evidente falta de fe en nuestros líderes, que cada vez se hacía más palpable y peligrosa y la falta de confianza en nuestras máximas autoridades electorales, lo único seguro que se podía esperar, para arrancar, sería una inmensa ABSTENCIÓN. Era como si a David le hubiesen quitado las piedras y su honda, antes de pelear con el gigante Goliat… y le hubiesen vendado los ojos, además.
La vía electoral no es la ÚNICA VÍA para enfrentar a una tiranía. De hecho, es la menos recomendada, como veremos más adelante en este libro, y requiere de ciertas condiciones que jamás se han dado en la Venezuela de Chávez, en parte, porque la dirigencia opositora jamás ha tenido la voluntad política de crearlas a través de un liderazgo sincero, valiente, digno y patriótico. Mucho se nos vendieron las experiencias de Chile y de Nicaragua, para que nos diéramos cuenta de que los dictadores salían con votos. Pero no nos pintaban los panoramas existentes en ambos países, previo a esos procesos electorales exitosos, para que aquellos comicios tuvieran algún sentido… y alguna opción de triunfo en Venezuela.
En una oportunidad, cuando protesté por la manera ingenua y “comeflórica”, empleada por la dirigencia de la oposición para enfrentar al régimen, se me respondió: “¿y qué vamos a hacer, Robert, si no tenemos con qué enfrentarnos a Chávez? Era evidente, entonces, que nuestros líderes no habían oído hablar de la resistencia cívica no-violenta, ni del Dr. Gene Sharp, padre de esa corriente estratégica de lucha que le resolvió la vida a Serbia y a Ucrania ante situaciones similares (o peores) a las existentes en la Venezuela de Chávez. El famoso ensayo del Dr. Sharp, “De la Dictadura a la Democracia”, publicado en todos los idiomas del mundo, incluyendo a varios dialectos africanos, que se podía (y se puede) bajar de la Internet sin pagar un solo centavo, no había llegado a Venezuela, todavía. Luego me cansé de enviarles copias a cada uno de aquellos dirigentes, pero: o no se las leyeron, o no las entendieron… o no quisieron aplicar el contenido de las propuestas del fundador del Instituto Albert Einstein de Boston, que luego Chávez tanto atacaría.
Era evidente el lamentable cuadro de ignorancia entre la dirigencia de la oposición en cuanto a los patrones de lucha bajo la estrategia de la verdadera resistencia cívica. Por ejemplo: era lógico, entendible y aceptable que quisiéramos participar en elecciones, pero no ante un poder judicial que entendíamos como “una sucursal de lo que es ahora el gobierno”. No ante un C.N.E. totalmente entregado al régimen y bajo la supervisión de un “Plan República”, implementado y dirigido por militares que obedecían a los intereses de un régimen totalitario. Por un lado nos empeñábamos y nos esforzábamos en alertar al mundo – a la comunidad internacional – de lo que estaba sucediendo en Venezuela y por el otro acudíamos a las urnas, aceptando – tácita y previamente – las condiciones y al máximo árbitro comicial, en el cual nadie en el país confiaba. Las irregularidades y los abusos del C.N.E. eran tan evidentes, que faltando un par de días para el referéndum del 15F2009, ese organismo se vio en la necesidad de expulsar del país a un diputado español, luego de que éste expresara su asombro ante tantas anomalías, las cuales dijo no haber visto jamás en su vida como político y parlamentario europeo.
En el pasado referéndum del 15 de febrero (de 2009), la desconfianza en ese árbitro comicial era más grande que nunca. ¿Cómo se entiende que el llamado Poder Electoral hubiese sido tan transparente como para declarar la derrota del régimen en el referéndum del 2D2007 y, sin embargo, para los comicios del 15F2009 se mostrara tan aberrante y arrebatadoramente vendido a Chávez? Para pocos venezolanos, la respuesta se encontraba en el show que el régimen montó para hacerles creer a los venezolanos – y al mundo – que Chávez había aceptado su derrota bajo una fuerte presión. Jamás nos cansaremos de repetir que aquella jugada tan noble de reconocer la derrota del referéndum del 2 de diciembre de 2007, obedeció a una estrategia para darle vida a la vía electoral, para subirle la credibilidad al C.N.E. e ir legitimando un caudal de votos para cuando la olla estuviera hirviendo, luego… en febrero de 2009, como en efecto sucedió. ¿Dónde estaba esa misma fuerza para evitar que se volviera a votar la misma propuesta que ya habíamos llevado a las urnas, cuyos resultados, gracias a ella (a “la fuerza”), Chávez se vio obligado a reconocer?
En el año 2002, se montó en Venezuela una impresionante obra teatral tragicómica entre algunos miembros de la oposición y el régimen autoritario-ya de Hugo Chávez: “La Mesa de Negociaciones y Acuerdos”, moderada por el ex presidente de Colombia, César Gaviria Trujillo. Fue mucha catibía la que se propuso, se debatió y se comió allí. El pueblo, una vez más, se esperanzó. Todo el mundo metió la mano, incluyendo el ex presidente Jimmy Carter, quien se dio el tupé de proponer los siguientes puntos para re-establecer la paz y la armonía en el país:
1. La oposición debe anunciar la finalización del paro. El Gobierno debe anunciar que no habrá represalias contra los trabajadores públicos que recurrieron a sus derechos sindicales. Quienes sean encontrados culpables de sabotaje o de otros delitos, deberán ser penados conforme a la ley.
2. El Presidente debe garantizar su disposición para que el referéndum revocatorio sea realizado no más tarde del día 19 de agosto de 2003 (se celebró un año más tarde).
3. La Mesa de Negociaciones y Acuerdos terminará el “Borrador de Acuerdo” que se encuentra actualmente bajo análisis, agregando la siguiente propuesta con el fin de resolver la cuestión electoral:
a. La Mesa buscará que el Tribunal Supremo de Justicia ratifique su sentencia anterior acerca de que la mitad del período presidencial se cumple el 18 de agosto de 2003. La oposición deberá obtener las firmas requeridas, según lo especifica la Constitución. El Presidente también deberá garantizar la seguridad y todos los recursos financieros necesarios. (Al final, el dichoso referéndum se llevó a cabo un año después, el 15 de agosto de 2004).
b. La Asamblea Nacional debe ser reestructurada si no se logra un acuerdo y ambas partes deberán aceptar, entonces, que el Tribunal Supremo de Justicia los designe. (El acuerdo fue logrado, por lo que la Asamblea Nacional siguió intacta).
c. Se debe crear una “Comisión Conjunta”, compuesta por venezolanos y expertos extranjeros, para supervisar todas las etapas de estos procesos electorales. Sus tareas incluirían: proveer asistencia técnica, monitorear el proceso electoral, y controlar la objetividad de la cobertura de los medios masivos de comunicación. (Esa “Comisión Conjunta” se creó y el organismo internacional de expertos que se escogió para tal supervisión, fue la Fundación Carter, con el funesto resultado que todos conocemos, ya que fue esa fundación la que le dio el aval internacional al Referéndum Revocatorio).
d. Se debe tener todos los preparativos listos de manera que si el referéndum requiere luego la realización de elecciones, las mismas puedan hacerse no más tarde del 19 de septiembre de 2003, pudiendo todos ser candidatos. (Por supuesto, los preparativos no fueron necesarios, porque Chávez ganó el referéndum en lo que se conoció como “El Mega Fraude”).
e. Se debe acordar que todos los referendos revocatorios para los que se hayan recogido firmas (gobernadores, alcaldes o diputados) se realizarán el mismo día que el referéndum presidencial - 19 de Agosto de 2003. (Jamás un alcalde o un gobernador fueron revocados mediante elección revocatoria alguna porque nunca se convocó este tipo de consulta para ellos).
4. Asimismo, la “Mesa de Negociaciones y Acuerdos” deber garantizar que se traten los siguientes temas en el Acuerdo:
a. Los derechos humanos básicos consagrados en la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”, la “Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre” y la “Convención Americana sobre Derechos Humanos”, así como todos los demás derechos y garantías de los que gozan los ciudadanos venezolanos a partir de la Constitución de 1999, que deberán ser garantizados a todos los participantes del proceso, independientemente de sus lealtades políticas en los hechos ocurridos durante la crisis reciente.
b. Los mecanismos y los tiempos necesarios para la renovación de los poderes públicos - el Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Ciudadano (Fiscal General, Contralor General y Defensor del Pueblo).
c. El gobierno y la oposición acordarán antes de que se realicen las elecciones generales que, luego de que éstas se hayan llevado a cabo, se lanzará un proceso de consulta nacional con los líderes claves y cuyo propósito será la reconciliación de las diferencias existentes y la promoción de la justicia social. Dicho proceso de consulta puede ser organizado por representantes aceptables de la comunidad internacional, inclusive por aquellos que patrocinaron la “Mesa de Negociaciones y Acuerdos”.
Era más que evidente que aquella propuesta del ex presidente Jimmy Carter estaba revestida de una impresionante ignorancia de la realidad nacional, a menos que la misma obedeciera a una agenda oculta para el grueso de la población venezolana… y para el mundo.
Ninguna de sus propuestas tuvo fiel cumplimiento, pero lo peor fue que en agosto de 2004, cuando por fin se llevó a cabo aquella cosa que se llamó Referéndum Revocatorio, el propio Jimmy Carter aprobó ese proceso comicial, a pesar de que ninguna de sus propuestas había sido tomada en cuenta, lo que debió haberle obligado a pronunciarse en cuanto a que en Venezuela, para aquel momento, no estaban dadas las condiciones para que prevalecieran la paz y la armonía, factores fundamentales para poderse llevar a cabo unas elecciones transparentes en país democrático alguno.
El fulano acuerdo, emanado de las negociaciones de la mesa, fue firmado por algunos de los miembros de la oposición con el pañuelo en la nariz. Hubo uno que hasta se persignó frente a las cámaras de televisión, en cadena nacional, antes de estampar su firma. Una vez más, en lugar de advertirle al país que aquello era un absoluto adefesio y una soberana burla, se le dio un mateo protocolar y chirrín-chirrán… jamás se volvió a mencionar. La impresionante alharaca que en un inicio produjo ese show mediático montado por el régimen y por los entonces-líderes de la oposición, se esfumó como si en Venezuela jamás se hubieran llevado a cabo tales eventos, supuestamente, conciliatorios.
En el Restaurante La Cacerola de la urbanización El Placer, en el municipio de Baruta (Gran Caracas), me encontré sentados en una mesa al Dr. Américo Martín en compañía de una famosa politóloga llamada Vilma Petrach. Américo Martín era uno de los miembros principales de la fulana mesa y ex comandante guerrillero que obedecía órdenes de Castro durante la guerra de guerrillas que tanto daño y muertes le produjo a Venezuela en las décadas de los sesenta y setenta.
No me pude contener y me dirigí hacia donde estaban ambos almorzando y le reclamé a Américo su participación en aquella farsa nacional, con repercusión internacional. El Dr. Martín, evidentemente asombrado por mi reclamo furtivo, me aseguró que esa era la manera de lograr la victoria y que tenía que entender que había una estrategia detrás de todo aquello. Luego de esa conversación, salí convencido de que nuestros líderes tenían una poderosa carta oculta bajo la manga de alguno de ellos.
Al cabo de los años coincidí en el exilio de Miami con el Dr. Martín, aunque él se dejó de eso (de insistir en su asilo político) y decidió regresar a Venezuela para seguir en la pachanga de siempre: organizando elecciones y estrategias. Era más que evidente que no había carta alguna bajo la manga de nadie: ¡puros cuentos chinos!
La Dra. Petrach también se asiló en Miami y hasta el momento de entrar en imprenta este libro, seguía manteniendo su status de asilada política en Estados Unidos. Tanto el Dr. Martín como la Dra. Petrach habían decidido el exilio al sentirse amenazados por el régimen, luego de haber firmado el famoso “Manifiesto de Miraflores”, donde – supuestamente y según el régimen – se le daba apoyo a la presidencia de Don Pedro Carmona, quien pretendió suceder a Chávez tras los eventos del 11 de abril (de 2002), en donde se nos aseguró que el sátrapa había renunciado. Al final de cuentas, ninguno de los más de cuatrocientos firmantes de aquel histórico documento, sufrió persecución real alguna.
En medio del proceso de diálogos y de acuerdos, se intentó constituir una nueva bufonada llamada “Grupo de Amigos de Venezuela”, compuestos por varios países amigos. Chávez le dio un soberano zapatazo matando a ese grupo al nacer, durando lo que dura un merengue a las puertas de un colegio. Era evidente la intención de marear al grueso de los venezolanos para que perdiera la noción de la realidad. El país nacional se encontraba en una verdadera montaña rusa, pero a otro nivel no estaba sucediendo absolutamente nada: los líderes de la oposición y el régimen se pagaban y se daban el vuelto, mientras ese pueblo – engañado a más no poder – sonaba sus cacerolas y aguantaba sol y sed en largas marchas que jamás llegaron a sus programados destinos… y en los intervalos de descanso, se sentaba a ver el programa en Globovisión del Lic. Leopoldo Castillo, “Aló Ciudadano”, donde éramos guaraleados otro tanto, para poder irse a la cama sin tener la más mínima idea de lo que verdaderamente estaba ocurriendo en Venezuela y creyéndose, de verdad-verdad, que se estaba luchando por la patria.
En el medio de aquellos absurdos utópicos, se programaba todo tipo de “eventos patrióticos”, como ciclo-marchas, caimaneras (partidos improvisados entre Soberano Vs. Escuálidos) de futbolito en las autopista, calistenia y bailoterapia… también en el medio de las autopistas; comparsas de samba, pitorreo, caravanas y paremos de contar. Nuestras bellísimas chicas se pintaban sus caras con los colores patrios y mostraban sus ombligos. Hubo hasta un famoso monito titi a quien disfrazaban, en las marchas, con la bandera tricolor. En esos eventos pacíficos, valientes, democráticos y patrióticos que sacarían de Venezuela al régimen castro-estalinista de Chávez, estaba la mano de Elías Santana y su ONG, “Queremos Elegir”… organización no gubernamental que pasó a mejor vida y que hoy recordamos con nostalgia, como recordamos las famosas fiestas decembrinas con las orquestas de La Billo Caracas’ Boys y de Los Melódicos.
Llegó un momento en que mis escritos, todos, estaban dirigidos a criticar aquellas marchas carnavalescas, llenas de una alegría desbordante, serpentinas, confetis y raca-racas… aquellos ejercicios de calistenia que, para combatir al régimen, nos imponía Elías Santana (quien tuvo sus 15 minutos de gloria) y su combo de “comeflores”. Un día recibí una llamada telefónica de un personaje que hoy está en exilio conmigo, con quien desayuno de cuando en vez en la Calle Ocho, quien me explicó que con aquellos eventos, “se estaba calentando la calle”.
Mientras todo esto ocurría del lado de nosotros los escuálidos, oligarcas, pacíficos, “comeflores” y demócratas, las FARC instalaban hospitales y campamentos dentro del territorio nacional, se crearon el FBLN (Frente Bolivariano de Liberación Nacional), los paramilitares de los Tupamaros y de La Piedrita… los escuadrones motorizados de Lina Ron y de otro tercio por ahí, cuyo nombre no recuerdo. La guerrilla colombiana secuestraba ganaderos en los estados fronterizos; se constituía la milicia, que en Venezuela le llaman “La Reserva”; nos inundaron al país de cubanos castristas que depredaban, impune y descaradamente, las riquezas de nuestros suelos y se las llevaban a Cuba, día-a-día por el puerto de Guanta, en el oriente de Venezuela. Se organizaban los Círculos Bolivarianos (similares a los CDR cubanos, “Comité de Defensa de la Revolución”); Chávez buscaba presupuesto para comprar todo tipo de armamento bélico… el narcotráfico a millón, el hampa desatada… y nosotros bailando y haciendo ejercicio en pro de la libertad. ¡Insólito!
Casi al final de aquel tareco apodado “Mesa de Negociaciones y Acuerdos”, comenzó otro más absurdo aún: El Paro General, que luego se convirtió en indefinido. Los miembros convocantes al paro debieron haber tomado en consideración que no sería un paro, que no sería general y que mucho menos sería indefinido.
Pero hay más. En uno de los reportes que al final de cada día eran ofrecidos a la prensa nacional por parte del moderador de aquella mesa, César Gaviria Trujillo, le jaló las orejas al régimen por aupar lo que ya se perfilaba en el país como un paro general. Para muchos – Gaviria incluido – era más que evidente que el propio régimen estaba interesado en aquella huelga nacional. ¿No se dieron cuenta nuestros líderes? “A falta de un bloqueo, bueno es un paro”, pareciera haber pensado Hugo Chávez ante aquel “flaicito” al pitcher.
Así como Castro siempre le había echado mano al bloqueo norteamericano para justificar su inducido desastre económico en la isla de Cuba, Chávez le echaría mano al paro para justificar lo que vino después. La culpa de todos los males de Venezuela la tendría, por un ratico, el paro… ¡y los golpistas! Luego: “El Imperio”, Bush (su socio), la baja de los precios y la crisis económica mundial “global”.
Es muy cierto. Un paro general, sostenido e indefinido hubiera acabado con todos nuestros males de entonces, pero los líderes de la oposición no estaban dispuestos a llevar a cabo un paro-paro, de verdad-verdad… y el pueblo no supo cómo pararse ni mucho menos, cómo paralizar al país de una manera generalizada y sostenida: no había nacido todavía el concepto depurado de “La Guarimba”, una de las evidentes pesadillas de Chávez.
Lo que terminó habiendo en Venezuela fueron unas prolongadas vacaciones colectivas, remuneradas para muchos, no-remuneradas para otros. Por ejemplo, algunos colegios privados obligaron a los padres y representantes a cancelar a los maestros los salarios caídos producidos por el paro; los bancos y los supermercados abrían unas horitas nada más. La mayoría de los buenos restaurantes – al menos en Caracas – hicieron su agosto con clientes huelguistas que por las noches iban a evaluar los resultados del paro, mientras devoraban grandes cantidades de comida y bebidas alcohólicas. La gasolina escaseaba, pero la misma Guardia Nacional se metió en el negocio de su distribución en el mercado negro. Al finalizar el paro no sabíamos qué hacer en nuestra finca con tantos pipotes repletos de gasolina.
Al fracasar aquel paro que no fue paro, se perjudicó la opción de la sublevación activa, generalizada y sostenida… de verdad-verdad y el régimen salió victimizado. ¿No supieron predecir, los líderes de la oposición, las consecuencias de un posible fracaso antes de convocar al pueblo a aquel paro, como, evidentemente, era la intención del régimen? ¡Quién sabe quién maquinó aquel paro!
Si ese paro se le hubiera montado a Rafael Caldera, hubiera caído en menos de una semana. Pero un paro así no le hizo ni coquito al régimen insolente de Hugo Chávez. Eso lo debió haber contemplado la dirigencia de la oposición. En su momento y antes de que se produjera el fracaso, lo advertimos y lo publicamos en un artículo titulado, precisamente, “El Paro”. En su momento, también advertimos que ante la posibilidad de perder el referéndum del 15 de febrero de 2009, en “buena lid”, teníamos que haberlo evitado, echándole mano a la montaña de excusas que teníamos frente a nuestras narices, ya que todo estaba en contra de la verdadera oposición: ¡todo!
Lo mismo sucedió con la huelga de PDVSA donde miles de familias quedaron desamparadas, y lo que fue peor: le entregamos al régimen, mansamente, la empresa más estratégica e importante del país. En su momento y ante los concurrentes de PDVSA en la llamada “Plaza de la Meritocracia”, lo denunciamos sin pelos en la lengua… luego lo publicamos en la red y en varios periódicos del país, en un artículo titulado “Hablando Claro”. Muchos decían que Chávez no se podría dar el lujo de despedir a MILES de empleados de PDVSA… y se lo dio. Otros decían que al ser PDVSA la caja chica del régimen, Chávez no se atrevería a perjudicarla… ¡y la perjudicó! El régimen incrementó la deuda que se encontró en PDVSA de $ 2mil millones a $ 20mil millones, perdiendo dinero a manos llenas, derrochando, robando y repartiendo. Para la fecha en que terminamos de escribir este libro, los bonos de PDVSA estaban por el suelo, con un valor casi similar al que tenían los marcos alemanes recién terminada la Segunda Guerra Mundial.
No es hoy, años después del desastre, que nos alentamos a las críticas. Mucho que lo hicimos en su momento y DESDE la propia Venezuela. Fui invitado en varias oportunidades a dar conferencias sobre el castro-estalinismo, tanto en INTEVEP (en Los Teques) como en Chuao, en la “Plaza de la Meritocracia”, donde se reunían los disidentes de PDVSA. Ahí siempre hablé claro y dije que por esa vía no deberían de ir los tiros. Que había que sublevar al país nacional y que Chávez se alzaría con la primera empresa del país, como en efecto hizo… y que al final se alzaría con el país entero: ¡como acaba de hacer el 15 de febrero de 2009! Cada vez que le hablaba a la gente de PDVSA, al final de mis conferencias, recibía cualquier cantidad de comentarios que me hacían pensar que, en el fondo (y no muy hondo), muchísimos de ellos estaban de acuerdo con lo que yo decía y proponía y, lo que era peor, estaban pensando que había sido un inmenso error haber buscado aquella estéril e inocua confrontación, aunque yo siempre les dije que más tarde, o más temprano, si no nos sublevábamos todos, todos perderíamos todo… y que al final todos seríamos afectados como serían afectados ellos.
En unas de las conferencias para los disidentes de PDVSA, narré una anécdota sobre Fidel Castro. Resulta que en su Luna de Miel por Estados Unidos, Castro se reunió con su cuñado, Rafael Díaz-Balart, quien vivía entonces en la ciudad de Nueva York. Por aquellos días se produjo un asalto a un banco, al más puro estilo de las películas de Hollywood. Fidel Castro le hizo a su cuñado el siguiente comentario: “no hay que robar a los bancos… ¡hay que robarse los bancos!” Con la huelga de PDVSA, los disidentes ayudaron a Chávez, no a robarle a la principal empresa del país, como seguramente lo hacían los gobiernos anteriores, sino a robarse la institución completa, como Castro, años más tarde, se robaría todos los bancos de Cuba y, luego, la isla entera.
Era más que evidente que aquella huelga de PDVSA no llegaría a nada saludable para la oposición, aunque el grueso del pueblo opositor se emocionó con ella. En una oportunidad llegamos a pensar – y así lo publicamos – que aquella huelga había sido cocinada por el régimen. Chávez, al final, se quedó solito con PDVSA y se sacudió de miles de empleados que se habían identificado con la oposición. Aquella huelga terminó siendo para PDVSA lo que la Plaza Altamira fue para las Fuerzas Armadas, es decir: un excelente ejercicio de depuración. Peor aún: aquellos líderes de la oposición dentro de PDVSA, que cayeron en la trampa del régimen y provocaron, indirectamente, la desgracia de tantas familias de “petroempleados”, siguieron ejerciendo un liderazgo nacional, convirtiéndose en héroes, cuando en países como Japón, hubieran tenido que hacerse el harakiri.
Justamente, comenzando el año 2003, todos los jueves transmitía desde Venezuela el programa radial “Mesa Redonda”, que desde hacía muchos años dirigía (y todavía dirige) en Miami el periodista cubano Armando Pérez Roura. Uno de esos programas lo hice con Enrique Mendoza, desde sus oficinas en la Quinta La Unidad, sede de la hoy-desaparecida Coordinadora Democrática.
Luego de la entrevista, ya fuera del aire, nos pusimos a conversar. Mendoza me mostró un video que había recibido sobre el proceso opositor cubano, donde aparecían las multitudinarias marchas que los cubanos hicieron al principio de la revolución, para protestar por los desmanes, el engaño, la traición y el incumplimiento de Castro. Incluso, se mostraba – en el video – una procesión de punta a punta de la isla, con la virgen de la Caridad del Cobre a cuestas. El mismo Mendoza me comentó lo mucho que aquellas protestas se parecían a las que los venezolanos se habían acostumbrados a llevar a cabo en Venezuela, pero sin la algarabía de fiesta… las madres cubanas vestidas de negro y con caras largas: en silencio, llorando a sus hijos muertos en el paredón de fusilamiento.
Al final de nuestra reunión, y cuando ya me estaba montando en el carro para regresar a mi casa, Enrique Mendoza no se pudo aguantar y me preguntó: “¿Tú ves la cosa muy jodida, no Robert?” Le iba a responder, pero me contuve. Esa pregunta me la estaba haciendo el máximo líder de la oposición, el mismo a quien yo le había dicho al aire, una hora antes, que “estaba hediondo a presidente…” ¡No era nada lo del ojo, y lo llevaba en la mano!
La ignorancia con respecto al enemigo ha sido generalizada. Cubanos de vieja data en la lucha contra el castro-estalinismo, han perdido la brújula en el largo camino por el mundo, a raíz de la toma del poder de Castro en la isla.
El escritor cubano, Héctor Carbonell Arenas, escribió un libro en el año 2002 titulado “Bolívar en Llamas”, ISBN 1-890829-19-6, en el cual dice muchas, muchísimas verdades. Sin embargo, a partir de la página 53 se encuentra un capítulo titulado “RECOMENDACIONES AL EJECUTIVO NACIONAL”. El mismo comienza de la siguiente manera:
“No obstante, sería incongruente no hacer algunas sugerencias, que de ser aplicadas, estoy seguro le devolverían al pueblo venezolano su confianza en un destino mejor y le permitirían al Presidente Chávez terminar su mandato en paz.”
A continuación expone una serie de sugerencias sobre el desempleo, el fortalecimiento de las relaciones con nuestros socios comerciales naturales, la importancia de la descentralización, el cese del fraccionamiento de la sociedad venezolana entre ricos y pobres, la garantía de la pulcritud e independencia del poder judicial, la privatización de todas aquellas empresas que están dando pérdidas en mano del Estado, el aumento de la garantía de Fogade para los depósitos bancarios del público (algo así como el FDIC en Estados Unidos), la reducción – razonable – de los impuestos, la definición de los fondos de pensiones, la separación de los delincuentes primarios de los reincidentes y el mejoramiento del sistema educativo.
El Dr. Carbonell Arenas, quien cumplió condena política en la Cuba de los Castro y vivió muchos años en Venezuela, selló ese capítulo de recomendaciones a Chávez de la siguiente manera: “Por último, sacúdase de tantos marxistas frustrados que pululan a su alrededor como caimanes en boca de caño. Carlos Marx aborreció a Simón Bolívar, lo tildó de cobarde y corrupto. Ningún bolivariano de corazón puede ser marxista. Y, por favor, olvídese de Ezequiel Zamora, que vivió denunciando a los oligarcas, pero tuvo esclavos y terminó su vida siendo un latifundista de la alta sociedad.”
Es evidente que el amigo Carbonell tenía muy buenas intenciones cuando escribió su libro y estaba muy lejos de pretender percibir con él algún beneficio político, dentro o fuera de Venezuela. Su buena fe está más que garantizada.
No se entiende cómo un cubano que vivió el castro-estalinismo en su país y que conoció, de cuerpo presente, cómo Castro utilizó la miseria creada por él en Cuba como una herramienta a su favor, para provocar el éxodo masivo de la clase media durante décadas (hasta que acabó con ella) y para mantener a los cubanos que se quedaron en la isla en una miseria más que crítica, buscando el hueso cada día con el cual cocinarle el caldo de la noche a su familia, pudo haber pensado que Chávez le haría caso y que si había fracasado en darle paz y prosperidad a su pueblo era porque no había sido bien asesorado y no porque era (es y será) parte de ese absurdo manual para amasar el poder eternamente… incluso, hasta después de muerto!
Un ex alcalde venezolano con muchas horas de vuelo en el ruedo político nacional, ex diputado al Congreso y ex asesor de Francisco Arias Cárdenas cuando éste hizo el paripé de lanzarse como candidato presidencial en función de gallo tapado, me aseguró, el 31 de diciembre de 2003, que Chávez tenía sus días contados porque no estaba mejorando, para nada, el desastre económico que heredó del nefasto presidente Rafael Caldera. Hoy ese experimentado político vive asilado en Miami y fue uno de los que conformó, hace poco, el “Bloque del No”, para darle vida y legitimidad al hiper-mega fraude del 15 de febrero de 2009, en lugar de participar en bloque para evitar que tal burdo montaje comicial se llevara a cabo para insistir en un tema que ya había sido votado con anterioridad, como fue la propuesta que un puñado de venezolanos de Miami le hicimos al exilio y al pueblo de Venezuela desde Estados Unidos, evento que se realizó – sin mayores éxitos – el 31 de enero (de 2009) en los salones del antiguo Hotel Radisson de Miami, auspiciado por la Fundación Interamericana por La Democracia y con la participación de miembros del exilio nicaragüense y cubano.
Pareciera ser que el grueso de los políticos y del mismo pueblo opositor venezolano, todavía no ha llegado a la conclusión que un capítulo de ese “Manual del Castro-Estalinismo Moderno”, trata – justamente – de cómo destruir las economías de los países arrebatados por ese sistema. Si para mejorar la economía, el mundo está de acuerdo en promover la mayor descentralización posible, los tiranos al frente de un país regido por un sistema castro-estalinista (con sus pertinentes actualizaciones), son inducidos, por ese manual, a centralizarlo todo en sus propias manos… ya no en la capital del país, donde radica el poder político y militar más absoluto.
Si estuviésemos ante un gobierno malo más, dentro de aquello que a Chávez le dio por llamar la “Cuarta República”, sería muy conveniente remachar en el fracaso económico del equipo gobernante bolivariano. Pero ante un régimen donde la política había dejado de tener sentido alguno, insistir en ese punto era poco menos que arar en el mar. Aquí no había que demostrarles a los electores venezolanos que Chávez era (y es) un desastre para el país, porque a la hora de contabilizar esos votos, no importaba por qué o por quién se votó, es el régimen quien, a través del C.N.E. decide los resultados. ¿Qué sentido tiene llevar a cabo una campaña electoral? Todo ha sido un burdo engaño.
Las cifras económicas, por ejemplo, del antes y del después de Chávez, así como del antes y del después de Castro, están al alcance de un teclado en cualquier computadora que tenga acceso a la Internet. Sería, además, una sencillez incalculable el tratar de divulgar los fracasos económicos y el resto de los desmanes del régimen de Venezuela y Cuba ante la llamada comunidad internacional, porque allá afuera saben - perfectamente bien - cómo encontrar estadísticas micro y macroeconómicas de cualquier país del mundo y saben, además, cuales son los regímenes de pacotilla que ocultan o maquillan sus cifras más allá de lo creíble.
Escuchando a Chávez, en una entrevista que Venevisión le hiciera pocos días antes del referéndum, me dieron ganas de pedirle perdón y de regresar a Venezuela… ¡un país de ensueños! El desempleo casi en cero, el crecimiento del PIB por las nubes y una democracia como jamás ha existido en el planeta Tierra. Fíjense que Chávez le preguntó al periodista que lo entrevistaba si él conocía alguna democracia en el mundo que en diez años de gobierno hubiera llevado a cabo once procesos comiciales. ¿Qué tal? Claro, todos esos procesos fueron posibles gracias a la oposición genuflexa, conchupante, apátrida, traidora y cómplice. Si Chávez hubiera sido peruano, ucraniano, filipino, serbio, argentino o chileno, no hubiera podido darse ese inmenso lujo, porque los dirigentes opositores de esos países demostraron que no estaban dispuestos a bailar al son que sus respectivos dictadores (o presidentes chimbos) tocaban, sobre todo en materia electoral. Gracias a todos esos comicios, por demás fraudulentos, ahora Chávez se puede llenar la boca y dar muestras al mundo de lo participativa que es su democracia. ¡Ná tan buena…! Bueno hubiera sido cilantro, carajo… pero no tanto. No dudo que muy pronto, el sátrapa emule a su mentor – Castro – y le termine preguntando a su pueblo: “¿Elecciones para qué?”
No se extrañen, sin embargo, que ahora en Cuba comiencen a hacer elecciones “transparentes”, “debidamente” supervisadas por Jimmy Carter y con la participación de algunos conchupantes que ya hace rato los están promoviendo entre algunos “disidentes” medio dudosos. Cuando esa “oposición bellaca” se conforme en Cuba, lo cual no duden que será más pronto que tarde, veremos – entre los dirigentes de esa “oposición” – al otrora Comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, quien no podrá ser candidato a la presidencia por no haber nacido en Cuba.
Todo será en función de “democratizar” a Cuba y de ayudar así a que el gobierno norteamericano normalice sus relaciones con la isla, buscando acaparar a ese mercado virgen de 12 millones de futuros consumidores que se encuentra a tiro de piedra de la costa sureste de Estados Unidos, nada más que a 90 millas de distancia. Los cubanos, gracias a esa “apertura”, tendrán suficientes dólares para endeudarse e inscribirse – apresuradamente – en el club de la sociedad de consumo, pero al estilo de Vietnam.
A ver: apuesten. ¿Quién ustedes creen que ganaría esas elecciones? En Miami todos los cubanos dicen que el proceso de Venezuela es una copia del proceso de Cuba. Cuidado y el nuevo proceso de Cuba no termine siendo una copia del proceso venezolano y los cubanos terminen siendo dirigidos por un neoliderazgo conchupante. Habrá que estar muy pendientes, porque el libreto que salió de La Habana para mantener a estos nuevos regímenes del Socialismo del Siglo XXI, pudiera aplicarse en una “nueva” Cuba: ¡venezolanizada!
En una oportunidad un altísimo dirigente del Partido Socialcristiano Copei me dijo que el caso de Cuba era muy diferente al de Venezuela, porque en Cuba lo que había era azúcar, mientras que en Venezuela hay petróleo que es el commodity que mueve al mundo, queriendo decir que Cuba no tenía importancia alguna para los intereses de Estados Unidos y, por lo tanto, no era prioridad ponerle un parado a Castro.
Precisamente, ha sido el petróleo el factor que más ha ayudado a atornillar a Chávez, entre muchos otros, en el poder. Tan importante ha sido, que se asoció con la multinacional de los Bush – la Halliburton – para consolidar unos padrinos quienes, según los entendidos, son más poderosos que el más poderoso de los gobernantes de cualquier país del mundo industrializado. Las ganancias que debe estar obteniendo la Halliburton, con sus negocios directos e ilícitos con Chávez, son tan importantes y voluminosas que a quien se le ocurra desestabilizarlos en alguna forma, sería hecho out por regla. Se permitiría meterse con el santo, pero jamás con la limosna. Se podría jurungar la cadena, pero sin meterse con el mono.
Hacer negocios con un tirano es más fácil que pelar mandarinas con las uñas largas. No hay que cumplir con los requisitos de las licitaciones ni estar sobornando a senadores o a diputados. Es directamente al pulmón, con el tirano mismo. Si esos negocios son cuadrados por elementos poderosos a nivel mundial, el evento se convierte en un paseo por el campo, en un soleado día de primavera.
El valor estratégico que Cuba demostró tener para Estados Unidos no se puso en evidencia plena hasta que se produjo la “Crisis de Octubre” (o “Crisis de los Misiles”), cuando los soviéticos instalaron en la isla misiles con cabezas nucleares que tenían la facultad de desaparecer del mapa a todas y cada una de las grandes ciudades norteamericanas, con la excepción de Seattle, en el Estado de Washington, por estar esta ciudad fuera del alcance de los cohetes soviéticos de entonces. Sin embargo, lo que en un momento pareció ser el fin del castro-estalinismo en Cuba, en el año de 1962, fue el evento que atornilló a Castro, sin muchos tormentos, en el poder. La “Crisis de Octubre” se convirtió para Fidel Castro en eso que los cristianos-evangélicos llaman una “bendición oculta”.
Se ha comentado con insistencia que fue el propio Castro quien filtró hacia la CIA las pruebas de las bases nucleares en Cuba, para provocar la crisis que culminó en el “Pacto K-K” (Kennedy-Kruschov), donde Estados Unidos se comprometió, no sólo a respetar al régimen de Castro, sino a velar porque desde suelo norteamericano no saliera expedición bélica alguna que pusiera en peligro la seguridad del castro-estalinismo en la isla. Esos polvos trajeron estos lodos que hoy nos perturban tanto en la América sub-continental, desde México hasta la Patagonia.
Luego Cuba demostró tener un valor casi tan importante como el estratégico militar: el valor de frontera. Cuba, junto con México, conforma la frontera sur de Estados Unidos. El 28 de septiembre de 1965, en uno de esos pases de luna que afectaban a Fidel Castro, como pareciera también afectar a Hugo Chávez, el tirano de Cuba anunció – en un acto público celebrado en La Habana – que el pequeño puerto pesquero de Camarioca, al norte de la provincia de Matanzas, sería abierto para recibir a las embarcaciones de cubanos que, procedentes de Estados Unidos, viajaran a la isla para recoger a sus familiares. Era, además, una gran manera de dejar escapar un poco de ese vapor que en su momento hubiera sido un peligro de explosión en aquella olla de presión que siempre ha sido la isla de Cuba.
Fue, además, la primera vez que Castro utilizó la emigración masiva como un arma política en su conflicto permanente con Estados Unidos. La medida tomó por sorpresa a las autoridades norteamericanas, las cuales, también por primera vez, enfrentaban una emigración masiva provocada deliberadamente por un país extranjero.
En 1980 se produjo el famosísimo “Éxodo del Mariel”, a través del cual llegaron a Estados Unidos más de cien mil cubanos con la intención de quedarse en ese país como refugiados políticos. Entre los que llegaron a las costas norteamericanas, venían unos cuantos cientos de criminales tapiñados y enfermos mentales, que Castro metió de contrabando entre los miles de barcos que llegaban a Cuba para recoger familiares de cubanos que ya estaban residenciados en tierras de libertad. En 1994 reventó lo que se conoce como “La Crisis de los Balseros”, en la cual decenas de miles de cubanos lograron arribar a las costas norteamericanas para solicitar asilo político.
Uno de los grandes temores del gobierno norteamericano ha sido una explosión social en Cuba dentro de la cual miles y miles de cubanos se lancen al mar, superando con creces, aquella avalancha de los balseros, donde se calcula que más de 70mil cubanos perdieron sus vidas en la peligrosa travesía, intentando cruzar el peligrosísimo Estrecho de La Florida.
Que a nadie le quepa le menor duda: Cuba es una “prioridad prioritaria” para Estados Unidos de América… una papa bien caliente que solamente dejará de serlo el día en que la isla retorne a la normalidad. Alegar que Cuba no tiene importancia para las autoridades norteamericanas pero que Venezuela sí, queriendo decir que los norteamericanos no abandonarían a los venezolanos a la misma suerte que han corrido los cubanos por medio siglo, es – sencillamente – infantil.
Combatir un régimen de ese corte se escapa a todos los parámetros políticos que nuestros dirigentes habían conocido en épocas anteriores. No se trata de repeler militarmente una invasión, como la que produjo Castro en la Venezuela en épocas de Betancourt. Las reglas han cambiado diametralmente. Se juega en el mismo terreno, como si se empleara un campo de fútbol, pero para jugar beisbol. Nuestros líderes, por aquello de estar vestidos de futbolistas y de encontrarse en un campo para jugar fútbol, se han dado a la tarea de observar las reglas del balón pie, a pesar de que el equipo contrario se presentó en el campo con guantes y bates y, para colmo de colmos, vestido de peloteros grandes ligas. Vale decir: nuestros dirigentes insisten en jugar bajo las reglas democráticas y el enemigo emplea tácticas dictatoriales. Aún así, esos dirigentes de la oposición fueron exitosos en venderle al pueblo que aquella estrategia pacífica y democrática daría buenos resultados, cuando ellos – los líderes – sabían que nos estaban remontando al salvajismo político de los años sesenta y setenta, del siglo pasado y que, más tarde o más temprano, ese pueblo se daría cuenta de dónde se habían encaramado con la ayuda de tanto pacifismo y democracia.
Quizás el ejemplo de cómo hemos malinterpretado al enemigo, lo podemos encontrar en una excelente entrevista que, desde Venezuela, le hiciera Orlando Urdaneta a ese ícono del periodismo venezolano, Oscar Yánez, también conocido como “Chivo Negro”.
Oscar Yánez — Vamos a definir, primero, lo que es el ñu. El ñu es un animal de las planicies africanas idéntico a un toro. Tiene cabeza de toro, patas de toro y rabo de toro… pero no es toro. Entonces, si un andaluz, por más avezado que sea, ve a un ñu… o un gran matador de toros, que no conozca al ñu, ve a un ñu y pretende torearlo: es muerte segura, porque el ñu no entiende ni va al capote. El ñu simplemente, cuando te ve a ti, te saca la lengua, verdad… le hace a las patas así, y tú crees que va a arrancar y no arranca. Viene, entonces y pone la cabeza para que tú se la rasques y cuando se la estás rascando, clack: te clava el cuerno en el estómago y estás muerto.
Entonces, la pregunta es esta: un gran torero… o un torero, no puede confundir nunca a un ñu con un toro o a un toro con un ñu, porque el resultado es muerte.
Si aquí en Pamplona (en las Ferias de San Fermín) se filtrara, entre todo aquel ganado de casta, un ñu, hay muerte segura… muerte segura, porque los verdaderos toros no aceptan la compañía del ñu. El ñu solo se reúne con ñus.
Entonces, automáticamente, cuando alguien va a agarrar al toro por los cachos, que es lo que hacen en Pamplona, él se deja agarrar… pero se deja agarrar para matarte.
En la política venezolana está pasando lo mismo. Nosotros pretendemos oponernos a un régimen con la faena clásica que se usa para un político. Pero aquí no está gobernando Caldera, Carlos Andrés Pérez, Lusinchi, Luis Herrera, no. Esos son toros. Aquí está gobernando un ñu. Por lo tanto el ñu no entiende ese sistema. Hablando en un lenguaje criollo: para salir de Chávez, no se pueden utilizar métodos democráticos y lo digo con toda responsabilidad, porque Chávez no conoce los métodos democráticos.
Orlando Urdaneta — Definitivamente no ha aplicado uno solo en su acción.
Oscar Yánez — Es que no los conoce y además, está haciendo un juego muy inteligente y es que mientras la oposición insiste en las marchas, en denunciar las cosas que ocurren, él está trabajando con hechos. Nosotros predicamos y él está trabajando con hechos. ¿Cuáles son esos hechos? Los que ustedes conocen, simplemente, quien ridiculice al presidente va preso, censura previa… porque él necesita una dictadura de carácter constitucional. Y si nosotros nos ponemos a pensar que la oposición internacional va a sacar a Chávez del poder, estamos equivocados.
El connotado periodista venezolano, Roger Vivas, vocero de la línea dura e intransigente del verdadero exilio en Miami en contra del régimen de Chávez, distinguió lo que para él era esa oposición conchupante, denigrante, apátrida y traidora de la verdadera oposición patriótica, resaltando dos preposiciones: “de” y “a”. Vivas, ex diputado a la Asamblea del estado Mérida, define a la oposición genuflexa como la “oposición DE Chávez” (la que él controla), mientras que la verdadera oposición es la “oposición A Chávez”.
Entre los líderes de la oposición DE Chávez y los elementos del régimen, comenzando por el mismo Chávez, se encasilló a la opción de la sublevación cívica dentro de las herramientas inconstitucionales, anti democráticas, brutales, incivilizadas, golpistas y salvajes. Ya nos habíamos olvidado que apenas Chávez salió de prisión, luego de haber sido su causa sobreseída por el presidente Caldera, convocó una sublevación al estilo del “Mayo Francés”, cargada de violencia, muerte y desgracia. Aquella salsa que Chávez sugirió para aderezar la ensalada venezolana de entonces (ver el siguiente video: http://www.mrr.name/VIDEO10.htm), no era buena para este nuevo mejunje donde los perjudicados serían él y su infausto régimen. Una vez más, los líderes de la oposición DE Chávez fueron descartando la posibilidad de una sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida (aunque no-violenta) y reforzando la ilusión óptica y utópica de la vía electoral, para lograr la recuperación de la Venezuela que habíamos perdido.
Todavía ayer, ante lo que se anunciaba como el más grande fraude de la era republicana venezolana, la que se materializó en el referéndum de febrero de 2009, los líderes de la oposición DE Chávez insistían en jugar al fútbol con un contrincante que bateaba de jonrón… para luego quejarse ante los árbitros, que eran los miembros de un cartel a sueldo del enemigo, previamente aceptados y legitimados por ellos.
Al final del camino, la sociedad venezolana, tal vez ante la realidad que representaba el embarque de sus líderes, sembró todas sus esperanzas en los muchachos universitarios. Era como si hubiéramos enviado a los niños peloteros del equipo “Los Criollitos” (un magnífico equipo infantil venezolano), a decidir la suerte de Venezuela en una serie mundial contra los Yankees de Nueva York. Si el régimen les había dado mil vueltas a los experimentados políticos tradicionales, como Ramos Allup, Ledezma, Mendoza… y paremos de contar: ¿cuántas no les darían a estos muchachos que se estaban estrenando en el campo político ante semejante monstruo de diez mil cabezas?
Una de las especialidades del castro-estalinismo la encontramos en el campo de la infiltración. Todos y cada uno de los movimientos de resistencia en Cuba, fueron desmantelados por la sistemática infiltración y sus activistas terminaron en el paredón, en las cárceles o en el exilio. Lo más lógico era suponer que esa dirigencia estudiantil sería infiltrada por el régimen… ANTES de que el digno y valeroso movimiento de los estudiantes hubiera llegado a convertirse en un verdadero peligro para el régimen.
Enfrentársele a un régimen como el de Chávez en Venezuela, además de conocer a fondo al enemigo que teníamos delante, requería de una voluntad política que debió haber ido mucho más allá de los intereses partidistas para mantener eso que se ha dado a llamar los espacios políticos. Era necesario un desprendimiento personal y el haber estado dispuesto a perderlo todo, la vida inclusive.
“Si no puedes con tu enemigo, únete él.”
Dejando a un lado la impresionante ignorancia que nuestros líderes han demostrado tener del enemigo que dicen o alegan haber combatido, entramos en un terreno mucho más escabroso: el de la conchupancia.
Una muestra clara y evidente, para mí, de esa conchupancia y complicidad, la encontramos en el caso de Herman Escarrá, quien desde las filas del Comando Nacional de La Resistencia (CNR), comenzó a preparar al pueblo para una “insurrección”, como él le llamaba a lo que yo le llamo sublevación cívica. No sólo eso: una insurrección con desplazamiento al Palacio de Miraflores, en lo que él llamaba “La Gran Marcha sin Retorno”. Jamás explicó dónde se iban a proteger esos “marchantes”, cuál era la logística, etc. Pero lo que es peor, jamás fue citado a la Fiscalía para que respondiera por ese abierto llamado a la insurrección nacional. Era lógico que tanta permisividad confundiera al más lerdo.
Un buen día, ese comando de “resistencia”, convocó a sus seguidores a una especie de “convención”, donde el Dr. Herman Escarrá sería el orador de orden, a quien le tocó exponer la estrategia para evitar que se diera el “referéndum”, en el año 2007, para la llamada “Reforma Constitucional”.
El evento político lo comenzó “El Comandante Iván Ballesteros”, uno de sus más altos dirigentes, hablando NORMAL, sin imitar a los charnequeros ni a Julián Pacheco, un famoso cómico de los inicios de la televisión venezolana, que hablaba “malandreado”, como los “chucheros cubanos”.
Ballesteros, quien en sus programas de radio (para hacerse popular con el populacho) habla como un chuchero, comenzó recordando cómo el CNR (Comando Nacional de la Resistencia) retiró a sus candidatos de las pasadas elecciones para escoger a los diputados de la Asamblea Nacional, porque no serían partícipes de UN FRAUDE y no iban a avalar, con su participación, el FRAUDE DEL GOBIERNO NACIONAL, donde el oficialismo acudió solo a la contienda. Sin embargo, a la “vuelta de la esquina”, algunos de sus ALTOS dirigentes cambiarían de opinión y participarían en la farsa electoral que, más tarde (en diciembre de 2008), llevó a uno de sus más importantes líderes, Antonio Ledezma, a la Alcaldía Mayor de la ciudad de Caracas, AVALANDO un NUEVO FRAUDE. ¿Qué había cambiado entonces? ¡Nada!
Por aquellos días en que se produjo la “explosión mediática” de los conchupantes del CNR, estaba de director del semanario miamense, “Venezuela Sin Mordaza” (a la cual, posteriormente, su propietario le pondría una gran mordaza) y le enfilé los cañones y el resto de la artillería, a todos los líderes de esa nueva organización política, en especial al que estaba haciendo más ruido: Hermán Escarrá.
Los lectores venezolanos de ese nuevo semanario que se distribuía – gratuitamente – en Miami y sus alrededores, no entendían mi posición. Algunos llegaron a tildarme de “cubano infiltrado del castro-estalinismo”, otros de divisionista e, inclusive, de disociado: un desadaptado social.
Mis lectores no entendían cómo podía atacar, de manera tan vehemente, al líder que estaba dando la hora en “contra” de Chávez, para evitar que el régimen lograra sus objetivos de convertir – constitucionalmente – a Venezuela en un país castro-estalinista. Yo, sin embargo, sabía lo que escribía y los estaba “esperando A TODOS ELLOS en la bajadita”.
Ballesteros continuó asegurando que ellos tenían que ser CLAROS y mantener una posición ante sus seguidores. Aseguró que el haber aspirado (en los comicios parlamentarios) a una “posición” (un cambur o botella), hubiera sido un acto de traición. ¿Qué había cambiado para que en las “elecciones” regionales del año 2008 buscaran “posiciones” en alcaldías y gobernaciones? Ballesteros concluyó su participación asegurando: “NO SE PUEDE PARTICIPAR EN NINGÚN PROCESO ELECTORAL, PORQUE NIGUNO DE ELLOS TIENE VALIDEZ NI TRANSPARENCIA”.
Fue “El Comandante Ballesteros” quien presentó al Dr. Herman Escarrá, “Escarrá El Malo”, como – jocosamente – le llama “el Sr. Chávez”, para diferenciarlo de “Escarrá El Bueno”, Carlos Escarrá, hermano de Herman, quien está – ABIERTAMENTE – con el régimen… sin engañar a nadie. ¿Será que por eso Chávez lo llama “bueno”?
Escarrá, “El Malo” (el tremendamente MALO), comenzó advirtiéndole a la audiencia que “había que evitar el zarpazo”, que suponía aquella “reforma de la constitución”, pretendida por el régimen para – entre muchísimas otras cosas – eternizar a Chávez en el poder. Escarrá acusó al “señor presidente” de ser un USURPADOR DEL PODER EN VENEZUELA desde agosto de 2004, cuando trampeó el llamado “Referéndum Revocatorio”. Habló de la corrupción de todos los poderes públicos, aunque días después introdujo un “escrito” en el Tribunal Supremo de Justicia, al total y más absoluto servicio del régimen.
Denunció a los “opositores falsos”, a los que yo llamo “conchupante”, quienes – según él – se colocan de cuclillas ante el hombre fuerte, Chávez. Continuó ASEGURANDO que esos “opositores” (los conchupantes), no pueden ver una elección, porque de inmediato llaman al pueblo (demócrata) a participar en ellas, para ser engañado y frustrado… nuevamente. Un añito después, Herman Escarrá se lanzaría como candidato a gobernador por el estado Anzoátegui y, por supuesto, sería uno de los “opositores” que volvería a llamar al pueblo a participar en una nueva trampa y, como ya dije, Antonio Ledezma – uno de los grandes “resistentes” del CNR – se anotaría como candidato a Alcalde Mayor, siendo favorecido por el régimen, quien aceptó su victoria, muchos dicen, que para darle un “golpe de estado” interno a Aristóbulo Isturiz y así minimizar su poder dentro del partido oficialista, P.S.U.V. (Partido Socialista Unido de Venezuela), una maniobra que se repetiría en el estado Miranda, donde se dejó fuera del poder político directo a Diosdado Cabello, el “promotor” del llamado “Chavismo sin Chávez”, considerado el “sucesor natural” del sátrapa de Sabanetas dentro del partido oficialista y de la “revolución bonita”: ¡la bolivariana!
En una primera instancia aseguró que no le iban a pedir un derecho de palabra a las “entidades deslegitimadas” (sic), como la Asamblea Nacional, el C.N.E. (Consejo Nacional Electoral) y al TSJ (Tribunal Supremo de Justicia), aunque más adelante – en su discurso – rectificó alegando que introducirían un “escrito” como “registro histórico”, para que nuestros hijos… y los hijos de nuestros hijos no dijeran que no se hizo nada.
Cuando Chávez convirtió la Alcaldía Mayor, ya “en manos” de Ledezma, en un Departamento de Asuntos Sin Importancia, éste último le pidió al C.N.E. (una entidad requetedeslegitimada) que organizara un nuevo “referéndum”, para que el pueblo decidiera si procedía o no la decisión de Chávez de nombrar a una SUPRA-ALCALDEZA MAYOR, dejando a Antonio como la guayabera, es decir: ¡por fuera!
Escarrá continuó resaltando en su discurso el “coraje” de los miembros del CNR, advirtiendo que seguirían demostrando el mismo “coraje” cada vez que fuese necesario. ¿Y dónde metieron ese “coraje” los miembros del CNR en el año 2009, cuando Chávez decidió volver a convocar al país para decidir, esta vez por la vía de la “enmienda”, lo que no se decidió en el “referéndum” del año 2007 por la vía de “la reforma”, el mismo perro con diferente collar?
Escarrá, reconocido profesor universitario de Derecho Constitucional y uno de los constitucionalistas que le dio vida a “La Bicha” (La Constitución Bolivariana), explicó en su encendido discurso por qué aquel “referéndum” (el de 2007) era INCONSTITUCIONAL Y UNA TRAICIÓN A LA PATRIA, pero jamás nos explicó lo mismo sobre el “referéndum” del año 2009, el cual – además – trataba sobre un tema “votado”… o “cosa juzgada”, como dicen los abogados, muchísimo más INCONSTITUCIONAL – a todas luces – que el primero.
Escarrá denunció cómo el régimen tenía planeado desplazar al PODER CIVIL, en las alcaldías y gobernaciones, por el PODER MILITAR, sin embargo, esto no fue un impedimento para que él aspirara a una parcela de ese “desplazado” poder civil, como gobernador de Anzoátegui, de haber llegado a la gobernación de ese estado en las “elecciones” del año siguiente.
Luego comenzó a leer un largo documento en donde relacionó todo lo que el régimen intentaba hacer para convertir a Venezuela en un país abierta y constitucionalmente castro-estalinista. Muchas de esas “planificaciones” ya se habían llevado a cabo o habían comenzado a hacerse realidad, ANTES DEL “REFERÉNDUM” DEL AÑO 2007, que tanto le preocupaba al Dr. Escarrá y al combo conchupante del CNR… otras se materializaron en el camino, sin necesidad de que aquel “referéndum” (del año 2007) diese resultados victoriosos al régimen. El resto de ese proyecto está a la vuelta de la esquina, con o sin “referéndum”, pero con la COMPLICIDAD NECESARIA de los conchupantes, entre ellos: los miembros del CNR y del propio Dr. Escarrá, quien aseguró en su discurso que la dictadura de Chávez solo se consolidaría si “ellos” (los miembros del CNR) lo permitían.
El jueves 28 de mayo de 2009, Vicente Díaz, el único – supuesto – rector imparcial del C.N.E. (Presidente de la Comisión de Participación Política y Financiamiento del Consejo Nacional Electoral), publicó un artículo en Globovisión, titulado “¿PARA QUÉ SIRVE EL PUEBLO?”
http://www.globovision.com/news.php?nid=117878
En el mencionado artículo, el rector Díaz nos advierte en relación al “proyecto de reforma de la constitución” presentado por Hugo Chávez, el cual fue derrotado electoralmente: “el pueblo decidió una cosa. El gobierno, Asamblea mediante, hace otra”.
Continúa asegurando el rector Díaz: “sin embargo buena parte de esos artículos se han venido formalizando a través de un abanico de leyes aprobadas o por aprobarse en la Asamblea Nacional. Muchas de ellas aludiendo a un socialismo no materializado en la Ley madre y más bien en abierto desdén para con el pluralismo que ella consagra”.
El rector Díaz se está refiriendo a esa catarata de “planes” contemplados por aquel “proyecto de reforma” que el Dr. Escarrá nos está enumerando, uno por uno, en su escandalosa intervención.
En medio de su aguerrido discurso, en el que el Dr. Escarrá cita frases rimbombantes de personajes que, posiblemente, ninguno de los que allí se encontraban conocía, algunos comenzaron a gritar: ¡GUARIMBA!, ¡GUARIMBA!, pero Escarrá se hace el sordo y ni la comenta. Hubiera sido el escenario perfecto para aprovechar y explicarla en su justa y exacta dimensión… en su lugar mencionó la “resistencia activa”. ¿Cómo así? ¿Se resiste ACTIVAMENTE participando como candidato en unas elecciones, como fue su caso y el caso del líder Ledezma, en la farsa que montó el régimen al siguiente año?
Luego de más de treinta minutos hablando pendejadas y mareando a la audiencia, a más no poder, Escarrá comenzó a explicar cómo sería esa “Gran Marcha Sin Retorno”, que tendría lugar de salida… pero no de RETORNO, en la cual se pretendía – EN TEORÍA SOLAMENTE – desplazar a un gran número de venezolanos hacia un “lugar desconocido” que todo el mundo se imaginaba sería el Palacio de Miraflores… nuevamente.
Era evidente que para Escarrá, como para el régimen (quien seguro tenía infiltrada aquella “convención”) que tal marcha NO SE PRODUCIRÍA JAMÁS. Entre otras cosas, porque el régimen y Escarrá sabían – de eso estoy seguro hoy – que Chávez perdería el referéndum y “aceptaría” la derrota.
Escarrá le puso “fecha cierta” (más o menos) a esa “Gran Marcha Sin Retorno”. Sería para finales de septiembre o principios de octubre de aquel año de 2007. ¡Una sublevación, perdón: una INSURRECCIÓN programada!
La misma no se dio ni en septiembre ni en octubre, como era de esperarse. Sin embargo, al menos nos aseguró que él (y ellos en el CNR) era “leal en el combate” y nos tradujo cómo se comía eso de ser “leal en el combate”: ¡LUCHAR HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS!
La “lucha” que Escarrá terminó haciendo fue en el campo electoral, para hacerle bulto a la contienda – al menos en un principio – en un estado playero en donde jamás, posiblemente, se ha echado un chapuzón y si lo ha visitado ha sido como turista… aunque hubiera nacido en él.
Siguiendo con su discurso, el cual – extrañamente – no fue interrumpido por la DISIP ni por la DIM, Escarrá aseguró que el CNR ha sido la única organización (venezolana) que ha sido firme en sus convicciones.
Al igual que “El Comandante Ballesteros”, Escarrá aseguró que ninguno de ellos estaba buscando “cargo”. Que lo ÚNICO que ellos buscaban era que el día de mañana, cuando se hable de esos hombres y mujeres del CNR, el pueblo y la historia digan que fueron hombres y mujeres que defendieron la dignidad de la nación.
Aseguró que ellos no eran “colaboracionistas” (CONCHUPANTES), sino patriotas que creían en Venezuela, con intenciones de rescatar para Venezuela, esa HISTORIA DE DIGNIDAD.
He aquí a un hombre que está cometiendo un delito flagrante, llamando al pueblo a la insurrección y NO LE SUCEDE NADA. Manuel Rosales, el “pobre”, salía todo el tiempo a cantar “derrota”, llamaba a la paz y al amor… a sacar a Chávez, por la vía de los votos dentro de 14 años (a partir del año 2009), era el más furibundo detractor de “La Guarimba” y terminó “asilado” en el Perú, mientras Escarrá, “El Malo”, anda tan campante por las calles del país, como si jamás hubiera “rompido” un plato. ¿Cómo así? O Rosales tiene un “trompo enrollado” del cual nadie conoce… o todo esto es una farsa: un cuento chino y gótico, además.
Herman Escarrá, terminó asegurando que el CNR se va a insurreccionar, UNA Y OTRA VEZ (¿cuándo lo ha hecho?), hasta derrotar a Chávez… y terminan todos cantando el “Gloria al Bravo Pueblo”. ¡Qué bochorno!
El video de este discurso, si es que no lo sacan de la red, lo pueden ver en la siguiente dirección: http://www.mrr.name/VIDEO128.htm
Mi respuesta al Dr. Herman Escarrá, apenas digerí su discurso, fue escribirle esta carta abierta, la cual ha sido publicada en muchos portales de la Internet y enviada a mi red de más de un millón de lectores.
Domingo 16 de septiembre de 2007
CARTA DE ROBERT ALONSO A HERMÁN ESCARRÁ.
Dr. Hermán Escarrá,
Se ha ganado el nuevo liderazgo en Venezuela, esta vez por abanderar la única opción que siempre ha tenido nuestro país para liberarse del tumor maligno del Castro-Estalinismo Internacional: la sublevación… que usted llama "insurrección". Hemos ya sido "picados" por tantas culebras que a la vista del menor bejuco, nos inquietamos. Es por eso, y por otras cosas más, que tengo mis reservas en cuanto a la veracidad de su apostolado. Mucho me temo que estamos ante un caso más de lo que yo he bautizado como "guaraleo colectivo", el cual tiene – además – el terrible ingrediente de la traición. Esta vez espero, de todo corazón, estar equivocado.
Hay muchos factores que me hacen dudar de usted. Trataré de enumerar los más importantes. Comenzaré por su falta de percepción política para detectar traidores y anotarse en la compañía de las peores alimañas imaginables. Una persona que como usted ha escogido la política como una forma de vida, debió haber tenido un olfato más fino a la hora de escoger sus "juntas", por aquello de "dime con quién andas y te diré quién eres". Cuando para todas aquellas personas que nos considerábamos analistas políticos era claro que Hugo Chávez estaba bajo una disciplina comunista, usted fue uno de sus más importantes serviles. Un individuo, quien como Chávez, se hace acompañar por los más recalcitrantes ñángaras venezolanos, por todos conocidos, no puede ser un demócrata convencido, sobre todo después de haber regresado de Cuba – donde recibió de Castro honores de Jefe de Estado – pensando que allá el pueblo vivía en un "mar de felicidad".
Cuando era evidente la necesidad del nuevo presidente de contar con una constitución a la medida, usted formó parte del equipo de "sastres constitucionales" que enamoró al país para que aquel parapeto se hiciese posible. Luego, apoyó aquella cosa que cargaba con el remoquete de "Mesa de Negociaciones y Acuerdos", cuando no hacía falta tener dos dedos en la frente para saber que no había nada que acordar ni qué negociar con los sátrapas que entregaban a Venezuela en pedazos. Como miembro de la "Coordinadora", más tarde trabajó para darle forma y llevar a "feliz término" ese garabato llamado "Referéndum Revocatorio", en el cual se justifica que cayera todo un pueblo, mas no sus dirigentes, quienes sabían que con tal instrumento – y por la vía electoral – jamás se podría alcanzar el único objetivo de regresarle al país su libertad.
Como si para entonces su falta de percepción política fuese poca, llegado el momento de las últimas elecciones, apoyó a uno de los más connotados traidores que ha parido nuestra sufrida Venezuela: Manuel Rosales. No era imprescindible haber estudiado ciencias políticas en la Universidad de Harvard para darse cuenta – desde las entrañas de la "oposición" – que Rosales era un traidor. Usted debió haber sabido que Rosales jamás tuvo una "carta en la manga" y que su intención era cobrar por el servicio de su traición. Su contumaz y pertinaz insistencia en negarse a solicitar las debidas y legales condiciones era una señal más que inequívoca de lo que en realidad este apátrida traía en la bola. Una vez más usted se equivocó… y se equivocó en eventos de tremenda importancia para la salud de la nación, esa patria que es de sus hijos y será de sus nietos. Usted, hasta ahora, no ha dado muestras de ser un buen dirigente. Lo único que nos ha demostrado es su absoluta falta de olfato político y su total ignorancia del enemigo con el cual nos enfrentamos y nos hemos venido enfrentando desde que Hugo Chávez asumió el poder en Venezuela.
Todo hombre tiene derecho a rectificar su camino, entre ellos, usted. Sin embargo, no es solamente su falta de olfato político y su total ignorancia del enemigo lo que me preocupa. Usted pudo haber errado de buena fe. Claro está, una persona que ha cometido tantos errores no debería constituirse hoy en el pretendiente de un liderazgo cuando la patria más necesita de una figura clara, digna y – sobre todo – que sepa lo que está haciendo y esté dispuesta a hacer lo que se necesita para liberar a nuestra Venezuela de la ignominia y de la más absoluta desgracia. Hay, sin embargo, otros factores perturbadores por ahí.
Me preocupa el grado a ultranza de permisividad del régimen para con su apostolado en pro de la insurrección, es decir: de la sublevación o de la rebelión nacional. Por menos que eso hay muertos en Venezuela. El General Francisco Usón, por ejemplo, está pagando una condena de cinco años de prisión por hacer – supuestamente – muchísimo menos que lo que usted está haciendo por la "calle del medio", de manera pública y notoria. La férrea persecución al General Usón fue por "vilipendio a las Fuerzas Armadas", un delito muchísimo menor que incitar a la insurrección nacional. Me pregunto el por qué tanta blandenguería por parte del régimen y, además, la luz verde para que convoque a la rebelión a través de la señal de Globovisión, que siempre (y me consta) ha sido muy cuidadoso de emular al mapurite a la hora de saber "pear". Llamar a la sublevación, a la insurrección o a la rebelión nacional es un delito estipulado en nuestros códigos civiles y militares. Usted como jurista debe saberlo. Un llamado similar al suyo se hace desde la clandestinidad o desde el exilio. Jamás se ha visto que en una tiranía, desde la calle - bueno y sano - se llame a la insurrección nacional sin siquiera recibir unos buenos palos. Eso me confunde enormemente. No me cuadra para nada. Sin embargo, "cosas veredes". Pero hay más.
Usted está convocando la "insurrección" para dentro de ocho o diez semanas, es decir: para finales de octubre o principios de noviembre. ¿Cómo sabe usted en qué estado estarán las condiciones objetivas de Venezuela para entonces? Una insurrección popular no es algo que se planifique en una agenda como se planifica una marcha nacional, por ejemplo. El país tiene que estar motivado al máximo y no podemos saber, a principios de septiembre, si a finales de octubre o principios de noviembre la "masa estará para bollos". Puede que sí, puede que no. Si para entonces el ánimo colectivo está frío, usted y los suyos habrán quedado como unos líderes de papel, sin el más mínimo poder de convocatoria, lo que irá en detrimento de la herramienta de una futura sublevación. No se trata de una marcha más la que usted ha dibujado en su exuberante poesía: se trata de una "marcha sin retorno" y a nivel nacional.
Eso, por cierto, es otra de las cosas que me perturba enormemente. ¿Hacia dónde irá esa marcha? En su conversación telefónica y transmitida al aire en el programa "A Punto" que desde Tele Miami conduce Patricia Poleo, usted sugirió que esa marcha iría hacia donde "ella se estaba imaginando". No creo descabellado pensar que usted se refería al Palacio de Miraflores. Es decir: usted está acariciando la infausta idea de DESPLAZAR a ese pueblo insurrecto hacia la boca del lobo, una vez más, cuando los estudios modernos de sublevación indican que se debe evitar – a toda costa – el DESPLAZAMIENTO del grueso de los sublevados.
Seguramente que hoy, al igual que ante la olla que ya nos tenía preparado el régimen en contubernio con Manuel Rosales, muchos estarán pensando que detrás de toda esa arenga insurreccional suya, debe haber un plan secreta y cuidadosamente estudiado donde podría estar la mano de un sector del estamento militar, etc. Yo no lo creo para nada. El movimiento que usted representa, el Comando Nacional de Resistencia, está totalmente infiltrado por el enemigo. La infiltración del enemigo es la mayor especialidad del castro-estalinismo, una tarea aprendida en la Stasi de la Alemania Oriental. Yo le podría mencionar aquí – por su nombre y apellido – a un infiltrado público y destapado, que cohabita junto a usted en su "movimiento insurreccional": Andrés Velásquez, uno de los cuatro "homicidas" de la sublevación nacional del año 2004, junto a Pompeyo Márquez, César Pérez Vivas y Julio Borges. El individuo quien – según usted – le cambió el nombre a la "sublevación" por "insurrección"… le sonaba más bonito.
En la Fundación Interamericana por la Libertad se ha estudiado el caso de divulgación de una estrategia de sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida que ha sido probada ya, incluso, en Venezuela durante los días 27 de febrero y 6 de marzo de 2004, aunque con muchas irregularidades por parte de los autores en ella. Esa sublevación, según el mismo individuo que la desmanteló – el "coordinador democrático" Pompeyo Márquez – cumplió los objetivos entonces, aunque aquellos objetivos no eran, precisamente, los nuestros. Según Márquez fue exitosa aquella sublevación porque sentó en la mesa de negociaciones al régimen para "discutir" los términos del Referéndum Revocatorio. El grave problema entonces es que el pueblo no estaba muy al tanto de las traiciones de los "nuestros" y no tenía clara la manera exacta de sublevarse. Por tal motivo le ruego tome en consideración la propuesta comunicacional que estamos proponiendo en esta edición de "Venezuela Sin Mordaza", la cual hemos bautizado como "Operación Pitirre".
Visitar la siguiente página:
http://www.mrr.name/pitirre.htm
Si en su ánimo está de verdad-verdad el de liderar al pueblo venezolano hacia la insurrección nacional, demuéstrenos andando, apoyando nuestra propuesta de divulgación y nuestra estrategia de sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida.
Es evidente que están ustedes dispuestos a "comer gallina o a morir arponeados", ya que después de la "insurrección" – si no antes – estarán ustedes dirigiendo los destinos de Venezuela, enmendando sus entuertos de tantos años… en prisión, en la clandestinidad, en el cementerio, o junto a nosotros en el exilio. Sería el colmo de todos los colmos que después de organizar una sublevación, insurrección o rebelión nacional, sigan tan campantes "cultivando" ese reducido "espacio de poder" que – por ahora – le permite el régimen castro-estalinista que ocupa, subyuga, depreda y destruye la Venezuela de sus hijos y los míos.
Atentamente,
Robert Alonso
C.I. No. V-3.986.959
Por supuesto, como era de esperarse, pasó la nueva farsa electoral y al Dr. Escarrá no le sucedió absolutamente nada, pero no solamente eso. Como ya he dicho arriba, en las siguientes “elecciones” se lanzó como candidato a gobernador por el estado Anzoátegui, algo que contradice, rotundamente, la esencia de todo líder de la resistencia, quien no debe participar en proceso comicial alguno y, muchísimo menos, como candidato… dejándose absorber por el sistema.
Por aquellos días, “El Comandante Ballesteros” mencionó la carta en su programa radial, “A Plomo Limpio” y quedó en darme un espacio en él. Jamás cumplió su palabra. Lo llamé por teléfono en dos oportunidades y lo invité a Miami – con todos los gastos pagados, incluyendo carro, chofer, escolta para su seguridad, alojamiento y comida – para que discutiéramos los términos de la VERDADERA RESISTENCIA CÍVICA NO-VIOLENTA, ACTÍVA, GENERALIZADA Y SOSTENIDA. Edgar Paredes, el propietario de “Venezuela Sin Mordaza”, aceptó cubrir todos los gastos y yo me comprometí a organizar la logística de su visita.
Sabía que NO VENDRÍA… y no vino. Ni siquiera nos participó de su decisión. Dijo que estaba esperando que el Dr. Escarrá, “El Malo”, regresara de su viaje a España, para tomar una decisión.
A raíz de mis contumaces ataques en contra del Dr. Escarrá y del resto de los CONCHUPANTES DECLARADOS Y TAPIÑADOS, Edgar Paredes decidió que mi posición era demasiado radical. Acordamos que dejaría la dirección del periódico. Entraron en él unos cuantos CONCHUPANTES “asilados” en Miami y más pronto que tarde, luego de ponerle una “GRAN MORDAZA” a “Venezuela Sin Mordaza”, convirtieron el periódico en parte de la CONCHUPANCIA, apoyando la vía electoral abiertamente. En una portada, estando ya fuera del periódico, se publicó una advertencia a NO VOTAR, alegando que todo el que llamara al voto era un traidor. A la semana siguiente, la portada – A FULL COLOR – llamaba al voto y su propietario, Paredes, quien es locutor de radio, hacía cuñas a favor de las posiciones conchupantes en las elecciones del año 2008.
“Venezuela Sin Mordaza” cambió de nombre para “LATINOAMERICA SIN MORDAZA” y ahí mismo murió de muerte natural.
Comencé a recibir cualquier cantidad de “emails” de CONCHUPANTES donde me “ACLARABAN” que no eran traidores. Entonces me vino a la mente aquel borrachito que entró en un bar donde no cabía un alma más. Agarró una tiza y dibujó una línea que dividía el local en dos grupos: “de esta línea a mi derecha son todos unos ignorantes… y de esta línea a mi izquierda son todos unos vendidos…”, gritó el borrachito, a lo que uno por ahí le aclaró: “¡Un momento, yo no soy ningún vendido!”, “…pásate para el grupo de los ignorantes entonces”, le ordenó el borrachito.
Con la ayuda de algunos amigos que creían en mi campaña de desenmascarara a todos los dirigentes y comunicadores sociales venezolanos, que desde la supuesta oposición le hacían el juego al régimen, fundamos “La Revista Venezuela”, que ustedes pueden leer en su portal:
www.mrr.name
La última “gracia” que se me ocurrió hacer fue denunciar la CONCHUPANCIA entre George W. Bush (el entonces presidente de EEUU) y Hugo Chávez. Hasta ahí llegó el “amor” de mis amigos, en su totalidad republicanos de la corriente “bushiana”. El artículo que me sacó de circulación lo podrán leer al comienzo de este libro o en las siguientes direcciones:
http://www.mrr.name/86.pdf - http://www.mrr.name/8y.pdf
Hasta ahora, salvo contadas excepciones, todos los líderes de la oposición venezolana han demostrado ser unos ignorantes (del enemigo que pretendieron o dijeron haber combatido) o han sido unos vendidos. No hay término medio. Unos, porque creyeron que estaban haciendo lo correcto y otros, porque sabían que estaban haciendo lo incorrecto, pero estaban detrás de esos dichosos espacios políticos que les mendigaron al régimen a cambio de hacerle el juego que exigía eso que ahora Chávez llama el “Socialismo del Siglo XXI”, que no es más que una modificación – actualizada, mutante y mejorada – del castro-estalinismo que ha imperado en Cuba desde hace medio siglo. Un sistema, como ya he dicho, modificado y adecuado a los tiempos que se ha venido aplicando, con el mayor éxito posible, en Angola y en Nicaragua, cuya principal prioridad y objetivo ha sido siempre no dejar jamás el poder.
Nuestros líderes han tenido ojos, pero no han querido ver… han tenido oídos, pero no han querido escuchar. Les han faltado otras cosas.
A los dos días del referéndum del 15F2009, me llegó por Internet un diálogo cibernético cruzado entre tres personajes cultos, uno de ellos, una importante periodista y analista política de una estación de televisión venezolana de mucha importancia para la oposición. En este intercambio de notas y de opiniones, podemos ver incongruencias, ignorancia con respecto al enemigo y una total desconfianza hacia los dirigentes de la oposición y el máximo árbitro electoral. Veamos:
NOTA ORIGINAL DEL CIBERNAUTA “A”
Me llegó este e-mail de una persona que trabaja con información electrónica. Porque los partidos políticos de la oposición 'certificaron los resultados' y no hablaron de la vulnerabilidad 'electrónica' del sistema de votación venezolano. Como Sociedad Civil tenemos que exigirlo!!!!!!
Conexiones Inalámbricas y Transparencia Electoral
A 5 días del Referéndum del 15F2009 se realizó la auditoría de la tinta indeleble. En ella, los técnicos que representaron al Bloque del SI y al Bloque del NO certificaron su eficacia.
A 2 días de la votación, muchos de quienes asistieron a la instalación de sus mesas de votación se percataron que la tinta que allí se encontraba era soluble.
Sí bien es preocupante el hecho que la tinta indeleble que se va a utilizar en muchas de las mesas de votación sea soluble, lo es mucho más, el que los protocolos de las auditorías que se le realizan a nuestro sistema electoral no sean confiables.
De éstos no serlos, ¿cómo podemos tener la certeza de que la configuración, hardware y software, de las máquinas de votación que funcionarán el día de la votación tendrán la misma configuración que tenían en los días que fueron auditadas? ¿Cómo podemos tener certeza que no tendrán capacidad de conexión inalámbrica?
De éstas tener esta capacidad, con algunas tecnologías, como por ejemplo la Wimax® de Movilnet (compañía controlada por el gobierno), el interactuar con ellas e intervenirlas a distancia pudiese resultar una labor extremadamente sencilla.
Pensar que las auditorías de cierre son eficaces para impedir un fraude electrónico resulta, por decir lo menos, ingenuo ¿Alguna vez se han hecho públicas las actas de las auditorías de cierre?
Ante esta situación, es indispensable apelar a la transparencia electoral para exigir que el software y hardware de las máquinas de votación sean auditadas el día de la votación. Es tan sólo un tema de transparencia electoral.
PRIMER COMENTARIO DE LA CIBERNAUTA “B” A LA NOTA ORIGINAL DE LA CIBERNAUTA “A”
Esto está muy bueno. Pero les digo algo: si legitimamos al CNE aceptándolo como árbitro, ya no tiene sentido no certificar sus resultados. Esto es más que ventajismo... y nosotros (la oposición) debemos entenderlo para poder luchar contra esto.
SEGUNDO COMENTARIO DEL CIBERNAUTA “C” A LA NOTA ORIGINAL DEL CIBERNAUTA “A”
Estoy de acuerdo contigo. Por eso critiqué a Omar Barboza cuando, irresponsablemente, le dio un voto de confianza al C.N.E en nombre de la oposición. Allí es donde a veces pensamos en complicidades y arreglos por debajo de la mesa a espaldas de los verdaderos demócratas del país. Estamos conscientes de que los rectores del C.N.E. con excepción, (posiblemente, no estoy muy seguro) de uno de ellos, están al servicio y de rodillas al jefe de ellos, quien al mismo tiempo es el jefe del Tribunal Supremo de Justicia, de la Asamblea, y del resto de los poderes. Democracia no es únicamente elecciones hay otros factores más, por supuesto. No hay duda que el aporte de los estudiantes y de los dirigentes jóvenes de los partidos nos está dirigiendo lentamente hacia una mayoría de demócratas a mediano plazo. Si nos vamos por las cifras recientes (aunque tengo mis reservas al respecto) podemos notar que los demócratas, a través del NO, aumentamos en un 17 % aproximadamente los votos, comparándolos con los recientes del 23N(08), y los oficialistas solo aumentaron en un 2,5% aproximadamente. Vemos un avance sin duda, lo que nos lleva a pensar que en un futuro podríamos llegar a tener un equilibrio en las próximas elecciones de concejales (a pesar del ventajismo delincuencial del C.N.E.) y juntas parroquiales y para el año que viene de asambleístas (diputados), en la cual podríamos llegar hasta tener una mayoría siempre y cuando se pongan las pilas los dirigentes de los partidos políticos como se las pusieron los estudiantes. Por cierto, para las próximas elecciones viene una avalancha de jóvenes que cumplen 18 años y serán nuevos votantes (+ o - 850mil) si se registran en el REP. Ya que estamos convencidos de que la llamada "revolución"
TERCER COMENTARIO DE LA CIBERNAUTA “B”
Pero si la cosa es ir a otra elección en las mismas condiciones, no creo que aumentemos votación alguna, pues la gente ya está cansándose de urnas cada seis meses...y menos para que saboteen sus gestiones como ahora ocurre con Pérez Vivas, Ocaríz, Ledezma... sin que se pueda hacer nada. Hay que evaluar si vamos a seguir en esto o le agregaremos elementos más eficaces a nuestra estrategia.
CUARTO Y ULTIMO COMENTARIO DEL CIBERNAUTA “C”
Por supuesto que hay elementos más eficaces en nuestra estrategia, estamos de acuerdo enteramente. No hay duda de que uno de los factores principales es cambiar el C.N.E., que podría venir de una propuesta que hiciera la oposición en bloque (+ de 5millones de votantes) y que dicho C.N.E. se pusiera en manos de organismos internacionales imparciales, revisando el Registro Electoral Permanente (REP), etc. Ahora bien, como es casi seguro, por no decir seguro que no lo van aceptar, entonces la estrategia a tomar es aquella que a través de los años la han venido planteando y proponiendo Peña Esclusa y Robert Alonso. Pero es obvio que intereses mezquinos y oscuros han buscado la manera de ignorarlos incluyendo a la mayoría de los medios. Saludos cordiales.
Vemos, por ejemplo, cómo la Cibernauta “B” le reclama a los dirigentes de la oposición el haber legitimado al C.N.E., pero – con la misma – se queja de los abusos del régimen con respecto a aquellos mismos dirigentes que han consolidado la trampa, como Pérez Vivas, Ocaríz y Ledezma, quienes fueron beneficiados por el sistema para lograr tener una cuota de poder. Esos no van a cuestionar la transparencia con la que actúa la máxima autoridad electoral, pues estarían cuestionando sus victorias emanadas de ese proceso viciado y tramposo.
El Cibernauta “C” es más propenso a la contradicción, dando dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás. Le llama “mafia chavista” al régimen (a la revolución), pero piensa que con ese nuevo caudal de votos, cuyas cifras él pone en duda, se puede ir construyendo una nueva oposición… con la ayuda de los estudiantes y la avalancha de jóvenes que está por caer en los próximos años. Habría que preguntarse qué podrán hacer esos estudiantes y esos nuevos jóvenes votantes, ante la “mafia chavista” que tiene ya diez años de experiencia en el poder y que controla, como él mismo asegura, todos los poderes e instituciones del estado. Por otro lado, ¿de qué vale evaluar una situación basándonos en unas cifras que él mismo pone en duda? No es muy festinado suponer que todas esas cifras de votos y de abstenciones que el C.N.E. nos ha dado, hayan sido “maquilladas”… por decir lo menos. Entonces, ¿de qué nos vale tomarlas en cuenta? ¿De qué nos vale tomar en cuenta las encuestas? Es un mundo irreal, el que nos presentan el régimen y nuestros dirigentes… un “submundo” donde nadie vive, donde nadie existe… donde votan los muertos y matan a los vivos a la hora de votar.
La ignorancia no solamente viene de parte de nuestros líderes de la oposición. Hay mucha ignorancia de parte del pueblo “de a pie”: ignorancia y complicidad directa o indirecta. ¿Cuál ha sido la pertinaz propuesta que han venido haciendo Alejandro Peña Esclusa y Robert Alonso a lo largo de todos estos años? ¡La intransigencia! Ambos hemos tratado de llevar al país opositor a la realidad, a la verdad-verdadera, como solía decir Luís Herrera.
Esa opción de intransigencia, de verdadera resistencia, que algún día nos lleve, quiera Dios, a la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida, en la cual está comenzando ya, tardíamente, a pensar el Cibernauta “C”, descarta la participación de esa dirigencia conchupante, apátrida, genuflexa, traidora y cómplice. Pero para aceptar la propuesta de Alejandro Peña Esclusa y Robert Alonso, se requiere de la participación del pueblo en general como ente activo en esa estrategia. Dedicarnos a luchar de verdad-verdad, no contando votos efímeros ni escuchando resultados de encuestas pagadas y manipuladas por el régimen. Se requiere de un sacrificio que el venezolano pareciera no estar dispuesto a aportar. Es más fácil seguir pensando que algún día podremos modificar al C.N.E. o que los nuevos votantes nos van a sacar del hueco.
Tampoco podemos esperar un solo gramo de ayuda proveniente de nuestros dirigentes. Veamos, pues, qué le declaró Andrés Velásquez a César Miguel Rondón, a los tres días del Hiper-Mega Fraude del pasado 15 de febrero de 2009: “Este comportamiento del C.N.E., La Banda de los Cuatro, como lo calificó Teodoro Petkoff en el día de ayer, no es un comportamiento imparcial, ya que fue frontalmente parcializado hacia el Ejecutivo Nacional. El presidente (Chávez) quiso que no se incluyeran a los nuevos votantes, porque había que hacer esto (llevar a cabo el referéndum) de forma atropellada. Quiso (Chávez) que fuera para el 15 de febrero, porque esa era la fecha en la que se conmemoraba el comienzo del Congreso de Angostura (de 1819). El C.N.E. no dejó que se revisara la pregunta, la cual tenía que hacerla clara para que la población la entendiera… bueno y el resto es la total violación de las normas electorales, con el cuento de que eso no fue una elección si no un referéndum, por lo tanto no había que aplicar (según el C.N.E.) la ley electoral, algo que es absolutamente ilógico, porque frente a una ausencia de normas para un referéndum, lo que aplica, por analogía, debía ser la misma ley electoral (Ley Orgánica del Sufragio). El C.N.E. hacía todo lo que le daba la gana, estableció un horario distinto al establecido. Un asunto que tiene que ser tomado en consideración para las futuras elecciones, porque con condiciones así, definitivamente, no puede uno participar en procesos electorales. Ahora: ¡nos derrotaron! Efectivamente, ganó el gobierno… nos derrotaron bajo el punto de vista numérico, ahora: esta no es una derrota como para echarse a llorar.”
Andrés Velásquez nos está pintando un panorama de evidente y descarado fraude electoral, pero acto continuo, reconoce que nos ganaron y que ante dicha derrota no hay que echarse a llorar. Pareciera que en una reunión del cartel de la oposición genuflexa, se pusieron todos de acuerdo para darle el mismo mensaje al país: hubo fraude, nos ganaron, pero tranquilo, que eso no es para tanto.
Con la mayor modestia, este libro pretende internarse en la historia contemporánea de Venezuela. Como todo relato histórico, está compuesto por elementos objetivos y subjetivos. Popularmente se entiende el concepto de objetividad como sinónimo de imparcialidad. Esto no es del todo correcto. Una narración objetiva sobre un evento cualquiera, es la presentación del mismo, tal y como sucedió, observando – por supuesto – la más estricta veracidad. No se trata de la verdad vista desde el punto de vista de quien narra el evento, pues eso sería una apreciación subjetiva, la cual pudiera ser o no cierta.
Por ejemplo, un segmento de la narración objetiva sobre el referéndum pasado podría ser que se llevó a cabo el domingo 15 de febrero de 2009. Eso es un ejemplo clásico de objetividad en cuanto a un aspecto narrativo del evento, porque es evidentemente cierto: se produjo el domingo 15 de febrero de 2009. Lo demás, las apreciaciones del historiador, del cronista, del periodista o del narrador de ese evento, podría estar ya en el campo de la subjetividad. ¿Cuántos votos sacó la opción del “NO”… es subjetivo. Lo objetivo es lo que dijo el C.N.E., porque emitió una cifra, pero aceptarla o no como cierta, entra en el campo de lo subjetivo. No existe tal cosa como un periodista objetivo, concepto ya obsoleto en el estudio moderno de la comunicación social. Puede, eso sí, existir un reportero objetivo, que narra o reporta los hechos apegado a la más estricta veracidad. Pero el periodista, quien también puede fungir en un momento dado de reportero, no siempre puede, debe ni tiene que ser objetivo. Puede tratarse de un periodista imparcial, pero esa imparcialidad puede que no sea objetiva. En la mayoría de los casos, el periodista y el periodismo se mueven en un mar de subjetividad… sin que con esto queramos igualar a la subjetividad con parcialidad o con falsedad.
En el campo de la subjetividad, podría explicarme – de manera, tal vez muy coherente – por qué muchos de estos dirigentes de la oposición han escogido hacerle el juego al régimen, engañando – miserablemente – a sus seguidores, a sabiendas de que los están engañando. Para mí es tremendamente sencillo y muy ligero de entender.
Chávez es un personaje de mucha fortaleza mediática, de mucho carisma y con un gran olfato para el engaño masivo. Un personaje que nace cada muchas décadas, o – tal vez – siglos. Sin intenciones comparativas absolutistas y guardando toda la distancia posible, podríamos compararlo, en su medio-ambiente sociopolítico – con figuras, también despreciables, como Benito Mussolini, Adolfo Hitler… o Fidel Castro. No hablo en cuanto a la importancia histórica del personaje en sí, hablo de la proyección de su personalidad con respecto a un importante sector de las masas, a las cuales él se dirige dentro de su propio hábitat.
Chávez, con su personalidad autocrática, arrolladora, apabullante y psicopática, infunde más terror que miedo. Sus acólitos se cuidan mucho de cómo lo tratan y en qué momento le pueden dar malas noticias o de no contrariarlo en los temas más insignificantes. Maneja todos los elementos necesarios para el engaño de las masas, incluyendo la comunicación corporal, un don que no se adquiere: se nace con él, aunque pueda perfeccionarse.
Chávez es un “monstruo político”, aunque la política ha dejado de tener sentido ya en esa hacienda particular en la cual él ha convertido a Venezuela. No hay un líder en la oposición, en estos momentos, que pueda “latirle en la cueva” a Hugo Chávez: ¡no lo hay! Es posible que pasen varias generaciones antes de que vuelva a nacer un personaje igual.
Vamos a estar claros. Si agarrásemos al primer borrachito de barrio que encontrásemos por ahí, le echásemos un baño, lo afeitásemos, lo vistiésemos bien, lo obligásemos a memorizarse tan solo un discursito corto para que lo utilice como su arma electoral frente a Chávez, el borrachito – hoy – ganaría, en buena lid, si hubiesen unas elecciones libres y transparentes. Algo que es imposible en la Venezuela del momento. Pero cuando Chávez comience, desde las alturas del poder absoluto, a amenazarlo, a humillarlo, a lanzarle las turbas de chusmas y a apabullarlo con insultos e improperios, ese borrachito arranca y se mete debajo de una piedra... o se convierte en conchupante.
Si a ese Júpiter Tronante, le sumamos el asesoramiento con el cual cuenta y ha contado y el sistema que escogió para subyugar al pueblo con el único propósito de permanecer en el poder eternamente, a costa de lo que sea, nos encontramos ante un escenario tremendamente desconsolador.
Si yo fuese un político de oficio venezolano, que lo único que hubiere hecho en la vida haya sido “politiquear”, hace rato que me hubiera preocupado por mi futuro profesional, por mi modus vivendi… sobre todo si me hubiera tocado montarme en el autobús de la oposición y en el escenario real de la Venezuela actual. No hay nadie en nuestro país, chavista o no, que pueda pensar en suplantar a Chávez por la vía normal y democrática, o por la vía de la violencia, a menos que cuente con la colaboración del pueblo: ¡no existe! El día en que aparezca uno que pudiera hacerle sombra, por muy insignificante que ésta sea, no duraría un round. Si usted ve en Venezuela a un líder que se le pare firme a Chávez y que aparente acorralarlo, péguele el cuño que eso es un montaje. No le dé más vuelta ni se deje engañar: ¡es un paquete chileno!
En la Cuba castro-estalinista, el General Arnaldo Ochoa, alguna vez, pudo haber manoseado las esperanzas de suceder a Castro por la vía de la fuerza. El ex canciller Robertico Robaina, tal vez – después de fumarse una “lumpia” – pudo haber pensado que él era una estrella que podría brillar al lado de su máximo jefe. El primero terminó en el paredón de fusilamiento y el segundo, echando gasolina en una estación de servicio de La Habana, luego de haber sido el único canciller de peso y con carisma que tuvo la revolución cubana. Fue suplantado por “El Zocotroco”, un individuo que si se llegase a caer de frente, comería yerba.
Figuras importantes de la revolución cubana tuvieron un final muy infeliz y trágico, por pretender brillar un poquito al lado de Castro. En ese lote podemos incluir al más famoso de todos, Camilo Cienfuegos… pero hubo muchos más. El Che Guevara es uno que fue sentenciado por Castro, cuando pretendió pensar por su cuenta. Todos esos cuentos los han oído nuestros dirigentes venezolanos de la oposición. ¡Ni pendejos que ellos fueran!
Promoví en Venezuela la opción de la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida, que – como veremos más tarde – pudo haberle hecho un gran daño a Chávez durante “La Guarimba” del año 2004 y terminé con las tablas sobre mi pobre cabeza. Mi única vivienda, La Finca Daktari, fue reducida a polvo y en ella, el 9 de mayo de 2004, se produjo “La Masacre de Daktari”, donde el régimen pasó por el machete a muchos seres humanos, que luego fueron enterrados en lo que era el jardín de mi casa. Los “coordinadores democráticos” se apresuraron a advertir que ellos no tenían nada que ver conmigo, lo cual era cierto y el régimen lo sabía perfectamente bien.
Supongo que muchos dirigentes de la oposición, que saben que están engañando al pueblo, se han visto reflejados en mi espejo y en el espejo de muchos otros que pretendimos echar la pelea por la vía en la que había una opción, aunque sacrificada y peligrosa, como Roger Vivas… quien ya está en el exilio y muchos otros, entre los que incluyo a oficiales dignos que lo perdieron todo y hoy viven pasando penurias en el destierro, como es el caso de mi gran amigo, el Coronel Jesús Faría, su hermano y su sobrino, entre muchos, muchos otros.
Los ejecutivos y empleados dignos de PDVSA dieron un inmenso paso al frente por una vía distinta del conformismo. Se enfrentaron con valentía al régimen… y ahí los tenemos. Muchos han podido recuperarse, pero la inmensa mayoría no. Entre ellos hay cualquier cantidad viviendo en tierras extrañas.
Ya nuestras cárceles albergan una población importante de presos políticos, muchos de los cuales se enfrentaron, valientemente, al régimen. El costo para ellos y para sus respectivas familias ha sido inmenso: ¡inimaginable!
Cuando un político profesional se mira en todos esos espejos y se da cuenta plena de lo difícil y sacrificado que sería liderizar una opción frontal, lejos de la farsa de la vía electoral, lo piensa mil millones de veces. Prefiere compartir el poder – “agarrando manquesea fallo” –dirigiendo una alcaldía o una gobernación, con todos los contratiempos que eso implica, a embarcarse en una aventura que, de fracasar, lo convertiría en cadáver, presidiario o exiliado. Cualquiera de las tres cosas sería tremendamente dura e indeseable.
Pudiera suponer que, tomando en cuenta la necesidad que tiene “El Socialismo del Siglo XXI” de contar con una oposición genuflexa, apátrida, traidora, cómplice y conchupante, la opción más segura que tienen estos individuos, es la de cumplir con ese papel de dirigente opositor, pero para cumplir con él, necesitan – irremediablemente – del apoyo, por medio del más vil engaño, de sus seguidores, que en el caso de Venezuela la conforma la gran mayoría de los venezolanos.
Si estudiamos el proceso nicaragüense, nos daremos cuenta de que allá funciona ese sistema a “las mil maravillas”, luego de que el sandinismo asesinara a más de 600 verdaderos opositores, muchos de ellos, durante los tres gobiernos “democráticos”.
Como se trata de un país mucho más pequeño que Venezuela, los líderes de esa oposición chimba son pocos: Arnoldo Alemán, Enrique Quiñonez, Violeta Barrios de Chamorro (fundadora de la oposición genuflexa), Antonio Lacayo, José Antonio Alvarado, José Rizo Castellón, Edmundo Jarquín, y Eduardo Montealegre, entre los más connotados conchupantes. En Nicaragua no están cerradas las fronteras, como en Cuba… y existe la propiedad privada, como en Venezuela, pero hay más de un millón de nicas desplazados hacia Costa Rica y Honduras, viviendo en condiciones infrahumanas y el país desmoronándose en las manos del régimen, de los conchupantes políticos y de algunos vividores que nunca faltan.
La única opción que teníamos, era la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida, donde el liderazgo lo hubiese asumido el colectivo, como en Fuenteovejuna. Esa opción fue traicionada por esos representantes traidores de la oposición, como veremos más adelante. Así como terminó Nicaragua, podría terminar Venezuela: con Chávez en el poder absoluto y una oposición eterna genuflexa que le hará, para siempre, el juego… mientras el país se desintegra ante nuestros ojos. Esa, amigo lector, es mi apreciación subjetiva. Tal vez me equivoque, ojalá.
Muchos, muchísimos… tal vez la mayoría de los eventos comentados en este libro, se enmarcan en el campo de la subjetividad y emanan de la apreciación particular de quien escribe. Esta narrativa está basada en mi experiencia particular y en mis apreciaciones muy personales. Puede que en muchos aspectos me equivoque, porque la subjetividad no es acreedora de la verdad absoluta, como sí lo es la objetividad.
Todavía, al día siguiente del MEGA-DESASTRE producido por el HIPER-MEGA FRAUDE del 15F2009, los dirigentes de la oposición cantaban victoria, porque habíamos logrado superar la cifra de los 5 millones de electores en contra de Chávez, cuando ellos mismos saben – perfectamente bien – que esa cifra es piche comparada con la realidad, porque ellos monitorearon los llamados exit polls. Nos dicen que hay mucho futuro por delante. Que ahora es cuando… que hay que continuar la lucha (siempre por la vía electoral) y prepararnos para el 2012.
Esa actitud de mega-burla, por parte de nuestros líderes, me recuerda el famoso chiste de Álvarez Guedes del cubano aquel que llega a un teatro y le ofrece a su dueño un programa con Frank Sinatra y Liza Minelli, por la módica suma de $ 10 la entrada; una tercera parte para el dueño del teatro, una tercera parte para el cubano y la otra a repartir entre las dos grandes estrellas. El dueño del teatro se emocionó y contrató el concierto con el cubano. Por supuesto que el teatro, que quedaba en Hialeah (pegado a Miami), se atiborró de gente a más no poder.
El concierto debía comenzar a las 9 de la noche, pero a las 10, nada que empezaba. Ni Sinatra ni la Minelli aparecían por todo aquello. La audiencia comenzó a incomodarse y a las 11 de la noche estaba lista para quemar el teatro. En eso el cubano llamó al dueño y le dijo la verdad: todo había sido una farsa, pero aceptó salir al escenario a hablar con el público.
“Amigos y hermanos”, comenzó diciendo el cubano. “Aquí todos somos cubanos. Yo acabo de llegar a Miami en una balsa con mi mujer y cuatro hijos. Uno de ellos está en el hospital con graves quemaduras provocadas por el sol en la dura travesía en busca del oxigeno de la libertad. Otro de los niños está trastornado por su experiencia de balserito y, para rematar, mi mujer ha sido diagnosticada anoche con un cáncer fulminante. Hice todo esto para poder conseguir un poco de dinero con el cual palear mi triste situación… es verdad: no habrá concierto alguno, pero les ruego comprensión, porque todos somos cubanos y todo cubano en Miami conoce la tragedia del balsero.” En eso se levanta una viejita cubana que estaba en primera fila, se voltea hacia el público y grita: “!Démosle una mano a nuestro hermano! ¡Viva Cuba Libre!” Santo remedio. El público, comprensivo, comenzó a levantarse para abandonar el teatro, pero cuando el cubano vio aquello, agarró – nuevamente – el micrófono y gritó: “¡Y no se olviden que mañana hay matinée!”